Antipodas, y no acercandosele para invitarla a su casa. Recordo las emociones que se habian asomado al rostro de la muchacha mientras estaban conversando. Confusion, incomodidad… ambas habian ensombrecido su hermosura, pero no habia habido ningun rastro de aversion o de esa fria cortesia que el habia temido que marcaria un posible reencuentro. Aunque se recordo que tampoco habia habido indicio alguno de que se alegrara de verlo. Bueno, no habia nada que hacer. El no podia mantenerse alejado de ella, no alli, en sus propias tierras, donde tenia la mejor oportunidad de mostrarle a Elizabeth, de expresarle su gratitud por lo que ella habia hecho por el. Al pensar en eso, sintio una sensacion de plenitud en el corazon y la increible suerte que representaba el hecho de que ella estuviese visitando Pemberley volvio a apoderarse de el. Siguio avanzando hasta que, al dar la vuelta a un recodo del camino, se encontro con ellos.
Esta vez Elizabeth lo pudo saludar con su habitual compostura. Darcy se estaba levantando de la inclinacion que le hizo al saludarla, cuando oyo los epitetos «encantador» y «precioso» aplicados a todo lo que habia visto. Esforzandose por mostrar un placer mas moderado del que le gustaria, al oir las palabras de la joven, Darcy le dio las gracias. Todos los visitantes solian describir Pemberley con los calificativos de «encantador» y «precioso», pero esos elogios nunca habian sido tan significativos para el. A Elizabeth le parecia que su casa era encantadora y preciosa. Mejor que mejor. Sin embargo, su euforia duro poco, porque tan pronto como el caballero mostro su agradecimiento, ella se sonrojo y se quedo callada. Sin saber a que se debia el cambio de actitud, el vacilo. Necesitaba hacerla hablar otra vez, intentar establecer una conversacion sin incomodidad alguna. ?Que podia hacer? ?Sus acompanantes! ?Como podia haberlos ignorado durante tanto tiempo? Debian pensar que el…
– Senorita Elizabeth, ?me haria usted el honor de presentarme a sus amigos? -La mirada con que ella respondio a su solicitud fue una curiosa mezcla de sorpresa y risa. Mientras la seguia hasta donde esperaban sus amigos, Darcy se prometio a si mismo no defraudarla, independientemente de cuales fueran sus expectativas.
– Tia Gardiner, tio Gardiner, ?me permitis presentaros al senor Darcy? Senor Darcy, mi tia y mi tio, el senor Edward Gardiner y la senora de Edward Gardiner.
?Sus tios! Darcy los miro sorprendido. Deberia haberlo adivinado, pero el tranquilo caballero y la dama que tenia ante el no se parecian en lo mas minimo a los otros miembros de la familia que el conocia.
– Es un placer, senor. -Darcy hizo una inclinacion.
– El placer es mio, senor -respondio el senor Gardiner-. Llevamos un rato disfrutando de su casa y sus tierras, senor Darcy, y debo decirle en primer lugar que sus sirvientes nos han atendido esplendidamente. Nos hemos sentido mejor acogidos en Pemberley que en cualquier otra mansion de las que hemos visitado durante nuestras vacaciones.
– ?Me alegra oir eso, senor! -Darcy sonrio al notar que el placer que dejaba traslucir la voz del hombre era autentico-. Nos complace habernos hecho merecedores de semejante cumplido. -Darcy se volvio hacia la dama-. Senora, espero que la visita del parque no haya resultado demasiado agotadora para usted. Es un recorrido bastante largo.
La senora Gardiner le sonrio de manera abierta.
– Le confieso, senor, que estoy un poco cansada, pero rara vez me habia sentido tan bien recompensada por el esfuerzo. Pemberley es mas hermoso de lo que las palabras pueden describir.
