desilusiones de la jornada hicieron que recibiera con alivio el anuncio de Fletcher de que disfrutaria de agua caliente y de la preparacion de la receta calmante de su padre, tan pronto como se deshiciera de su traje. Algo mas tarde, tras finalizar su aseo, sentado frente a la chimenea de su alcoba, envuelto en su bata, Darcy hizo un timido esfuerzo por organizar sus pensamientos. Pero la hora, el fuego, la calidez de la bebida que se deslizaba suavemente por su garganta…, todo conspiro para enviarlo directamente al camino, a traves del bosque y mas alla de la empalizada, hacia cierta residencia donde unos ojos iluminados por una sonrisa de bienvenida lo esperaban para consolarlo del dolor que le habia producido su larga ausencia.
– ?Oh! -Aquella exclamacion fue mas que suficiente para hacer que Darcy concluyera su examen del dano que habian sufrido varios arboles a causa de algun insecto, en el que se encontraba enfrascado mientras esperaba a que Elizabeth apareciera. Los arboles todavia parecian lo suficientemente fuertes, pero si no se hacia algo, con el tiempo acabarian transformandose en carcasas vacias y se convertirian en un peligro para los que pasaran por el camino. Acababa de terminar su analisis del asunto y habia tomado nota de la necesidad de llamar al guardabosques de su tia, cuando Elizabeth aparecio de repente, mientras el rodeaba uno de los arboles enfermos.
– Senorita Bennet. -Darcy hizo una inclinacion. Todo su ser parecio cobrar vida subitamente por el placer de verla y por la sensacion de alivio que le produjo el hecho de no haber llegado demasiado tarde. Sin embargo, tan pronto como Darcy se fijo de donde venia la muchacha, se dio cuenta de que debia de estar comenzando su paseo, lo cual significaba que tendria el placer de su compania durante casi una hora. ?Excelente!
– Senor Darcy. -Elizabeth se inclino para hacer una extrana reverencia. ?Se trataba de un gesto de disgusto? El caballero espero con impaciencia a que ella levantara la cabeza, pero cuando lo hizo su expresion era la de cualquier jovencita bien educada ante un encuentro como aquel. La tension de los musculos alrededor del estomago cedio un poco y Darcy avanzo hacia delante.
– Segun parece, acaba usted de comenzar su paseo -empezo a decir rapidamente, demasiado ansioso para esperar a que ella confirmara o negara su apreciacion-. El parque de Rosings ha sido obra de muchas generaciones. Y tambien fue uno de mis lugares preferidos en mi juventud; en consecuencia -dijo, bajando la voz-, lo conozco estupendamente. -Al decir la ultima palabra, Darcy la miro con seriedad-. Sera un placer para mi hacer las veces de guia y comenzar a presentarle algunas de sus maravillas menos conocidas.
Elizabeth parpadeo, al parecer un poco asombrada por su ofrecimiento.
– Es muy generoso por su parte, senor, pero no puedo pedirle que me dedique tanto tiempo. Seria una descortesia.
La amable preocupacion de Elizabeth le produjo satisfaccion.
– ?En absoluto! Estoy a sus ordenes, senorita Bennet. -Darcy le ofrecio su brazo y, al igual que el primer dia, la muchacha parecio vacilar un poco antes de aceptarlo, lo cual fascino a Darcy por la delicadeza de los modales y la forma en que controlaba toda expectacion-. Desde luego, hoy solo empezaremos. Una completa exploracion del parque no seria posible ni siquiera durante la totalidad de esta visita. Le aseguro que pasara algun tiempo antes de que usted haya visto todo lo que Rosings tiene que ofrecer. -Aquella observacion parecio impresionarla, porque su unica respuesta fue un debil «?Ciertamente!», mientras el le senalaba la direccion que tenian que tomar.
Caminaron en silencio. Darcy se preguntaba que tema deberia sacar a colacion, ahora que tenia segura a su acompanante. En realidad, en aquel instante, el se sentia plenamente satisfecho con el simple hecho de tenerla cerca y con la maravillosa presion que ejercia la mano de la muchacha sobre su brazo; pero las convenciones exigian que hubiese un poco de conversacion. Y despues de pensarlo, seria maravilloso poder escuchar, tan cerca de su oido, cualquier observacion u opinion que ella pudiera querer expresar, practicamente sobre cualquier tema. Despues de todo, la razon que el se habia repetido a si mismo una y otra vez como justificacion para aquellos encuentros casi clandestinos era, precisamente, saber mas de ella.
– ?Esta disfrutando de su estancia en Hunsford, senorita Bennet? -Darcy rompio finalmente el silencio con una pregunta sencilla, que no entranaba ningun riesgo.
– Si, si, estoy disfrutando mucho -respondio Elizabeth con sinceridad-. Charlotte, la senora Collins, es una vieja amiga muy querida, que conoce bien mi manera de ser y no tiene ningun reparo en ofrecerme la libertad que me agrada.
