llegar.

Su modo de ser quedo revelado por una historia que me conto el senor Wickham hace algunos meses.

– ?Wickham! -El odiado nombre resono en su interior, hasta estallar finalmente en un rugido de rabia que hizo que los desordenados pensamientos de Darcy se concentraran en uno solo y su puno golpeara la pared. ?Wickham! ?Quien, que conozca las penas que ha pasado…? El caballero parecio atrapar esa idea entre su puno, al tiempo que comenzaba a pasearse otra vez. ?Quien, que conozca! Fuesen cuales fuesen las «penas» que Wickham habia inventado para los oidos de Elizabeth, y de las cuales habia culpado luego a Darcy, le habian hecho un dano irreparable a su nombre. Su reputacion habia sido difamada groseramente y ?para que? ?Para que Wickham pudiera congraciarse con los habitantes de un pueblo remoto y ganarse unas cuantas rondas de cerveza? ?Que demonio lo habia impulsado a desplegar sus mentiras ante Elizabeth?

– ?Senor Darcy?

Darcy se dio media vuelta al percibir la desagradable intrusion y le lanzo a su ayuda de camara una mirada de odio.

– ?Fletcher! ?Que hace usted aqui? -pregunto con brusquedad-. No le he llamado.

Su ayuda de camara lo miro, y la expresion de sorpresa parecio ocultarse bajo la preocupacion que cubrio su rostro.

– Perdon, senor, pense que… es decir, acabo de oir que usted habia regresado y…

– ?Ahorreme sus reflexiones, por favor! -exclamo Darcy, pronunciando cada palabra con rabia-. Esta noche no le necesito. ?Dejeme solo!

Fletcher se puso palido.

– S-si, senor -farfullo, haciendo una inclinacion y deslizandose rapidamente hacia el vestidor, pero Darcy ya habia dado media vuelta, pues su mente estaba otra vez fija en el unico cargo de aquella terrible debacle del que sabia que era totalmente inocente.

?Esto no puede quedar asi!, declaro su honor con fervor. Si habia algo acerca de ese dia de lo que estaba seguro, era que debia descubrir las mentiras de George Wickham que ponian en tela de juicio su honorabilidad y reivindicar su nombre. El orgullo le impediria responder a todos los cargos de Elizabeth, pero en nombre de la justicia, debia aclarar aquellos basados en las falsedades y las insinuaciones de Wickham para dejarlos al descubierto como la calumnia que eran.

Pero ?como podria hacer eso? Estiro el brazo, aferrando el vaso de brandy al pasar. Era poco probable que pudiera tener una entrevista privada despues de lo que habia pasado entre ellos, y la idea tampoco le atraia. Mientras bebia el brandy, su mirada recorrio la habitacion, hasta que, finalmente, se detuvo sobre el escritorio y el papel que descansaba sobre el. ?Una carta! ?Pero acaso la cortesia no exigia que el se la pusiera en las manos personalmente y en privado? Darcy abrazo una de las columnas de la cama, mientras su corazon parecia volver a la vida. Una carta de descargo, entregada personalmente…

Solto la columna, se dirigio al escritorio y se dejo caer sobre la silla, al tiempo que sacaba una hoja grande. Abrio el tintero, rebusco entre las plumas y lapices hasta encontrar una que le gustara y la mojo en la tinta. Escribio el nombre de Elizabeth en la parte superior de la hoja, con una letra cuidada, y luego se detuvo y se recosto contra el respaldo de la silla. Hacia solo unas horas le habria parecido impensable lo que estaba a punto de hacer. En realidad, nunca habia pensado en plasmar sobre el papel ninguna de sus experiencias con Wickham, pero ahora se proponia hacerlo y, mas aun, ?se proponia hacerlo ante los ojos de una mujer que no tenia ninguna relacion con su familia ni interes en sus preocupaciones!

Dejo la pluma sobre el papel. La magnitud de lo que pensaba hacer se enfrentaba a la indignacion de su alma. Su honor requeria -no, exigia- que el le demostrara su inocencia a Elizabeth, pero para hacerlo tendria que confiarle la reputacion de la persona mas proxima a su corazon despues de ella. ?Georgiana! Su corazon se contrajo de dolor al pensar en el peligro en que estaria poniendo a su hermana. Una simple enumeracion de las conductas habituales de Wickham no seria suficiente para sus propositos, y tampoco un relato vago acerca de como habia sido atrapado con una jovencita anonima. Una historia semejante solo seria considerada producto de simples rumores. No, tendria que contarle la verdad completa y dolorosa e implicar a su primo como testigo para corroborarla. Ella, que lo habia juzgado tan mal y tan severamente, se enteraria por su propia mano de algo tan grave que el se habia empenado en ocultar a todo el mundo.

