sentimientos lo invadio la tranquila certeza de que Elizabeth estaba compartiendo el mismo amanecer. Seguramente saldria temprano a pasear por el parque con ese paso seguro y agil que dejaba traslucir sus origenes campesinos.

Darcy sonrio, complaciendose con la imagen creada por su mente, mientras la veia caminando por su ruta favorita. Recordo la primera vez que la habia visto despues de una caminata, con el pelo deliciosamente despeinado por el viento, los ojos brillantes y frescos, impasibles tras un recorrido de tres millas para cuidar a su hermana. Al principio, Darcy habia creido que la enfermedad de su hermana solo era una excusa para permanecer en casa de los Bingley. Incluso habia pensado vanidosamente que el podia ser la razon de que ella hubiese decidido hacerlo. No seria la primera vez que una jovencita ilusionada se inventaba una estratagema para llamar su atencion. Pero Elizabeth realmente estaba preocupada por su hermana ya que habia pasado poco tiempo con los familiares e invitados de Bingley. Su dedicacion hacia su hermana habia sido indiscutible y entonces Darcy habia agregado la entrega a la creciente lista de talentos y gracias que continuaba atrayendolo hacia la mujer a quien antes habia descartado por no ser lo suficientemente guapa como para tentarlo.

Cuanto mas la observaba, mas intrigado se sentia. Cada encuentro con ella comenzaba como un baile cauteloso y terminaba como un elegante enfrentamiento verbal, que, a menudo, lo dejaba dudando de las intenciones de la muchacha, pero nunca de su inteligencia. A veces ella lo habia enfurecido con desafios verbales bruscos pero siempre certeros. Otras veces habia estado tan errada en las aseveraciones acerca de su caracter que el solo podia contener la frustracion que eso le producia poniendo cierta distancia entre los dos, ya fuera real o social. No, Elizabeth no le habia tenido miedo como hombre y tampoco se habia sentido intimidada por su posicion social. Era cierto; tal como habia afirmado de manera categorica, ella nunca habia ambicionado su consideracion. Era totalmente distinta al resto de las mujeres que habia conocido y el la encontraba irresistiblemente encantadora. Darcy recordo la expectacion con que solia levantarse cada manana en Netherfield, durante el otono anterior, preguntandose que direccion tomaria su proximo encuentro verbal.

El amanecer ya estaba a punto de convertirse en manana. Darcy se alejo rapidamente de la ventana. ?No podia llegar tarde! La unica manera discreta de hacerle llegar la carta era entregarsela el mismo, pero ?como iba a acercarsele despues de haber sufrido su rechazo de forma tan categorica? Las amargas palabras que se habian dicho hacian que la tarea fuera casi imposible. Se arreglo la camisa mientras avanzaba hacia el vestidor para buscar su mejor ropa de paseo. Con la solemnidad de un caballero que se esta armando para la batalla, se puso un elegante chaleco y un par de botas relucientes. Tenia que planear cuidadosamente el encuentro. No debia improvisar el asunto, como habia hecho el dia anterior. Se le acercaria con mucha cortesia, le entregaria la carta y enseguida desapareceria para siempre de su vida. Suspiro mientras bajaba el ritmo de sus preparativos hasta detenerse. Luego la soledad, el frio deber que era lo unico que habia conocido antes de ella, regresaria y lo devoraria para siempre.

Busco una corbata almidonada y regreso al espejo para comenzar la meticulosa tarea de hacer un nudo aceptable sin la ayuda de Fletcher. ?No iba a aceptar semejante futuro con docilidad! Tenia que haber algo a lo cual le pudiese dedicar toda esa energia que habia surgido en su corazon, alguien que no lo culpara por ser quien era. Un adorado rostro sonriente aparecio en el espejo junto a su reflejo. ?Georgiana! ?Ella tenia tantas cosas por delante! Pronto se presentaria en sociedad. Su presentacion en la corte tendria lugar ese ano. Era obligatorio que Darcy hablara seriamente con su tia Matlock sobre ello y luego tendria que comenzar la tarea de identificar a los cazadores de fortunas para diferenciarlos de los admiradores sinceros y aceptables que seguramente lloverian sobre la heredera. Su corazon se suavizo gracias al amor que sentia por su hermana. El tenia mucho que aprender de la joven damita en que se estaba convirtiendo Georgiana. Habia tenido la ilusion de que ella y Elizabeth… No, tenia que dejar de pensar en sus ilusiones, en Elizabeth.

Se puso el abrigo, se dirigio al escritorio y tomo la carta. «Senorita Elizabeth Bennet». Tenia tantos recuerdos de ella: su forma de sonreir a sus amigos, la delicada arruga de su frente cuando estaba concentrada, los ojos abiertos por la curiosidad o entornados por la risa. Darcy habia visto como esos ojos se suavizaban con amor y afecto cuando observaba a su familia. ?Cuanto habia deseado ser objeto de esa mirada carinosa, sentir la calidez de esa sonrisa dirigida a el! Sin poder explicarse lo que sentia, se llevo la mano a la mejilla que, de repente, se habia humedecido. Apresuradamente se limpio, pero luego se detuvo y miro hacia abajo. Bajo la tenue luz de la manana, pudo ver una lagrima que brillaba sobre la yema de su dedo.

