criatura patetica que solo inspiraba compasion y con la cual no tenia nada que ver ningun hombre joven y saludable. Y, para deshonra de Darcy, el no tenia nada que ver con ella.
La iglesia de Hunsford era un edificio respetable. La estructura en si no era muy imponente, ni la nave particularmente larga, pero casi le dio la sensacion de que era la mismisima abadia de Westminster, a juzgar por el tiempo que parecio necesitar para escoltar a su prima hasta el banco de los De Bourgh y llevarla junto a lady Catherine. Despues de completar por fin el recorrido, Darcy dejo a Anne en el banco, pensando que habia quedado libre para mezclarse con el resto de la congregacion y buscar el perfil de Elizabeth. Mientras colocaba a un lado el baston y el sombrero, penso que Richard ya debia de haberla encontrado, y que solo necesitaria fijarse en la direccion de la mirada de su primo. Sin embargo, tras lanzarle una ojeada furtiva a Fitzwilliam por encima de Anne, comprobo que, lejos de estar coqueteando con Elizabeth, el habitual buen humor de su primo parecia haberse esfumado. Sabia por experiencia que la unica persona que se habia podido enfrentar a lady Catherine y hacerle adoptar una cierta reserva femenina habia sido su padre. Desde su muerte, los aspectos mas femeninos de la naturaleza de su tia habian desaparecido totalmente bajo la tendencia autoritaria a no tener en cuenta cualquier opinion distinta a la suya, y Richard estaba sufriendo en aquel momento el impacto de su ultimo ataque.
Un ligero movimiento y una cancion procedentes de la parte posterior de la iglesia hicieron que la congregacion se pusiera en pie. Como si actuara por inercia, Darcy se levanto enseguida, tratando de olvidar las desventuras de sus primos y concentrandose en localizar a Elizabeth en medio de los feligreses. Dando gracias otra vez por su estatura, comenzo a observar atentamente la multitud de sombreros adornados con flores y frutas, en busca del que protegia la esplendorosa belleza de Elizabeth de las miradas furtivas, pero en ese momento el coro de ninos comenzo la procesion y sus voces -no del todo afinadas, pero fuertes y claras- comenzaron a resonar entre los antiguos muros. Darcy miro rapidamente a lo largo del pasillo. Detras de los ninos, con paso solemne y los ojos dirigidos con devocion hacia el cielo, venia el senor Collins, cuya casulla blanca almidonada parecia casi ahogarlo. Asi siguio hasta que llego al banco de los De Bourgh, donde sorprendio a Darcy y a Fitzwilliam y se volvio rapidamente en direccion de la familia, para inclinarse ante cada uno de los parientes de su noble patrona. Justo cuando el ridiculo hombre se estaba levantando de aquellas molestas adulaciones, Darcy vio detras de el, y al otro lado del pasillo, un rayo azul que provenia de la cinta de un sombrero de paja adornado con lirios frescos del valle. Cuando el ala del sombrero se levanto, aparecieron un par de ojos castanos como de terciopelo, por encima de una nariz elegante y unos encantadores labios que su duena cubria con delicados dedos enguantados, con el fin de ocultar la risa. La imagen le resulto extraordinariamente encantadora, y se sintio mas que dispuesto a permitir que aquella fascinacion lo envolviera.
Absortos en la contemplacion del senor Collins, los vivaces ojos de Elizabeth parecian bailar de risa. Pero no contenta con observar las ridiculas atenciones de su primo, la muchacha procedio a examinar el efecto que tenian sobre los demas y, para sorpresa de Darcy, comenzo con una inspeccion de su rostro. El brillo divertido en los ojos de Elizabeth y la dulce curvatura de sus labios lo atravesaron como un rayo, aturdiendo sus sentidos, y durante ese eterno segundo Darcy no pudo hacer otra cosa que esperar la reaccion de la muchacha. Una ligera expresion de desconcierto se dibujo en el rostro de Elizabeth. Aunque eso le dio un respiro al caballero, la mirada de confusion de la dama avivo su curiosidad. ?Que era lo que tanto la intrigaba?
El final de oracion indico que la congregacion podia volver a sentarse, lo cual le dio a Darcy solo unos pocos segundos para lanzarle otra mirada furtiva a Elizabeth. La curiosidad que habia avivado el rostro de la muchacha habia sido reemplazada ahora por una expresion reflexiva, mientras contemplaba las delicadas vidrieras, regalo del abuelo de sir Lewis, que decoraban majestuosamente el abside, mas alla del pulpito. Su serio semblante le conferia un aire encantador. Darcy habria dado cualquier cosa por conocer la naturaleza de los pensamientos que provocaban semejante despliegue de belleza, pero luego se sintio culpable al darse cuenta de que, otra vez, estaba invadiendo la intimidad de la muchacha. Abandono su secreta incursion con reticencia, y sin que ella se diera cuenta se concentro en el desafortunado pastor de Hunsford. Sus experiencias anteriores con el presuntuoso hombrecillo no habian incluido una muestra de sus sermones formales, asi que aquel era, por decirlo de alguna manera, el «discurso inaugural» del clerigo. Darcy no tenia grandes expectativas, pero mientras el senor Collins colocaba varias veces sus notas en el pulpito, el visitante se preparo para concederle el beneficio de un voto de confianza.
