Catherine representaba un obstaculo inmediato y de gran dificultad, teniendo en cuenta que su absurda idea sobre el compromiso con Anne seria solo la primera descarga que le dispararia. El escandalo que armaria oponiendose a su eleccion seria enorme y estaria alimentado por su amarga decepcion ante el fracaso de unos planes largamente acariciados. Darcy penso que tal vez no seria buena idea llevar a Elizabeth a Rosings esa noche. Seria mejor no exponerla a la ira de su tia hasta que lady Catherine fuese reducida al silencio en lo que a su eleccion de esposa se referia. ?Su esposa! Gracias a la dicha que le produjo ese pensamiento, sintio que el apresuramiento que le habia hecho marcharse de Rosings de esa manera cedia un poco. Dio media vuelta y miro hacia Hunsford. Alli estaba su futuro, su bienestar, la felicidad de todos los que formaban parte de Pemberley. ?Era hora de ir a buscar todo eso!

Comenzo a caminar con determinacion y en pocos minutos llego hasta el bosque. Noto el aire frio entre los arboles, al caminar al abrigo de su sombra mientras recordaba los paseos con Elizabeth alli mismo, sonriendo discretamente. Pronto… ?pronto ella seria suya! La idea lo animo mientras atravesaba el bosque, pero cuando el camino comenzo a descender hacia el pueblo, disminuyo el paso. Con el fin de obtener a la dama tan deseada, todavia tenia que proponerle matrimonio. Aunque sabia que podia confiar en la aguda inteligencia de Elizabeth, tambien era consciente de que, aun asi, debia decir las palabras adecuadas. La formula que habia planeado estaba pensada para la grandeza de Rosings, que le resultaba tan familiar, y le hacia honor al lugar. Pero ahora esas frases y los sentimientos a los cuales aludian le parecian demasiado pomposas y estudiadas para el humilde ambiente del salon de una casa parroquial. No queria parecer un tonto en esa ocasion tan solemne de su vida.

?Todavia puedes regresar!, se apresuro a decir la voz del deber, a medida que se acercaba a Hunsford, pero Darcy sabia que eso era mentira. Ya no podia regresar, de la misma forma que tampoco podia volar. Pero al oir esa advertencia, la tapa que cerraba la multitud de objeciones a aquella decision, y que el creia sellada para siempre, se levanto de repente y fue atacado, con la vehemencia de una furia reprimida, por las acusaciones justificadas de arrastrar a la desgracia a su apellido y a su familia. Los sucesos del baile de Netherfield, los insultos e impertinencias de las cuales habia sido objeto, el espantoso comportamiento y la falta de urbanidad que habia presenciado, todo volvio a aparecer ante el. A medida que se acercaba a la entrada de la rectoria, la magnitud de lo que estaba a punto de hacer se apodero de el. Puso una mano en la verja y se detuvo un momento. Hacia solo unos dias que se habia dado cuenta, alli mismo, de que su corazon estaba decidido y se habia confesado a si mismo, por fin, que, sin ella, la sensacion de plenitud siempre seria una ilusion inalcanzable. Miro hacia la puerta que estaba al final del sendero. Todo lo que deseaba, todo lo que mas deseaba se encontraba ante el.

– La senorita Elizabeth Bennet -le dijo a la criada de ojos sorprendidos que abrio la puerta. La muchacha lo dejo pasar al vestibulo rapidamente y, sin ninguna ceremonia, le hizo una torpe reverencia y balbuceo algo acerca del salon del piso de arriba. Tras enterarse de que alli era donde se encontraba Elizabeth, Darcy asintio y se aparto para dejarla pasar. El ruido de sus pasos sobre las escaleras resono como un trueno en sus oidos, al igual que el dia que la habia sorprendido estando sola. Esta vez, desde luego, el sabia que ella estaba sola, pero el silencio de la casa lo impresiono como cuando uno contiene el aliento en espera de la llegada de una noticia largamente acariciada. El ruido de platos, de una puerta al cerrarse, cualquier sonido domestico habria sido una agradable distraccion para olvidarse de las palpitaciones de su corazon y de las insistentes dudas que le taladraban la mente. Llego hasta la puerta del salon y se detuvo un momento para quitarse los guantes y hacer un intento inutil por serenarse, mientras la criada llamaba y lo anunciaba. Luego, con el sombrero debajo del brazo y el corazon latiendole aceleradamente en el pecho, entro en la estancia.

Sus ojos se encontraron tan pronto atraveso el umbral.

– ?Senor Darcy! -Elizabeth hizo una reverencia. Ansioso como estaba por beber del placer de estar frente a ella despues de casi dos dias, Darcy hizo una inclinacion rapidisima. Ella hizo un gesto distante para indicarle que podia tomar asiento.

– Entonces no esta usted enferma -afirmo apresuradamente, acercandose a ella-. Dijeron que estaba enferma; asi que vine a… Queria oir por mi mismo que se encontraba usted mejor.

– Como puede darse cuenta, senor, lo estoy -contesto Elizabeth con cortesia pero de manera fria, y luego anadio-: Gracias. -Y tomo asiento.