La manana era muy clara, como correspondia a la pujante primavera, cuyo verdor todavia trataba de hacer desaparecer las huellas del invierno. Cuando Darcy se deslizo de nuevo por la salida de la servidumbre, se detuvo para respirar el aire fresco y limpio, mientras se ponia los guantes, pero el esfuerzo fue inutil. La finalidad de la carta, escrita con firme objetividad incluso desde el saludo, continuaba pesandole en la mano. Solto el aire lentamente. Pronto terminaria todo, todo menos el frio vacio que ya comenzaba a reclamar el lugar que al principio habia ocupado una calida esperanza y, despues, una ardiente indignacion. Trago saliva y comenzo a caminar, ansioso por escapar a los ojos de cualquier persona relacionada con Rosings.

Mas por costumbre que por decision, Darcy atraveso el parque y tomo el camino que cruzaba el bosque, mientras su agotada mente se negaba a concentrarse en cualquier cosa mas dificil que mantener el cuerpo en movimiento. Pero cuando el ejercicio puso a latir la sangre en sus venas con mas fuerza, adquirio mas conciencia de lo que lo rodeaba. Por alli habian caminado juntos; alla la habia cortejado. ?Habria un lugar que hubiese sido testigo de una decepcion mas completa? Cada arbol se erguia como testimonio de su humillacion, penso Darcy. ?Habria sido Elizabeth tan buena actriz, o acaso el habia estado tan ciego? ?Como era posible que el, a quien no habia logrado atrapar ni el diamante mas precioso de los salones mas exclusivos, hubiese quedado subyugado de esa manera por una muchacha campesina sin linaje, solo para ser despreciado e insultado y tener que soportar que le echaran en cara sus justificados escrupulos? Darcy sintio que el nudo de la corbata le apretaba y una oleada de sangre caliente subia a su rostro. ?Por Dios! ?Que era lo que se habia apoderado de el? El deseo, dijo su mente de manera mordaz. El deseo lo habia puesto en ridiculo y la soledad, la nostalgia por tener compania intima y femenina, habian atizado el fuego hasta convertirlo en un incendio que habia convertido su orgullo en cenizas. Su orgullo. ?Las dificultades inherentes a la entrevista que le esperaba atizarian nuevamente las cenizas? Penso en el momento inevitable hacia el cual avanzaba. ?Lo recibiria Elizabeth, o saldria huyendo de esa intromision en su privacidad? Si accedia a hablar con el, ?aceptaria la carta y, despues de aceptarla, la leeria? El caballero levanto la misiva y miro el nombre de Elizabeth escrito de su puno y letra. La noche anterior le habia parecido muy importante y necesario escribir una defensa cuidadosa. Pero la luz de la manana amenazaba ahora con convertir el arduo trabajo de toda una noche en un ejercicio tan vano como las esperanzas que habia albergado el dia anterior. Sacudio la cabeza y apresuro el paso. No habia nada mas que hacer que continuar lo que habia empezado y esperar que la providencia, la curiosidad femenina, persuadieran a Elizabeth de leer su carta. Lo unico que estaba en sus manos era lograr cruzar un saludo cortes con ella y retirarse despues dignamente. Darcy espero poder ser capaz al menos de eso.

Ya casi estaba llegando a Hunsford, cuando se detuvo para calibrar su situacion. Elizabeth todavia no habia dado senales de vida y el no tenia deseos de subir los escalones hasta la puerta de la casa parroquial para buscarla. Se puso el baston de cana debajo del brazo, mientras sacaba el reloj y abria la tapa. Todavia era temprano. Seguramente ella todavia no habia salido a dar su paseo diario, lo que significaba que todavia tenia un rato para pasearse de un lado a otro en medio de la incertidumbre y el nerviosismo. Darcy se volvio a guardar el reloj en el bolsillo del chaleco y se desvio hacia uno de los multiples senderos que atravesaban los cultivos desde Hunsford. Camino hasta que perdio de vista el camino principal y luego dio media vuelta y retrocedio lentamente. Hizo eso varias veces, eligiendo distintas rutas que convergian en su punto de observacion.

Cuando las agoto todas, se detuvo y miro hacia la rectoria, pero el unico movimiento que detecto fue el de una criada que parecia estar dando de comer a las gallinas. Luego, en lugar de regresar a la casa, la mujer puso la cesta en el suelo, se sacudio las manos y se puso un sombrero de paja que tenia atado cuello y le colgaba por la espalda. ?Elizabeth? Darcy entrecerro los ojos para observar mas atentamente, mientras la lejana figura anudaba bien las cintas del sombrero bajo la barbilla y, despues de lanzar una mirada por encima del hombro hacia la casa parroquial, avanzaba hacia la verja de la entrada y se deslizaba rapidamente a traves de la campina. ?Si, Elizabeth! La circulacion de la sangre caliente le produjo un cosquilleo, pero de pronto se quedo helado. Darcy retrocedio un paso entre los arboles. Todavia le afectaba verla, pues su corazon ya se habia acostumbrado a impulsarlo hacia ella; pero luego esa otra voz volvio a entrometerse, afirmando categoricamente que ella no debia descubrirlo esperandola alli mansamente, como si estuviera montando guardia como cualquier idiota ilusionado.

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