?Vaya! Darcy se alegro con la afirmacion de Elizabeth de que ese y otros encuentros futuros no corrian el peligro de contar con la inesperada presencia de la senora Collins. Ademas, tal como el habia sospechado, la esposa del parroco intuia algo y le habia prometido a Elizabeth su cooperacion. Darcy bajo la vista hacia el sombrero de paja que se balanceaba junto a su hombro, sintiendose invadido por una sensacion de felicidad. ?Acaso no era asi como podria ser su existencia, con esa dulzura, esa sensacion de plenitud que le producia la presencia de la muchacha a su lado, apoyandose mutuamente mientras perseguian el fin de una vida compartida? ?Si pudiera silenciar el estruendo que armaba su sentido del deber!
Al llegar al primer desvio, que era dificil de distinguir incluso para Darcy, el la invito a seguirlo con una sonrisa que inspiraba confianza y respondia al gesto interrogativo de la muchacha.
– ?Paciencia! -Fue toda la explicacion que le dio. Apartando con cuidado las ramas que ocasionalmente habian invadido el camino desde su ultima visita a aquel lugar en concreto, cinco anos atras, Darcy escolto a Elizabeth a traves de la senda escondida. El sendero era bastante recto y unicamente se desviaba para rodear una piedra gigante de forma extrana o un arbol, porque era un camino que el y Richard habian abierto cuando eran ninos. En ese momento su objetivo era llegar a su destino tan rapidamente como fuera posible, y no disfrutar del placer de la caminata. Minutos despues llegaron a un claro que, durante la infancia, habia representado el papel de muchos lugares imaginarios: la isla desierta de Crusoe, una fortaleza salvaje sitiada por el valeroso Wolfe en America, un castillo que habia que defender hombro con hombro con Arturo. Se volvio hacia ella para ver su reaccion. La exclamacion de felicidad que Elizabeth dejo escapar era exactamente lo que el esperaba.
– Fitzwilliam y yo encontramos este sitio el verano en que yo tenia diez anos, a pesar de que el guardabosques de lady Catherine trato de disuadirnos muchas veces. -Elizabeth dejo de mirar a Darcy. El la observo en silencio, mientras ella exploraba el lugar, seguro de que habia entendido que aquello se habia convertido en el primer regalo que le daba.
Algun dia, Darcy le contaria el resto: como el guardabosques de lady Catherine habia tratado de evitar que Richard y el exploraran el bosque en aquella lejana epoca, contandoles historias acerca de un temible jabali salvaje que habitaba en el. Desde luego, ese tipo de cuentos era exactamente lo que ellos necesitaban, y enseguida habian salido como un rayo a buscar al animal. Le contaria tambien que, cuando llegaron al camino principal que atravesaba el bosque, iban tan asustados con los rugidos que ellos mismos se imaginaban que salian de entre los arboles, que habian terminado rodando por la ladera de la colina, sin tener la menor idea de hacia donde iban, y habian llegado a aquel claro escondido. Algun dia, Darcy le contaria… pero no ahora. En aquel instante, solo queria compartir con ella el espiritu magico y misterioso que siempre habia sentido que poseia ese lugar.
– Gracias, senor Darcy. Es muy hermoso. -Elizabeth se reunio nuevamente con el tras unos minutos, con una expresion de agradecimiento en el rostro-. Nunca habria encontrado este sitio por mis propios medios.
– Ha sido un placer, senorita Bennet -respondio Darcy, mientras ella se alejaba de el y comenzaba a regresar por el camino por el que habian venido. El caballero reconocio la prudencia del mensaje tacito de la muchacha; no debian permanecer mas tiempo alli, en el claro, solos. Despues de hacerle un gesto de agradecimiento a su antiguo refugio por portarse tan bien con el, dio media vuelta y comenzo a caminar tras ella. El ruido de las hojas mezclado con el crujido de las ramas le advirtio de la presencia del viento de primavera. Como Darcy sabia por su ya larga experiencia, el viento pronto se precipitaria hasta el claro y por eso se agarro instintivamente el ala del sombrero y miro a Elizabeth para ponerla sobre aviso, pero las palabras se le amontonaron en la garganta al ver como el viento la rodeaba, jugueteando con su sombrero y su vestido.
Ante tan encantadora vision, todo su ser lo insto subitamente a seguirla, asegurandole con frenesi que todo lo que deseaba encontraria respuesta si la rodeaba con sus brazos para protegerla, le acariciaba las mejillas y buscaba la suavidad de sus labios. Avanzo para cumplir su sueno, cegado ahora por el deseo, que habia desplazado a la serena felicidad, y estaba tan alterado que su mente racional solo logro detenerlo cuando estaba casi sobre ella.
La dosis de lucidez que aun le quedaba le advirtio que la lucha por oir a su razon se estaba volviendo cada vez mas desesperada en todo lo que tenia que ver con Elizabeth. Aquello era demasiado evidente para seguir pasandolo por alto, y el hecho de darse cuenta subitamente de que habia estado a punto de perder el dominio de