dulces cascadas de felicidad. Darcy sintio que su corazon dejaba de latir. Aquella era la Elizabeth del baile de Meryton, con la sonrisa enigmatica y la risa discreta, la Elizabeth del baile de Netherfield, con los rizos indomables y la mirada melancolica, la Elizabeth de Pemberley y Erewile House, cuyos ojos le hablaban mientras el recorria los pasillos acompanado de su fantasma. Con creciente irritacion, vio que Fitzwilliam se inclinaba para susurrarle algo al oido y, antes de que pudiera desviar la mirada, ella ladeo la cabeza y se quedo mirandolo. Sus ojos se encontraron y Darcy no pudo escapar a su fascinacion, como no podia ordenarle a su corazon que dejara de latir. La respuesta a mil preguntas reposaba en las profundidades de aquellos encantadores ojos y el caballero sintio que se moria por hacerlas. Pero antes de que la primera pregunta llegara a asomarse a sus labios, la expresion de la muchacha se hizo mas seria y la risa se desvanecio, mientras adoptaba una mirada pensativa, antes de concentrar de nuevo su atencion hacia su companero de conversacion.

?En que estaria pensando? ?Por que lo habia mirado de esa manera? ?Ay, aquello era intolerable! Una debil vocecita protesto en su interior, diciendo que el comportamiento de Fitzwilliam no tenia por que preocuparle, que el corazon de su primo correria un gran riesgo si se implicaba con ella y que el habia jurado hacia escasamente media hora que no le haria a Elizabeth ninguna demostracion de deferencia o interes. Sin pensarlo dos veces y de manera irracional, Darcy se levanto de su asiento y en un instante se puso a su lado. Tanto Elizabeth como su primo lo miraron con un gesto de sorpresa igual o menor al asombro que el mismo experimento cuando se vio al otro lado del salon. ?Habla!, le ordeno su corazon.

– ?Y su familia, senorita Elizabeth? Confio en que gocen de buena salud. -La pregunta salio de su boca con mas soltura de la que el se habia atrevido a esperar, pero Richard todavia parecia preguntarse por el motivo de su repentina intromision. No obstante, a Darcy poco le importaba lo que su primo pensara de sus modales, porque al fin los ojos de Elizabeth se dirigian directamente a el. La edad no puede marchitarla, ni la costumbre debilitar la variedad infinita que hay en ella. La magistral descripcion que hizo Shakespeare de la legendaria reina de Egipto era perfecta para Elizabeth. El placer que ella producia era incalculable.

– Cuando los deje, todos gozaban de buena salud, senor, y desde entonces he sabido que todo va perfectamente. Es usted muy amable por preguntar. -Elizabeth respondio con mesura y cortesia, pero desvio la mirada casi antes de terminar de responder. ?Eso iba a ser todo? ?Pero no! Los ojos de la muchacha volvieron a fijarse en el, lo cual le hizo albergar esperanzas-. Mi hermana mayor ha pasado estos tres meses en Londres. ?No la habra visto usted, por casualidad?

?Ella no habria podido lanzarle un dardo mas inesperado! ?Como podia haberlo olvidado? No, Darcy no habia visto a la hermana de Elizabeth, pero se habia enterado de que estaba en Londres, habia conspirado contra ella. Sintio que su conciencia hacia estragos en su cabeza, mientras ella esperaba una respuesta y lo miraba con un gesto indescifrable. Richard tambien lo miro con curiosidad. ?Darcy era un tonto, mil veces tonto, por haber sucumbido!

– No, senorita Elizabeth. -Se inclino en senal de disculpa-. Lamento decir que no tuve el placer de encontrarme a su hermana en Londres. -Ella parecio aceptar sus palabras, pero a el le remordia tanto la conciencia que ya no pudo permanecer a su lado. Sin decir otra palabra, se retiro hacia la ventana y se quedo mirando el jardin de la senora Collins. Dejaria que todo el mundo creyera que estaba absorto en la contemplacion del condenado jardin. Cualquier cosa era buena para ocultar que casi habia hecho el ridiculo a pesar de sus propias convicciones. ?Maldita debilidad! Se juro que aquello no volveria a pasar, no debia volver a ocurrir.

2 Precioso para poseerlo

Los ruidos procedentes del vestidor eran inconfundibles. Darcy se giro pesadamente y se hundio entre las almohadas, haciendo un ultimo intento por encontrar una posicion comoda en la inmensa cama, antes de que Fletcher…

– ?Buenos dias, senor!