Cerro los ojos para olvidarse de todo y consultar unicamente a su corazon. Hacia unas horas estaba dispuesto a entregarle a Elizabeth todo: su alma, su casa, su gente, su honor… Y ahora, a pesar de todo, ?seguia confiando en ella? Se inclino hacia delante, recorriendo con su mirada el nombre de Elizabeth escrito en la parte superior de la hoja. Luego respiro profunda y decididamente, empuno otra vez la pluma y volvio a mojarla en el tintero.

Con la mirada embotada, Darcy observo fijamente como goteaba sobre el fino papel de su tia la barra de lacre rojo brillante y penso que esas manchas rojas bien podrian ser gotas de su sangre sobre la pagina inmaculada… El ultimo hombre en la tierra con el que podria casarme. Las palabras resonaron con inclemente claridad en su mente y luego se clavaron en su corazon como una daga. Saco su sello personal y estampo el escudo de la familia Darcy sobre la cera blanda. ?Listo! La carta que le habia costado una noche de agonia estaba preparada para llegar a las manos de la mujer que lo habia rechazado con tanta determinacion.

Echo hacia atras la silla del escritorio con un grunido y miro por la ventana, hacia el incipiente amanecer, mientras se frotaba los ojos cansados y enrojecidos. Agotado, tomo la carta y leyo el nombre que habia escrito con tanto cuidado. Senorita Elizabeth Bennet. No paso mucho tiempo antes de que el dolor volviera a invadirlo. ?Como podia haber pensado que estas emociones, que habian surgido en contra de su voluntad, estaban bajo control? ?Acaso el mismo no habia reconocido que no era asi y no se lo habia reconocido tambien a Elizabeth hacia solo unas pocas horas, cuando le habia propuesto matrimonio? Tenia la esperanza de que el hecho de escribir su defensa en contra de las amargas acusaciones de Elizabeth le devolviera el control, pero ahora sabia que aquel ejercicio era unicamente otra vana ilusion en una larga lista de decepciones. Levantandose rapidamente, como si quisiera protegerse de semejante ingenuidad, apago con los dedos la vela moribunda que tenia sobre el escritorio y agradecio aquella ardiente sensacion que lo recorrio de inmediato. Volvio a mirar la carta que reposaba en su mano y la forma en que habia escrito el nombre de Elizabeth sobre el papel. ?Si, lo habia hecho! Solo le quedaba entregar aquella ultima excusa para acercarse a la mujer que habia llegado a amar en contra de su voluntad y comenzar a dejar atras el dolor y la humillacion del dia anterior.

Dejo la carta a un lado, se dirigio a la jarra de plata que habia sobre la mesa y vertio agua en la jofaina. Enrollo las mangas arrugadas de su fina camisa de lino y se inclino para lavarse la cara. Cuando comenzaba a secarse con una toalla, alcanzo a ver su reflejo en el espejo que habia sobre la mesa y casi se sobresalta al ver su propia imagen. Dejo caer lentamente la toalla y, apoyando una mano contra la pared, se inclino hacia delante para mirarse otra vez. Apenas pudo reconocer el rostro que lo miraba desde el espejo. Tenia los ojos enrojecidos por el cansancio, pero eso no le resulto extrano. Habia pasado muchas noches en blanco cuando estudiaba en la universidad, como para no reconocer las senales de la falta de sueno. No, habia algo mas… una cierta impotencia que parecia mirarlo desde el espejo y un nuevo rictus alrededor de la boca que habia cambiado totalmente la expresion de su cara, reemplazando el gesto de seguridad con que siempre se habia enfrentado al mundo.

?El gesto de seguridad! Lo que el siempre habia considerado seguridad, Elizabeth lo habia tachado de arrogancia. Los sentimientos de rabia y orgullo herido del dia anterior volvieron a encenderse, mientras se alejaba de la pared y se paseaba por la habitacion. Las acusaciones ya no le causaban tanto dano, pero seguian enfureciendolo. ?Arrogancia y vanidad! Aquellas dos cualidades abundaban en la mayoria de sus conocidos. ?Eran casi una condicion para ser aceptado en sociedad! Darcy siempre habia despreciado a quienes cultivaban socialmente un cierto tedio vital, que solo podian aliviar con las noticias escandalosas e intrigantes juegos. En lugar de eso, el se habia esforzado por obtener una verdadera inteligencia superior, que le habia permitido conquistar un lugar respetable en el mundo, segun creia. Y lo unico que habia conseguido era ser acusado precisamente de las cosas que aborrecia para ser descrito luego ?como el despiadado verdugo del hombre mas malvado que el conocia!

Se detuvo frente a la ventana y se recosto contra el marco. Ya habia amanecido. La luz del sol se deslizaba lentamente sobre el parque, transmitiendo la timida promesa de un hermoso dia. Cuando los delicados rayos matutinos acariciaron su mejilla, Darcy se relajo y olvido momentaneamente la rabia y la tension. En lugar de esos

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