Con la respiracion un poco agitada, Georgiana dijo:
– Senor Gardiner, senora Gardiner, senorita Elizabeth Bennet. -Espero un momento, temblando un poco, mientras todos se volvian para escucharla-. Mi hermano y yo nos sentiriamos muy honrados si ustedes aceptaran cenar con nosotros en Pemberley. ?Les resultaria conveniente pasado manana? -Darcy miro a Elizabeth para calibrar su reaccion, pero tan pronto adivino el proposito de las palabras de Georgiana, la muchacha volvio la cara; ni siquiera su tia pudo ver su expresion. ?Esa era, entonces, su respuesta? penso Darcy. Pero luego volvio a mirar a la senora Gardiner, que tenia una curiosa sonrisa. ?Acaso sabia algo? ?Seria la confidente de Elizabeth? Darcy observo como la senora miraba a los ojos a su marido y parecian ponerse de acuerdo.
– Senorita Darcy, senor Darcy. -La senora Gardiner dio un paso al frente e hizo una reverencia-. Nos complace mucho aceptar su invitacion a cenar en Pemberley.
Darcy movio las riendas y el cabriole comenzo a avanzar. Tenia que recorrer primero las estrechas calles del pueblo hacia el puente sobre el Ere, pero cuando el caballo adopto un trotecillo agradable y las ruedas dejaron de estrellarse contra los adoquines, el caballero pudo recrear en su mente los sucesos de la ultima hora. Todos estaban mucho mas contentos al bajar las escaleras de la posada que al subirlas, penso Darcy. Cuando tomo el brazo de Georgiana para ayudarla a bajar y salir al sol, habia sentido lo feliz y tranquila que estaba y, si eso no fuese suficiente, la sonrisa de su rostro habia confirmado sus sospechas. En cuanto a el, se habia visto obligado a contenerse para mantener una actitud de neutralidad, pues sentia que la sonrisa todavia amenazaba con asomarse a la boca. Tras dirigir el caballo hacia el puente que salia de Lambton, Darcy se sintio mas que complacido al notar la mano de su hermana descansando comodamente en torno a su brazo y el cosquilleo de su respiracion contra la mejilla.
– Ay, Fitzwilliam, ?me ha parecido tan agradable! ?Crees que…? -Georgiana se detuvo un momento-. ?Crees que ella piensa lo mismo de mi? Fue tan amable, tan cordial…; parecia utilizar exactamente las palabras adecuadas. Y me escucho con atencion, aunque yo apenas sabia que decir. Pero luego hablamos de musica y sobre la familia y sobre ti… un poquito. -Darcy aguzo el oido al oir esto ultimo, pero no pregunto nada-. Ahi fue mas facil.
– ?Entonces te hace ilusion que vengan a cenar -pregunto Darcy- y no te arrepientes de haberlos invitado?
– ?Claro que no me arrepiento! La senora Gardiner es muy gentil y el senor Gardiner parece un caballero bondadoso y amable, al que solo una completa tonta le tendria miedo.
Darcy se rio entre dientes al oir el tono de reprimenda con que Georgiana se referia a sus temores de hacia un rato.
– Si, solo una completa tonta, eso seguro. -El caballo disminuyo el paso a medida que se preparaba para hacer pasar el carruaje por el punto mas alto del arco que formaba el puente. El ruido del rio y el golpeteo de los cascos contra los adoquines impidieron que Darcy oyera la respuesta de Georgiana. Ya en el otro lado, miro a su hermana-. Eres consciente de que es posible que la senorita Elizabeth Bennet y la senora Gardiner te devuelvan la visita manana, ?verdad? ?Vas a estar bien? ?Quieres que regrese pronto de la pesca? -Darcy hizo su oferta con la esperanza de sonar desinteresado, pero en realidad se debatia entre dos deseos igualmente fuertes. Por un lado, deberia ausentarse del salon si verdaderamente deseaba apartar del camino cualquier obstaculo que pudiera interferir en la incipiente amistad entre Georgiana y Elizabeth; por otro lado, no era capaz de pensar en como iba a hacer para mantenerse alejado, sabiendo que Elizabeth estaba en Pemberley.
– La senorita Bingley y la senora Hurst estaran alli. ?Acaso no se alegraran de ver a la senorita Elizabeth?
– Yo no dependeria de la alegria de ninguna de esas senoras para que la manana resultara agradable - respondio Darcy-, pero seguramente la senora Annesley sabra como hacer que tus invitadas se sientan a gusto.
– Claro, la senora Annesley. -Georgiana asintio y luego lo miro de reojo-. Sin embargo, seria estupendo que tu pudieras venir… solo para estar seguros. ?Tal vez hacia el final de la visita?
Darcy la miro un instante y luego desvio la mirada. ?Se trataria de una especie de subterfugio femenino o el resurgimiento de su timidez? Fuese cual fuese, era una puerta abierta que Darcy tendria mucho gusto en cruzar. Tomando las riendas con una sola mano, acaricio con la otra los dedos enguantados de su hermana, que estaban enroscados en su brazo.