?Demasiado tarde! Darcy solto un grunido y luego, con la decision que lo caracterizaba, agarro las sabanas y aparto las mantas. Con un solo movimiento, dio una vuelta sobre aquel instrumento de tortura nocturna y se puso en pie.

– Es una hermosa manana de domingo, senor. Tal como debe ser en Pascua. -Fletcher levanto las manos y corrio las pesadas cortinas de damasco que habian estado ocultando la manana hasta ese momento. Se volvio hacia su patron y le dijo con ojos sonrientes-: Lady Catherine desea que le recuerde que la calesa saldra a las diez en punto y que el desayuno se servira en famille a las nueve, en el salon del desayuno.

– Como sucede todas las Pascuas, al menos desde que yo tengo cuatro anos -refunfuno Darcy, tratando de estirar los musculos de su espalda dolorida. Bostezo y se dirigio hasta la ventana para juzgar por si mismo la exactitud de la afirmacion de Fletcher sobre el dia que empezaba. Entrecerro los ojos y observo el parque banado por el sol. Si, seria un dia esplendido. Las unicas nubes que se recortaban en el amplio cielo azul parecian copos blancos de algodon, totalmente inofensivos. Una ligera brisa agitaba las hojas del bosquecillo que separaba Rosings de la aldea de Hunsford y Darcy penso que le habria gustado traer a Nelson, su caballo, para aprovechar el dia como a el le gustaba.

– Son las siete en punto, senor Darcy. -La voz de Fletcher interrumpio su contemplacion de las colinas verdes y los caminos bordeados de arboles, mientras galopaba en su caballo-. ?Desea usted que prepare…?

Un golpe energico en la puerta de la habitacion interrumpio la pregunta del ayuda de camara e hizo que los dos hombres se giraran sorprendidos, al mismo tiempo que la puerta se abria y aparecia la cabeza del coronel Fitzwilliam.

– ?Oh, excelente, Fitz! ?Estas levantado! Pero, Fletcher… -Fitzwilliam entro, cerrando la puerta tras el con suavidad-. ?Usted todavia no lo ha afeitado! Son ya las siete.

– Si, senor, estaba a punto de…

– Bueno, entonces, ?pongase en marcha, hombre! El tiempo corre inexorablemente. -Richard le dirigio una sonrisa al ayuda de camara, que se inclino ante las ordenes de un oficial superior y enseguida se puso a preparar los utiles de afeitar. Richard se giro hacia su primo-. ?He dicho «en marcha»? -pregunto con ironia y luego fingio un suspiro-. Supongo que llevo mucho tiempo en el ejercito. ?Pronto ya no sere buena compania!

Darcy resoplo, concentrandose de nuevo en la contemplacion del parque.

– ?No hay nada que temer! Pareces hacerlo bastante bien.

– ?Si, en realidad asi es! -se enorgullecio Fitzwilliam-. Y esa es la razon para que este aqui. Quisiera agilizar un poco el protocolo de la manana, de manera que pueda disfrutar de la compania de las damas de la rectoria antes de que empiecen los servicios. -Hizo una pausa, esperando algun comentario de Darcy, pero como su primo no dijo nada, continuo-: Me atreveria a decir que la agradable conversacion de la Bennet sera una buena compensacion por la tortura de oir el sermon del senor Collins.

– Por fin te has hartado de el, ?no es verdad? Has ido de visita al menos dos veces esta semana -murmuro Darcy, mientras recorria con la mirada el camino que atravesaba el bosque. Por encima de las copas de los arboles, alcanzaba a ver una esquina de la torre de la iglesia. La rectoria estaba a la derecha, ?no?

– ?Mas que hartarme, sin duda! Pero me habria arriesgado a soportar su aburrido parloteo mas veces si hubiese sido apropiado… Si tu hubieses dejado a un lado los libros de contabilidad y me hubieses acompanado, Fitz, para mantener ocupado al buen Collins, como debe hacer todo primo devoto. ?Que me parta un rayo si la Bennet no puede mantener facilmente mi atencion por…! ?Que?

Darcy se volvio bruscamente hacia su primo.

– ?Sera posible que no podamos tener una conversacion sin que la senorita Elizabeth Bennet salga siempre a colacion?

Fitzwilliam lo miro con asombro.

– Me imagino que si, primo; pero nunca antes habia visto que te molestara hablar de una jovencita hermosa. Si eso es lo que quieres…

– Eso es lo que quiero -interrumpio Darcy de manera energica y comenzo a dirigirse hacia el vestidor. Seguramente Fletcher ya estaba listo, y si afeitarse le servia de pretexto para acabar con la charla de Richard,

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