Cuando finalmente logro organizar los papeles a satisfaccion, el senor Collins se dirigio a la familia de su benefactora y, para consternacion de Darcy, volvio a hacerles una reverencia, tras la cual lady Catherine hizo un gesto de asentimiento para indicar que lo autorizaba a proseguir. Con creciente inquietud, Darcy observo como el parroco adoptaba una expresion de solemnidad y le decia a sus fieles:
– Mi lectura de esta manana pertenece a la Epistola a los Colosenses, capitulo tres: «Aspirad a las cosas celestiales, no a las terrenales». El tema para esta manana de Pascua, mi fiel congregacion, es el de las aspiraciones o, mas precisamente, lo que se ha llamado afectos o emociones religiosas. Es decir, hoy os hablare en contra de los vulgares excesos del «entusiasmo».
– ?Ay, no! -refunfuno Fitzwilliam, mientras se encogia en el banco, pero Darcy se puso alerta. Aquello era obra de su tia, estaba seguro.
– El texto -continuo el portavoz de lady Catherine- nos invita a fijar nuestros afectos en las cosas superiores. Pero esto no se puede interpretar como un permiso para caer en arrebatos de emocion. ?El cielo no lo permita! La religion es un asunto de una naturaleza mas rigurosa; mas sobria y firme. Ella rechaza tajantemente el apoyo de algo tan volatil, tan trivial e inutil como la imaginacion vivaz y el flujo incontrolable de, si vosotros me perdonais la expresion, el «espiritu animal». Esas cosas encuentran refugio en la imaginacion calenturienta y desordenada de los «entusiastas», pero no en el entendimiento desapasionado y racional que el Ser Supremo exige al verdadero hombre religioso.
?La imaginacion calenturienta y desordenada? Darcy cruzo los brazos sobre el pecho y levanto su mirada penetrante hacia el titere de su tia.
– No, mis queridos feligreses. -Collins golpeo el pulpito con la palma de la mano con un gesto teatral-. La verdadera sabiduria, la verdadera religion nos invita a dominar las pasiones y sus desordenes para poder cultivar las virtudes morales. Solo debemos cumplir las condiciones que nos imponen el deber y el honor, aprender a conciencia esta leccion del Evangelio y todo ira bien. Aspirar a las cosas celestiales es
?Ser mejores personas! Darcy se movio con incomodidad, pues sentia que el banco se volvia cada vez mas duro. El honor y el deber eran el aire que el siempre habia respirado, pero ?acaso no se habia sentido ultimamente tentado a abandonarlos? ?Acaso no habia estado increiblemente cerca de sucumbir a las estratagemas de lady Sylvanie, cuya tragica locura le habia mostrado, no obstante, la profundidad del odio que albergaba en su propio corazon? ?Y habia podido extinguirlo en los meses que habian transcurrido desde entonces?
– Porque yo os digo que las exageraciones de fanaticos como esos infames de Newton o Whitefield, en el siglo pasado, o Bunyan y Donne, antes que ellos, no son mas que eso. -Con un gesto despectivo, el senor Collins descalifico a hombres que lo superaban con creces en sus capacidades teologicas y literarias-. ?Y no necesito recordaros adonde conduce eso! -Hizo una pausa para aumentar el efecto dramatico de sus palabras y luego espeto-: ?Al regicidio!
Fitzwilliam solto otro grunido.
– ?Por Dios, ahora lady Catherine le va a escribir a mi padre que estoy planeando matar al viejo George!
Darcy fruncio el entrecejo con gesto amenazante y entrecerro los ojos hasta que no pudo ver mas que una raya. Si aquello reflejaba la opinion de lady Catherine, y no le cabia ninguna duda de que el sermon de Collins habia sido escrito bajo la direccion de su tia, ?ella nunca debia estar dos minutos sola con Georgiana!
– Confiad, mejor, en la razon, la esclava de lo divino, y en vuestros padres espirituales, y yo me precio de haber sido nombrado y recomendado como tal por su senoria lady Catherine de Bourgh, para que os indiquen que es una aspiracion apropiada y aceptable a los ojos del cielo. Y asi termina esta ensenanza. Amen.
Despues de la bendicion, los ninos del coro comenzaron a cantar otra vez con voz desafinada e iniciaron el himno que marcaba el final del oficio, mientras se retiraban por el pasillo, seguidos por el senor Collins. Un suave suspiro cerca de su hombro le recordo a Darcy sus deberes para con su prima. Haciendo a un lado su disgusto, tomo rapidamente el sombrero y el baston y recogio tambien el libro de plegarias de Anne. Luego le lanzo una mirada a Elizabeth, mientras salia del banco de los De Bourgh. Le parecio que ella estaba todavia mas pensativa, mas adorable que antes, y deseo profundamente poder acercarsele, saludarla al menos, antes de marcharse.