– Voy a tener que pedirte que me perdones, Richard. -Darcy nego con la cabeza-. A menos que postergue otra vez nuestro viaje, creo que hay algunos asuntos que requieren mi atencion.

– ?Mas «asuntos», Fitz! -Fitzwilliam lanzo un silbido bajito-. Por favor, atiendelos a la mayor brevedad, porque no creo que pueda soportar otro despliegue de entusiasmo de lady Catherine. Creo que la proxima primavera hare algunos arreglos para no estar disponible. ?Crees que un destino en Espana para atacar a Napoleon sea suficiente excusa? Si, bueno, no lo creo. -Sonrio al oir la risa de Darcy-. Entonces ocupate de tus «asuntos», mientras yo disfruto del dia. ?Tu crees que si te dejo ahora para que los atiendas, habras terminado para el sabado?

– Espero tenerlos resueltos esta noche, o como mucho para manana -le aseguro Darcy-. ?Ahora largate!

– ?Si, senor! -Fitzwilliam se llevo el baston a la frente-. Y si me encuentro con la encantadora senorita Bennet, ?tiene usted alguna orden, senor?

– No permitas que tu admiracion te lleve demasiado lejos. -Sin poder evitar sonar un poco brusco, Darcy desvio la mirada pero, despues de respirar para calmarse, continuo-: y trasmitele mis mejores deseos para que tenga un buen dia.

– Prometido, viejo amigo. -Fitzwilliam no parecio haberse ofendido-. Te informare de su respuesta cuando regrese -dijo por encima del hombro, mientras avanzaba hacia la puerta-. ?Buena suerte con tus «asuntos», Fitz, y buena suerte para mi!

Darcy se dirigio hacia la puerta que Fitzwilliam habia olvidado cerrar y oyo como los pasos ansiosos de su primo se perdian en la lejania. Minutos despues una puerta pesada se cerro y entonces supo que Richard se habia marchado. Lady Catherine habia salido temprano con Anne y su dama de compania, en una mision de benefica injerencia en la vida de sus vecinos, y Darcy tenia Rosings mas o menos para el solo, tal como habia deseado. Una creciente excitacion se apodero de el. ?Solo era cuestion de horas! ?Era cuestion de horas! En el anidaban tanto la esperanza como el temor, y esas dos emociones se alternaban en su corazon. Las palabras de Richard tambien le habian servido de estimulo y advertencia, en la medida en que habia admitido la superioridad de Elizabeth, pero habia atenuado su opinion con el reconocimiento de la realidad de su mundo. Era posible que su primo lo apoyara, pero Darcy no se hacia ilusiones de que eso sucediera sin cierta reserva. ?Por que tiene que ser tan dificil?, se pregunto elevando los ojos al cielo. Se detuvo ante las grandes puertas acristaladas que conducian al jardin y se quedo mirando al vacio. Toda su vida habia sido una criatura sometida al deber y habia cumplido con sus exigencias sin pensar o quejarse. Esta era la unica vez que queria hacer una excepcion. Queria la felicidad, queria el amor. Queria… ?a Elizabeth! Al instante vio su imagen delante de el, sonriendo de esa manera tan increiblemente fascinante, llenando su mente y los rincones mas reconditos de su corazon.

– ?Lo siento mucho, Fitz! Se me olvido por completo. -Fitzwilliam puso cara de arrepentimiento al ver la expresion de fastidio de Darcy, cuando le dijo que habia pasado una hora en compania de Elizabeth y no le habia transmitido sus saludos-. Pero si hablamos de ti, lo cual es muy parecido, ?verdad? -dijo a modo de disculpa, mientras se dirigian a las escaleras.

– ?Eres un inutil! ?Eso no se parece en nada! -replico Darcy.

– Mejor algo que nada. -Richard le sonrio-. Ay, vamos, Fitz. La Bennet estara aqui dentro de un rato y podras expresarle todos tus deseos en persona. ?Pero, ten cuidado, sera absolutamente necesario que abras la boca! -Darcy fulmino a su primo con la mirada y siguio bajando las escaleras, cada vez mas rapido. ?Ella habia hablado de el? Darcy ardia de curiosidad por saber que le habia podido decir Elizabeth a Richard, pero no se atrevio a preguntar, no en esas circunstancias. Si Richard llegaba a tener la mas minima sospecha sobre lo que Darcy pretendia hacer esta noche, estaria pendiente de todos sus movimientos.

Ya habia sido suficientemente enervante estar bajo la ansiosa mirada de Fletcher, mientras lo ayudaba a vestir para la velada. Ninguno de los dos habia hablado, lo cual era bastante inusual, pero cada prenda habia sido colocada y abrochada con la mayor precision. Los pantalones gris oscuro se ajustaban perfectamente al cuerpo, al igual que el discreto pero elegante chaleco color perla. Darcy se habia negado terminantemente a exhibir otra vez el roquet, pero el nudo que Fletcher habia hecho en su lugar parecia una obra de arte no menos incomoda. El ayuda de camara le habia ofrecido despues la levita, deslizandola por los brazos y sobre los hombros con el mayor cuidado, para evitar cualquier arruga sobre la fina tela negra. Luego se la habia ajustado hacia abajo y le habia abrochado la doble fila de botones con tanto cuidado que casi no se atrevio a respirar. Fletcher le habia pasado el reloj y la leontina, observando atentamente como se los colocaba, y enseguida le habia entregado no uno sino dos panuelos.

