si mismo enfrio sus ardores como no habria podido hacerlo ninguna reaccion de parte de la joven, por indignada que estuviera. Darcy disminuyo el paso y guardo su distancia, mientras subian hasta el camino principal. No es que el deseo hubiese desaparecido; todavia pesaba en su interior, pero ahora habia recuperado una parte de su autodominio y podia pensar con cierto grado de sensatez.
– Senor Darcy, creo que debo regresar a Hunsford. -Elizabeth le comunico su decision tan pronto como el se reunio con ella en el camino principal. Darcy solo pudo sentirse agradecido. Su equilibrio ya habia sufrido aquel dia una prueba suficientemente dura-. La senora Collins menciono que me necesitaria mas tarde y supongo que en este momento ya debe de estar esperando mi regreso.
– Por supuesto, debe usted ir a ayudar a su amiga -respondio Darcy con solemnidad. Pero, a pesar del peligro que todavia estaba latente, no pudo evitar anadir-: Le ruego que me permita la tranquilidad de acompanarla hasta su puerta. -Elizabeth fruncio el entrecejo al oir aquello; sin embargo, acepto el brazo que el le ofrecia y regresaron juntos al pueblo.
De nuevo compartieron el silencio y el camino. De vez en cuando, Darcy le lanzaba miradas furtivas, pero no pudo sacar nada en claro de la expresion serena e impasible de la muchacha. En ocasiones, le parecio que fruncia el ceno, pero la timidez de Elizabeth impidio confirmar esa impresion. El caballero decidio que simplemente estaba sumida en sus propios pensamientos. Siguieron caminando, pero a pesar de lo mucho que lo intento, Darcy no pudo volver a disfrutar de esa sensacion de felicidad que habia experimentado antes. Todavia estaba demasiado presente en su interior, concluyo con tristeza, y se pregunto si el matrimonio podria sosegar las emociones que lo desbordaban y dirigirlas por caminos mas felices. ?Vaya pregunta! ?Acaso el matrimonio lo haria mas feliz, despues de todo? Eso esperaba con fervor, aunque no podia decir que hubiese visto en sus amigos casados que eso fuese cierto. Claro que los matrimonios de sus amigos, arreglados por razones familiares, de relaciones o de fortuna, tenian tan poco que ver con su propia situacion que no podia tener un punto de referencia. De la felicidad de las esposas tenia todavia menos idea, excepto por la evidencia que representaban los multiples lances que le habian hecho matronas de distintas edades, desde que se habia convertido en adulto. Tal vez la respuesta estaba en otra parte.
– Senorita Bennet -comenzo a decir Darcy, pero se quedo callado pues, de repente, no supo como hacer la pregunta que lo atormentaba, pero afortunadamente se ahorro la verguenza ya que Elizabeth parecia no haber oido. Asi que volvio a comenzar-: Senorita Bennet, ?puedo preguntarle cual es su opinion sobre la felicidad del senor y la senora Collins? -Elizabeth titubeo por un instante y casi se suelta de su brazo.
– ?A que se refiere, senor? -Le pregunto ella a su vez, con voz curiosamente contenida.
– Su amiga, la senora Collins. -Darcy atenuo el alcance de su pregunta-. ?Diria usted que ella es mas feliz ahora en su vida de casada y con el senor Collins que antes de casarse?
– La felicidad, como la distancia, senor Darcy, son terminos relativos. -Elizabeth dejo la pregunta de Darcy en el aire, mientras clavaba sus ojos en el camino, pero luego disminuyo el paso y, sin mirarlo, respondio-: Si, senor, ella es feliz, a pesar de lo dificil que resulta para mi admitir que algo de lo que al comienzo no me alegre haya redundado en su beneficio. Teniendo en cuenta la naturaleza de Charlotte, sus expectativas y su modo de concebir la vida, ella se siente perfectamente feliz en su matrimonio y yo debo coincidir con ella.
– Entonces, ?piensa usted que la felicidad de una pareja en el matrimonio depende de la compatibilidad de sus naturalezas, las expectativas que tienen en la vida y la similitud de propositos?
Elizabeth guardo un silencio tan prolongado al oir la pregunta que Darcy temio que otra vez no le hubiese escuchado. Finalmente respondio, con una voz tan suave que el tuvo que inclinarse para escucharla.
– Al menos es un comienzo. Si eso no existe, creo que las posibilidades de felicidad son bastante remotas. - Elizabeth lo observo por un momento y luego desvio la mirada, pero el caballero habia quedado satisfecho. Al tratar de descifrar su caracter, ?no habia comparado ella sus maneras de ser y habia senalado su similitud? Darcy conocia y compartia alegremente la agilidad mental y la inteligencia de Elizabeth, su manera de ver la vida. ?Y que sucedia con las expectativas que ella tenia? Ella no podia ser ajena al interes que Darcy le demostraba; sin embargo, actuaba con una reserva y una modestia que despertaban su intensa admiracion y gratitud. El se dedico entonces a contemplar con alegria como eso la colocaba en una posicion ventajosa como su esposa, como duena de Pemberley y como una de las figuras mas importante de la sociedad, mientras disfrutaba al mismo tiempo de la vision de su perfil, hasta que cruzaron la empalizada y llegaron a la entrada de la casa parroquial.