Darcy se alejo y dejo a un lado sus cosas, antes de sentarse en una silla que estaba frente a la que ella habia elegido, con el corazon latiendo desbocado al ver a la mujer que tenia ante el. ?Hermosa! ?Muy hermosa! De su pecho surgieron ardientes e insistentes impulsos que pasaron por encima de su razon, confundiendo aun mas sus pensamientos. Darcy la deseaba, ?ay, cuanto la deseaba! Ella enarco una ceja en silencio. Despues de que ella lo atrapara admirandola abiertamente, el caballero desvio la mirada. Ella no dijo ni una palabra, pero el sonido de su propio corazon, de su respiracion, rugio en los oidos de Darcy, impidiendole pensar.

?Tenia que aclarar sus pensamientos, recuperar el dominio de sus emociones! Se puso en pie y comenzo a pasearse. En contra de toda prudencia, le lanzo una mirada. ?Habla!, exigio su corazon. Se detuvo y se volvio hacia ella, mientras pensaba en lo que le iba a decir. Senorita Elizabeth Bennet, ?me haria usted el honor…? El peso de esa palabra cayo sobre el como un rayo. ?Honor? En este asunto todo el honor era suyo ?y el estaba dispuesto a arrastrarlo de una forma que todo el mundo despreciaria! El gelido disgusto de su familia por el bajo nivel de los parientes que incorporaria a su seno, la fria incomodidad de sus amigos y conocidos cuando estuviera otra vez entre ellos, la burla de sus enemigos, todo se le vino encima. Se volvio hacia la ventana y se quedo mirando al vacio, mientras la noche caia. Hacia solo una hora todo estaba muy claro para el, pero ahora se encontraba de nuevo ahogado en el pantano de la duda y la indecision. Deslizo sus dedos hasta el bolsillo del chaleco, antes de darse cuenta de lo que estaba haciendo. ?Nada! Darcy torcio la boca con contrariedad. ?Claro que los hilos de seda ya no estaban ahi! Los habia lanzado al viento. Se dirigio otra vez hacia el salon y se perdio enseguida en la contemplacion del hermoso perfil de Elizabeth. ?Seria posible que la prudencia tambien se hubiera ido con ellos?

Hermosa, inteligente, elegante. Ella era todas esas cosas. Su voz le fascinaba; su habilidad al piano lo serenaba; su desden por todo artificio coincidia con el suyo; su compasion era sincera; su inteligencia, una delicia; su coraje al tratar de imponer sus opiniones, aun en contra de el, despertaba en Darcy la mas profunda admiracion y deseo. ?Ser el dueno de la encarnacion de todas las virtudes! El orgullo que le produjo la idea de poseerla lo aparto de la ventana. ?Tenia que ser suya! Abrio la boca para hablar, pero, de repente, el salon parecio llenarse con toda la familia: su calculadora madre, sus alocadas hermanas menores, su indiferente y burdo padre, y los oscuros tios y tias que se dedicaban al comercio la rodearon e hicieron que el enmudeciera. Retrocedio, sintiendo los ojos de su propia familia sobre su espalda, mientras le suplicaban en silencio que no hiciera lo que estaba a punto de hacer. Casi al borde del ahogo por la impotencia y la frustracion, volvio a dar un paso al frente y luego otro, hasta pararse en el centro del salon; en ese momento, ella levanto aquellos maravillosos ojos grandes y oscuros, para mirarlo de manera inquisitiva.

?Cielo santo, Elizabeth! Darcy sintio que el corazon se le subia a la garganta, con el fin de expulsar como una marea incontenible las palabras que tenia amontonadas:

– He luchado en vano. Ya no puedo mas. Soy incapaz de contener mis sentimientos -dijo e hizo una brevisima pausa para tomar aire, antes de continuar hablando con la voz cargada de emocion-: Permitame que le diga que la admiro y la amo apasionadamente. -Al oir sus palabras, Elizabeth parecio abrir aun mas los ojos, si eso fuera posible, y enrojecio. Darcy, por su parte, sintio que el alivio de confesar por fin sus sentimientos le producia una exaltacion y un jubilo como los que podrian producirle un vaso de vino fuerte-. Casi desde el momento en que la conoci, senti por usted un amor profundo y apasionado que ha superado todos mis esfuerzos por contrarrestarlo. -A pesar de que el corazon le latia aceleradamente, ahora parecia tener un ritmo mas regular y sus palabras surgian sin freno-. No paso mucho tiempo antes de que me diera cuenta de que estaba hechizado por usted, inexorablemente atraido y cautivado. Ha ocupado mi mente y mi corazon durante meses, senorita Bennet. No he ido a ninguna parte, ni he visto a nadie, sin que usted este conmigo.

Darcy se acerco mas y la miro a los ojos, deseando que ella se levantara y le respondiera con el mismo ardor.

– Soy demasiado consciente de las dificultades que representan las enormes diferencias entre su posicion social y la mia y de los numerosos obstaculos que supone la inferioridad de su familia. Son tan grandes que realmente ningun hombre cabal podria pasarlos por alto. He luchado contra todos ellos desde el comienzo, oponiendo la fuerza de mi inclinacion a mi buen juicio y la certeza de que toda la sociedad y mi familia mas

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