– ?Dos, Fletcher? -habia preguntado Darcy, rompiendo aquel silencio casi sobrenatural.

– Si, senor -habia contestado el hombre de manera timida-. Uno para usted, senor, y uno para la dama, en caso de que lo necesite. -Darcy se habia limitado a agarrar las dos piezas de algodon sin decir palabra y se las habia guardado rapidamente en el bolsillo de la chaqueta, mientras se preguntaba como diablos hacia Fletcher para saber esas cosas. Cuando por fin estuvo listo, el ayuda de camara lo habia escoltado hasta la puerta y, despues de abrirla, se habia inclinado para despedirlo, diciendole:

– ?Mis mejores deseos para esta noche, senor Darcy!

– Gracias, Fletcher -habia respondido su patron de manera solemne, y solo en ese momento el ayuda de camara lo habia mirado momentaneamente a los ojos.

– A su servicio, senor -habia contestado Fletcher con voz suave, y tras ver el gesto de asentimiento de Darcy, habia cerrado la puerta.

El caballero llego al final de las escaleras dos pasos delante de su primo y doblo enseguida hacia la derecha, rumbo al vestibulo y al salon. ?Ya casi era la hora! Lady Catherine ya estaba presente, sentada en su gran sillon al final de la estancia, al igual que Anne y la senora Jenkinson, que estaban en un divan cercano.

– Darcy -dijo su tia tan pronto lo vio-, tienes que oir esto, ?aunque no lo vas a creer, estoy segura!

– ?Su senoria? -Darcy hizo una inclinacion, pero no tomo asiento en el lugar que ella le habia senalado.

– Uno de los colonos… Fitzwilliam, tu tambien tienes que oir esto. ?A uno de mis colonos se le ha ocurrido recurrir a la caridad de la parroquia! Y evidentemente, ya todo el mundo en Hunsford sabe que lo hizo.

– ?El pobre hombre debe de estar en la miseria! -exclamo Fitzwilliam, pero enseguida recibio una mirada fulminante de lady Catherine.

– ?No puede estar en la miseria! -protesto lady Catherine, ignorando el juicio de su sobrino-. Es uno de mis colonos y, por tanto, es imposible que le falte nada. Eso le dije el trimestre anterior, cuando el administrador me presento una solicitud para que se le perdonara la renta. «Lo que lo tiene en esta situacion es la falta de trabajo, no la falta de caridad», le dije. «Si le perdono la renta de este trimestre, no tengo duda de que recibire la misma solicitud el proximo trimestre».

– Pero yo no he visto ninguna solicitud ni su administrador me informo de que hubiese alguna -intervino Darcy con tono de irritacion. Si le ocultaban ese tipo de cosas, dificilmente podia hacer algo para solucionarlas, antes de que la situacion de los colonos mas pobres de su tia se volviera desesperada.

– ?Claro que no! ?Por que tendria yo que tolerar semejante afrenta al apellido De Bourgh por causa de la pereza de un hombre? ?No lo hare! -exclamo lady Catherine con vehemencia.

– Pero ahora se ha vuelto inevitable, su senoria -replico Darcy con tono de desaprobacion-. El hombre se ha visto obligado a recurrir a la caridad y, como usted dice, «ya todo el mundo lo sabe». ?De quien se trata?

Durante treinta segundos completos, como le informaria mas tarde Richard, Darcy le sostuvo la mirada en silencio a lady Catherine, en espera de una respuesta, pero un grito de la senora Jenkinson dirigido a Anne rompio la tension.

– No se altere, senorita, y recuestese un momento. -Al oir estas palabras, lady Catherine abandono el duelo y se ocupo de su hija, diciendo laconicamente cuando paso junto a Darcy: «Broadbelt, Rosings Hill», antes de pedirle una explicacion a la dama de compania de su hija.

La preocupacion por Anne hizo que Darcy se acercara al divan, pero cuando se inclino para preguntar si podia ayudar en algo, su prima lo miro directamente a la cara y, para su sorpresa, le hizo un rapido guino. Tras salir de su asombro, Darcy oculto su reaccion con una actitud circunspecta y asintio para mostrar que habia entendido. Evidentemente, su prima ocultaba mas cosas de las que le habia revelado durante aquella extraordinaria visita a Kent.

– Me temo que eso significa mas «asuntos» para ti -anuncio Fitzwilliam, cuando se reunio con el a una buena distancia del ansioso grupo que rodeaba el divan.

– Sin duda -contesto Darcy-. Ya me imaginaba de quien estaba hablando. El pobre hombre tiene la peor tierra

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