– Entonces aparecere hacia el final.
El dominio del arte de la pesca que tenia el senor Gardiner era algo digno de ver, pero lo que lo hizo entrar a formar parte del creciente circulo de personas que Darcy respetaba fue, en realidad, su tranquilo y agradable silencio. No era probable que Bingley o Hurst alcanzaran alguna vez la categoria de verdaderos pescadores; las carcajadas de Bingley y los rugidos de Hurst no permitian que ni ellos ni las truchas tuvieran paz para disfrutar de un apacible dia. En consecuencia, no paso mucho tiempo antes de que Darcy y el senor Gardiner se encontraran hombro a hombro, lejos de los lugares a lo largo del Ere que los otros dos caballeros habian elegido para instalarse. Al mirar a Gardiner, Darcy recordo la ultima excursion de pesca que el y su padre habian hecho a Escocia, durante el verano anterior a su entrada a Cambridge. Aunque en esa epoca Darcy no igualaba las habilidades de su padre, este lo habia tratado como si asi fuera y la tranquila compania y el buen espiritu de aquella excursion eran muy similares a lo que el sentia en ese momento. Si no fuera por la perturbadora idea de que en esos mismos instantes Elizabeth estaba en el salon de Pemberley y la curiosidad que lo asaltaba por saber lo que alli ocurria, Darcy habria estado dispuesto a declarar que aquella era una manera satisfactoria de pasar la manana.
– Senor Darcy, permitame agradecerle nuevamente esta invitacion -dijo el senor Gardiner en voz baja-. Hace mucho tiempo que no disfrutaba de este placer y nunca crei que, acompanando a dos damas, podria presentarseme una oportunidad semejante. ?Ha sido providencial!
– El placer es mio, senor -respondio Darcy, sintiendose feliz al descubrir que realmente lo sentia-. Espero que no pase usted de largo por Pemberley en un futuro viaje por Derbyshire. Si yo no estoy en casa, Sherrill, mi administrador, tendra mucho gusto en atenderlo.
– Es usted muy amable, senor. -Pasaron diez minutos de silencio antes de que el hombre tosiera y se aclarara la garganta-. Ah, senor Darcy, le ruego que no se sienta obligado a quedarse conmigo todo el tiempo. Estare feliz de pasar la proxima hora solo, en comunion con la providencia y las truchas, si usted tiene alguna obligacion que atender. -El senor Gardiner lo miro con ingenuidad durante un segundo-. Por favor, no permita que lo entretenga.
?Acaso habia sido tan evidente? Al mirar de cerca al hombre, Darcy no pudo detectar ninguna insinuacion subrepticia o sospechosa, solo la serena dicha de estar justamente donde estaba. ?Otra puerta abierta? Darcy recogio el anzuelo y puso el aparejo al lado de la cesta que compartian.
– Hay algo que le prometi a la senorita Darcy y que debo atender antes de que sus invitadas se vayan - explico. La excusa le sono bastante pobre e insustancial, pero el senor Gardiner asintio con sabiduria, como si la explicacion tuviera toda la apariencia de una razon de peso-. Si usted tiene la bondad de disculparme, me ocupare de ello enseguida. -El senor Gardiner se despidio y, respirando hondo, Darcy se dirigio a la casa, a un paso cada vez mas acelerado a medida que se acercaba. Tras obligarse a subir pausadamente las escaleras que hubiese querido saltar de tres en tres, se detuvo solo lo suficiente para arreglarse el chaleco y la chaqueta, antes de hacerle una sena al lacayo para que abriera la puerta del salon.
Al entrar, todas las conversaciones se detuvieron. Darcy se encontro acechado por la mirada curiosa de muchos ojos femeninos.
– Senoras. -Hizo una inclinacion tras saludarlas a todas con una sonrisa cortes-. Espero que disculpen mi intromision. -Aunque todo su ser estaba pendiente de la presencia de Elizabeth, Darcy se dio cuenta enseguida de que Georgiana estaba un poco tensa. Pudo adivinar rapidamente la fuente de esa tension, porque la senorita Bingley tenia en su rostro una de las sonrisas mas falsas que el habia visto jamas. Pero Caroline Bingley era lo que menos le importaba en ese estupendo dia, asi que paso de largo, para tomar la mano de Georgiana.
– Vamos, querida -susurro, levantandola del lado de la senora Annesley para llevarla a que se sentara junto a Elizabeth, en uno de los divanes-. Senorita Elizabeth, ?le ha contado mi hermana acerca del ultimo concierto al que asistimos antes de salir de Londres? -Se detuvo al otro lado de Georgiana y se atrevio a mirar la cara sonriente de Elizabeth. Llevaba puesto un vestido de muselina sencillo, pero que le sentaba muy bien, color