– Hemos llegado, senor Darcy. -La voz de Elizabeth, suave y vacilante, lo arranco de sus pensamientos.
– En efecto, senorita Bennet -respondio el enseguida y, como habia hecho el dia de su primer paseo, se apodero de la mano que descansaba sobre su brazo y se la llevo a los labios-. Que tenga un buen dia, senorita Bennet. -Luego hizo una inclinacion.
– Lo mismo le deseo a usted, senor Darcy. -Ella hizo una reverencia rapida y lo dejo parado entre las flores, a la entrada del sendero que llevaba hasta la puerta de la casa.
El caballero no dio media vuelta hasta que la vio entrar, sana y salva, e incluso despues tardo un poco en marcharse. A pesar de los inconvenientes de la familia de Elizabeth, y su falta de fortuna y relaciones, Darcy se dio cuenta en aquel instante de que el siempre se iba a sentir orgulloso de Elizabeth, y podria confiar en ella porque lo entendia, porque era como el… y el la amaba.
3
No necesario ejercer un gran poder de persuasion -de hecho, ninguno- para convencer a lady Catherine de los beneficios de invitar al parroco para la noche del jueves. Un par de comentarios sobre el agradable efecto de la musica en el transcurso de una velada y el entretenimiento que significaba la presencia de mas personas en la mesa de juego y ?listo! Richard habia guardado silencio mientras Darcy llevaba a su tia a la conclusion deseada, y solo por ese hecho se puso en guardia. Una vez que la notificacion fue enviada y se recibio una agradecida aceptacion, Darcy pudo enfrentarse con admirable calma a la perspectiva de tener que pasar el dia siguiente sin contar con la compania de Elizabeth.
?Manana! Ese dia seria testigo de la culminacion de meses de deseos, negaciones y debates. El fututo de Darcy quedaria definido y de una manera que le resultaba muy satisfactoria: una union como la que el habia observado entre sus padres, en la que habia una profunda conexion entre mente y corazon. Envuelto en su bata, con un vaso de oporto frente a la chimenea de su alcoba, Darcy dejo volar su fantasia y construyo una embriagadora imagen de Elizabeth a su lado, mientras la presentaba en Pemberley. No le cabia duda de que, al principio, se sentiria un poco intimidada; pero tambien estaba seguro de que rapidamente tomaria el dominio de su casa de la misma forma que se habia apoderado de su corazon. Podia verla entre las flores de su madre, haciendose duena del Eden; en el salon de musica, llenandolo suavemente con una cancion, y en la biblioteca, compartiendo un libro, o simplemente la compania mutua, durante la noche de un largo invierno. En realidad, el podia imaginarsela adornando todos los salones de Pemberley con su presencia vivaracha y deliciosa. Los dias pasarian en su dulce compania, seguidos de noches… Suprimio el ultimo pensamiento con un suspiro. Y los criados la adorarian, claro; los Reynolds en Pemberley y los Witcher en Londres. ?Dios, era probable que, en menos de dos semanas, tuviera al mismo Hinchcliffe comiendo de su mano! Darcy se rio para sus adentros. ?Y Georgiana! Darcy sonrio abiertamente. Ah, ahi estaba la otra cuestion importante relacionada con todo aquel asunto, superada solo por la consideracion de su propia felicidad. Al fin, Georgiana tendria una hermana, una amiga a quien amar y contarle sus cosas; alguien en quien el confiaba plenamente y que se preocuparia de manera sincera por su bienestar.
Aunque el contacto de Georgiana con la familia de Elizabeth tendria que ser cuidadosamente dosificado, penso Darcy, conteniendo el agradable vuelo de su fantasia. Dio un sorbo a su oporto mientras recreaba con inquietud una imagen de la familia Bennet. Naturalmente Elizabeth querria verlos, al menos ocasionalmente. Supuso que ella podria viajar a veces a visitarlos, pero no le gusto la idea de estar lejos de ella. Esa razonable objecion dio paso a la funesta idea de que, en ese caso, el tendria que acompanarla durante esas visitas. Tomo otro sorbo de su oporto. ?Una o dos semanas con su familia politica? ?No, eso era sencillamente imposible! Ellos tendrian que venir a Pemberley… cuando el no tuviera otros invitados ni estuviesen esperando a nadie. La idea de ver a la nobleza y la aristocracia de Derbyshire, o incluso a sus parientes Matlock, en el mismo salon con la familia de