ficcion». El criado debia de tener sus razones. En virtud del excepcional servicio que siempre le habia prestado, Darcy no insistiria mas, pero reconocio que era probable que despues tuviera mucho tiempo para lamentarse de la generosidad de esa decision. Ademas, el hombre le habia suministrado precisamente la informacion que necesitaba.
El sendero que llevaba desde Rosings hasta el camino que pasaba por la casa parroquial de Hunsford estaba cubierto de primulas y flores de brillantes colores, pero Darcy solo le dedico una mirada ocasional a su belleza mientras caminaba detras de su primo y el senor Collins. El buen hombre se habia presentado por propia iniciativa en Rosings, tan temprano como era posible sin parecer grosero, y enseguida habia rogado que los huespedes de Rosings le hicieran el honor de ir a conocer a su esposa.
– Nosotros tambien tenemos la alegria de tener huespedes -dijo pavoneandose, bajo la mirada de fascinacion del coronel-. La hermana de mi esposa y una prima mia por parte de padre, a la que el senor Darcy ya ha tenido el placer de conocer, la senorita Elizabeth Bennet, de Hertfordshire.
– Mis sobrinos ya estan enterados de la presencia de la senorita Elizabeth Bennet, senor Collins -lo habia interrumpido tajantemente lady Catherine, mientras Fitzwilliam aceptaba la invitacion-. Ayer, casi inmediatamente despues de su llegada, les conte que ella estaba de visita y les mencione la decepcion que me producia no tener el placer de poder presentarlos. ?Y ahora usted tambien me va a negar el placer de presentarle a Fitzwilliam! -El senor Collins habia fruncido visiblemente el ceno al oir las palabras de lady Catherine y se habia disculpado profusamente por su error. Pero la invitacion ya estaba hecha y alli estaban ahora, en el camino salpicado de flores que conducia a Hunsford.
Insensible a la suntuosa belleza que la naturaleza les ofrecia de manera tan generosa, Darcy se concentro en captar las palabras de la conversacion unilateral que llegaba hasta el por encima de los hombros de los caballeros que iban delante. Fitzwilliam se habia percatado de que la capacidad del senor Collins para hacer el ridiculo era inagotable y por ello monopolizaba abiertamente la conversacion del hombre durante su caminata hasta la casa parroquial. Darcy se sintio agradecido por ello. Las emociones y los temores que combatian en su mente y perturbaban la tranquilidad de su espiritu no le permitian estar en condiciones de soportar las tonterias de Collins; sin embargo, el discurso estudiado del clerigo era la unica fuente de la que podia obtener fragmentos de informacion acerca de Elizabeth, con el fin de prepararse para su primer encuentro desde el baile de Netherfield. Darcy se esforzaba por oir lo que Collins estaba diciendo sin que pareciera estar prestandole atencion, pero el viento se llevaba inevitablemente las palabras hacia el bosque, y otras veces sus frases eran tan retorcidas que carecian de sentido.
Tras renunciar con frustracion, y enervado por el curso que habian tomado sus sentimientos, Darcy trato de recuperar su erosionada compostura. Aunque bastante antes de lo que el habia planeado, ellos iban a encontrarse de nuevo. Y bien, ?que importancia tenia el tiempo? ?Tarde o temprano, antes o despues? ?Acaso el no se habia hecho una promesa cuando dejo que los hilos de bordar se fueran con el viento? ?No iba a abandonar esas convicciones, a las que habia llegado con dificultad pero en las que creia con tanta firmeza como en su honor, solo porque estaba a punto de enfrentarse a la realidad! Sin embargo, Darcy no era ningun tonto. El poder que su imaginacion habia llegado a concederle a Elizabeth no tendria nada que ver con el placer que le produciria la propia presencia de la dama. Se recordo que le estaba prohibido ofrecerle su mano, ahi no habia ningun peligro, pero la agitacion que sentia en ese momento era prueba de que su corazon seguia en peligro. Con tal fin, debia contenerse de manifestarle cualquier tipo de deferencia o atencion, independientemente de las tentaciones que ella le presentara.
Ya faltaba poco. Pronto llegarian a la puerta de la casa. Con expresion divertida, Fitzwilliam retrocedio un paso y se detuvo junto a Darcy, mientras su anfitrion tocaba la campanilla.
