Darcy se agacho enseguida para recogerlas.

– ?No! ?No te molestes! -Su prima se agacho sobre el libro, pero el lo agarro antes. Al darle la vuelta, vio que no le faltaba ni una sola pagina. Intrigado, recogio algunas de las hojas que habian quedado diseminadas alrededor.

– ?No! Por favor, damelas -le imploro Anne-. ?Darcy!

El se levanto y se alejo de las hojas dispersas, mientras su mirada oscilaba entre los papeles que tenia en la mano y la angustia de su prima. Aunque solo les habia echado un vistazo, sabia bien que eran esos papeles.

– Anne, dejame verlos.

– ?Te vas a reir de mi! -lo acuso ella.

– Te prometo que no me voy a reir -repuso el, mirandola directamente a los ojos llenos de pavor. Anne bajo los ojos y Darcy interpreto ese gesto como una reticente aceptacion, asi que llevo las hojas hasta la ventana y comenzo a leerlas. Podia sentir los ojos de la muchacha sobre el y su angustia casi palpable, pero leyo sin apresurarse. Pasaron algunos minutos hasta que le dio la vuelta a la ultima pagina y miro a su prima.

– Son bastante buenos, ?sabes? Me gusta especialmente este. -Le paso la hoja de arriba.

– ?Lo dices en serio? -Anne lo miro con incredulidad.

– Si, de verdad. ?Cuanto tiempo llevas escribiendo poesia, prima?

Una chispa de placer brillo en la cara de Anne al oir sus palabras.

– Ya casi un ano.

– ?Y no le has ensenado esto a nadie?

Anne nego con la cabeza.

– A nadie, ni siquiera a la senora Jenkinson. Mama no aprueba la poesia, y la senora Jenkinson tiene que rendirle cuentas a ella. Es mejor que no lo sepa. Estaba trabajando en mis poemas hoy y ella me sorprendio mientras estaba consultando a Wordsworth, asi que los escondi entre las paginas del libro.

– Pero, Anne -protesto Darcy-, ?no puedes guardarte esto para siempre! ?Compartelos al menos con tu familia!

– Darcy se sento junto a ella y la agarro de las manos. Fue la primera vez que ella no se sobresalto ni trato de alejarse-. ?Anne?

– No tienes por que temer que vaya a ser una carga para ti como esposa, primo. Yo se que mama quiere que creas que estoy mejorando, pero me temo que ella se engana. No estoy mejor, primo, y he llegado a la conviccion de que nunca voy a estar lo suficientemente bien de salud para casarme.

– ?Anne! ?Mi querida nina! -Darcy le apreto las manos.

– Ahi fue cuando comence a escribir -susurro ella cerca de su hombro-. Queria poder decir algo finalmente, crear algo… algo hermoso, tal vez… sin tener que sufrir la interferencia ni las criticas de mi madre. -Se quedo callada, como si le faltara el aire-. Ya se que la gente cree que soy insignificante; no los culpo, porque en mi no hay mucho que ver o admirar. Pero yo siento cosas, primo, profundamente; y cuando acepte mi futuro, esos sentimientos parecieron concentrarse para estallar en el papel. -Anne levanto la vista para mirarlo y Darcy vio que una lagrima furtiva asomaba a sus ojos-. Nunca me casare ni tendre hijos. Estos poemas son mi legado, aunque sea pobre. Y todavia no he terminado, no he terminado de sentir ni de escribir lo que hay en mi interior. No podria soportar el desprecio de mi madre y tampoco que ella me ensalzara hasta las nubes, en caso de que cambiara de opinion. ?Puedes entenderlo, primo? ?Guardaras mi secreto?

– ?Por Dios, Anne! -Darcy miro a su prima y luego a sus manos entrelazadas, consumido por la impotencia. Claro que guardaria silencio, pero ?que significaba eso frente a la confesion que ella acababa de hacerle?-. ?No estaras equivocada? -logro decir finalmente.

– No hay ninguna equivocacion, primo. -Anne miro a su primo con la compasion que el le habria debido ofrecerle a ella.

El caballero dirigio su mirada a la mano diminuta que descansaba implorante sobre su manga. Aparte de su promesa, tenia que haber algo mas que el pudiera hacer por ella a modo de consuelo.

– Lo prometo. Tu secreto esta a salvo, Anne. Quisiera poder hacer algo mas que callar para merecer tu gratitud. Siempre te he evitado e ignorado de manera vergonzosa, y me siento profundamente apenado por eso.

Anne se solto con suavidad y se levanto del divan.