– ?Ah, finalmente voy a conocer a la Bennet de la pequena sociedad de Hertfordshire, que mi tia tanto lamenta no poderte presentar porque ya la conoces! -le susurro Fitzwilliam al oido, con una sonrisa. Su ironia hizo que a Darcy se le contrajeran los musculos del estomago. Miro a su primo con curiosidad. ?Acaso Richard sospechaba algo? Ya no habia tiempo de pensar en eso, pues Fitzwilliam ya estaba subiendo las escaleras hacia el piso principal de la rectoria, detras de su ultima diversion. Darcy vio que arriba se abria la puerta del salon y luego oyo el ruido de sillas y pasos suaves, cuando sus ocupantes se levantaron para recibir a los recien llegados. Fitzwilliam desaparecio en el interior del salon y, antes de que pudiera pensar, Darcy estaba frente a Collins, que ya le estaba presentando a su esposa.
– Senora Collins. -El clerigo se dirigio a su mujer de manera formal-. El senor Darcy, a quien debes recordar de su visita a Netherfield el otono pasado. Senor, mi esposa, la senora Collins.
– Senora Collins -contesto Darcy. Mientras le hacia una inclinacion, el fresco aroma de la lavanda llego hasta su nariz. ?Elizabeth! Darcy se obligo a no desviar los ojos de su anfitriona, a pesar de que un torbellino de emociones trato de abrirse paso entre tanta reserva y lo impulso a buscarla, en contra de todas sus consideraciones.
– Bienvenido, senor Darcy -respondio la senora Collins en tono afable-. Es una afortunada coincidencia que usted este de visita en Rosings precisamente cuando Hunsford tambien hospeda visitantes que usted conoce; porque mi hermana, la senorita Lucas, y mi querida amiga, la senorita Elizabeth Bennet, tambien estan con nosotros. -Una jovencita cuyo rostro recordaba vagamente del baile de Netherfield le hizo una reverencia, a la cual Darcy respondio con solemnidad; y luego quedo frente a Elizabeth.
Ante la calida y luminosa imagen de Elizabeth, enmarcada por los brillantes rayos del sol de la manana, Darcy supo que estaba perdido y que todas sus decisiones eran tan consistentes como el humo. ?Elizabeth! El corazon le dio un vuelco, a pesar de todas sus precauciones. Antes de que pudiera tranquilizarse, los hermosos ojos de la muchacha, profundos e inteligentes, le lanzaron una mirada fugaz al encontrarse con los de Darcy, atrapandolo de una manera tan audaz que el sintio que se le cortaba la respiracion y que las preguntas que esos ojos contenian lo clavaban irremediablemente en el suelo. Su corazon, traicionero, comenzo a golpear dolorosamente sus costillas, cuando ella modifico la expresion de sus fascinantes ojos, iluminados por una misteriosa perspicacia femenina, entrecerrandolos para estudiarlo con curiosidad. ?Que estaria buscando? Y lo que resultaba todavia mas angustioso: ?Que era lo que habia descubierto? ?Acaso ella era capaz de acceder con tanta facilidad a todos esos lugares secretos que el se empenaba en defender y fortificar?
Incapaz de desviar la mirada, Darcy solo pudo esperar a que ella llegara a una conclusion. Paso toda una eternidad, durante la cual el aire que se agitaba entre ellos se volvio pesado y denso. Luego la joven enarco una ceja, con aquel gesto tan provocador que lo habia cautivado desde el principio. Levanto un poco la barbilla y una chispa divertida ilumino su franca mirada. La provocacion de sus encantadores rasgos hizo que la presion que Darcy sentia en el pecho amenazara con estallar en un grunido. ?Por Dios, cuanto habia echado de menos el desafio, la fascinacion y la imprevisibilidad de Elizabeth! ?Cuantas veces se la habia imaginado justamente asi? Todas sus defensas contra ella se convirtieron en cenizas mientras que, como el mas preciado de los vinos, el efecto que ella tenia sobre el recorrio todo su cuerpo, poniendo en evidencia todos sus sentidos. Le recordo la sensacion de embriaguez que habia sentido varios meses atras cuando se encontraba en su presencia y que habia arrastrado con el desde entonces, a pesar de lo mucho que se reprendia por hacerlo.
La joven hizo una reverencia. Aunque Darcy apenas pudo percibirlo, el gesto de Elizabeth provoco en el la inclinacion correspondiente y ese intercambio le produjo una oleada de alivio, al ver que su cuerpo no lo habia