– No te atormentes, primo. Eso es algo que mama nos obligo a hacer. Y mientras que yo no tengo la fuerza ni el coraje para contrariarla, tu la has manejado de manera esplendida. Tienes mi gratitud por eso. -Un suspiro de agotamiento se escapo de sus labios. Darcy se levanto preocupado-. No, solo estoy un poco cansada. Por favor, debo volver a mi habitacion. Se supone que estoy descansando. -Anne le dirigio una triste sonrisa-. Ha sido estupendo poder contarle mi secreto por fin a alguien, Darcy. Resulta extrano que hayas sido tu. -Y tras hacer una reverencia, su prima salio de la biblioteca, cerrando la puerta con suavidad y dejando a Darcy entregado a la contemplacion de la lluvia que se estrellaba contra los grandes ventanales.

Aquella noche Anne no se presento a cenar. La senora Jenkinson aparecio en la salita contigua al comedor, disculpando a su protegida a causa de la fatiga y un fuerte dolor de cabeza. La cena transcurrio en un ambiente un tanto extrano, de lo cual se culpo al mal tiempo, y Richard, que se encontraba nervioso, recomendo una partida de billar como el alivio mas prometedor. Sus esperanzas, sin embargo, se vieron frustradas, al menos temporalmente, porque su tia exigio que el y Darcy asumieran la responsabilidad de aliviar su aburrimiento presentandose en la mesa de juego del salon para echar una partida de cartas inmediatamente despues de su brandy.

– ?Tendras ganas de jugar despues de que lady Catherine se retire? -Fitzwilliam miro a su primo con el ceno fruncido, antes de beberse el resto del brandy y acercarse a Darcy para que lo volviera a llenar-. Jugar a las cartas con la dama dragon y la senora Jenkinson no es precisamente mi idea de la mejor manera de recuperar un dia caracterizado principalmente por un tedio mortal. -Le dio otro sorbo a su vaso-. ?Dios, como me gustaria que el parroco hubiese podido venir! Asi podriamos haber tenido un poco de diversion.

– Aunque no puedo proporcionarte una velada tan fascinante, me comprometo a satisfacer tu ansia de diversion -respondio Darcy secamente, mientras llenaba el vaso de Fitzwilliam y volvia a poner la licorera sobre la mesa, con cierta irritacion ante la alusion a Elizabeth que habia hecho Richard. A el no le gustaba la manera tan informal en que su primo hablaba de ella y estaba decidido a ponerle fin enseguida-. ?O es que el dia de la paga esta muy lejano?

– No, mis bolsillos todavia no estan vacios, Darcy. -Fitzwilliam levanto la barbilla al sentir el golpe bajo de su primo-. Y tambien te equivocas en lo otro. Durante esta visita a Kent he descubierto que eres increiblemente fascinante.

El brandy que habia en el vaso de Darcy se balanceo.

– Entonces la vida militar no debe de ser una profesion tan exigente como se dice -replico Darcy, sosteniendo la mirada a Richard, pero se arrepintio casi enseguida. Una pelea ahora solo alentaria la curiosidad de su primo y ?su acusacion habia sido mas que provocativa!-. Perdoname, Richard, eso ha sido totalmente innecesario. -Se recosto en la silla. ?Si pudiera retirarse a la biblioteca o a su habitacion! La tension entre las exigencias de su corazon y las de su apellido, sumadas a la intensidad de su decepcion por no haber visto a Elizabeth ese dia, estaban haciendo que se comportara como un verdadero idiota.

– Disculpame tambien tu a mi, Fitz. -Richard se desplomo en la silla y senalo la ventana-. Debe de ser esta maldita lluvia. Nos tiene a los dos exasperados. ?Hacemos las paces, viejo amigo? -Y levanto su vaso.

Darcy asintio, alzando tambien su vaso.

– La paz. -Ambos dieron un largo sorbo a su brandy-. ?Crees que podremos atrevernos a poner a prueba nuestra tregua y jugar despues unas cuantas partidas de billar? -Darcy le hizo notar a su primo, con un gesto de la mano, que el brandy le estaba poniendo coloradas las mejillas.

Fitzwilliam se froto la barbilla y se rio.

– Tal vez sea mejor que analicemos nuestro temperamento y nuestro estado de sobriedad despues de que su senoria los ponga a prueba en la mesa de cartas. ?Es posible que los dos estemos dispuestos a cometer un crimen cuando juguemos la ultima carta!

El tedio de la partida de cartas con lady Catherine y su constante monologo llevo a los dos hombres a buscar el refugio de sus habitaciones, en lugar de exponerse a las sorpresas que podia depararles la mesa de billar. Darcy estaba convencido de que, sin duda, era una de las mejores decisiones que el y Richard habian tomado ultimamente cuando cruzo el umbral de su alcoba y fue recibido por su ayuda de camara. Las revelaciones y las

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