– Gracias, senora. -Darcy hizo otra inclinacion-. Si estan de acuerdo, por favor, permitanme acompanarlos durante el camino de vuelta, en lugar de Simon. Creo que conozco casi tan bien como el todos estos senderos. - Todos accedieron de inmediato y, tras despedirse del jardinero, que regreso a sus ocupaciones, Darcy se coloco al lado del tio de Elizabeth y empezaron a andar. No necesito mas que unos cuantos minutos para descubrir que el senor Gardiner no solo era un hombre de una inteligencia y un gusto muy especiales, sino tambien un aficionado a la pesca. Contento por haber encontrado algo que compartian tan intimamente, Darcy invito a su visitante a pescar en el rio cuando quisiera e incluso se ofrecio a suministrarle aparejos y le aconsejo cuales eran los mejores lugares para lanzar el anzuelo.
En medio de las historias de pesca de los senores, las damas que iban delante descendieron hasta el rio atraidas por la admiracion de una curiosa planta acuatica. Con una nota de fino humor, el senor Gardiner le recomendo a Darcy que se quedaran en el camino hasta que las damas terminaran su arrebato contemplativo y regresaran. Aunque le habria gustado participar en la corta expedicion de Elizabeth, Darcy se quedo con su tio, observando atentamente lo que sucedia para que no ocurriera ningun accidente.
– Querido -dijo la senora Gardiner, dirigiendose a su esposo, cuando regresaron al sendero-, te ruego que me ofrezcas tu brazo. Me temo que estoy mas fatigada de lo que creia.
– Desde luego, querida. -El senor Gardiner avanzo hacia ella rapidamente. Las esperanzas de Darcy aumentaron. Mientras los Gardiner se quedaban un poco rezagados, Darcy se dirigio hacia delante para acompanar a Elizabeth; pero ella acogio esta nueva disposicion en medio de un silencio absoluto y el borde de su sombrero se alzo como una especie de barrera entre ellos. Decidido en su empeno, el caballero se preparo para iniciar un nuevo intento.
– Senor Darcy -dijo Elizabeth semioculta por su sombrero-. Parece que su llegada hoy ha sido totalmente inesperada, porque su ama de llaves nos habia informado de que usted no llegaria hasta manana; y antes de salir de Bakewell nos aseguraron que no lo esperaban tan pronto en la zona. De lo contrario, jamas se nos habria ocurrido venir a invadir su privacidad.
– En efecto, ese era mi plan -reconocio Darcy-, pero ayer recibi un mensaje de mi administrador que requeria mi presencia cuanto antes, y me adelante unas cuantas horas al resto del grupo con el que venia. Ellos se reuniran conmigo manana a primera hora. -Hizo una pausa, mientras se preguntaba como recibiria ella aquella informacion y luego continuo-: Entre ellos hay algunas personas a las que usted conoce y que desearan verla: el senor Bingley y sus hermanas. -Un gesto de asentimiento casi imperceptible le indico que Elizabeth lo habia oido. El caballero miro hacia otro lado, con los labios apretados en senal de desaliento. La conversacion se estaba agotando y el no tenia idea de como continuar. De hecho, el simple hecho de mencionar a los Bingley podia haberla impulsado a marcharse enseguida de la comarca. ?Pero ella no podia irse! Al menos no antes de que el le hubiese mostrado que, en efecto, era un hombre distinto de aquel que la habia abordado en Hunsford, ni que Georgiana hubiera tenido oportunidad de ver a la persona que tanto habia deseado conocer desde que el se la mencionara el pasado otono. Darcy se aferro a esa idea.
– Tambien hay otra persona en el grupo que tiene un interes particular en conocerla. -Darcy respiro hondo-. ?Me permitira usted, o es pedirle demasiado, que le presente a mi hermana mientras estan ustedes en Lambton? -Cuando Darcy se inclino para oir la respuesta de Elizabeth, se encontro con un conjunto de frases titubeantes en las que la joven accedia con gran placer en satisfacer el deseo de la senorita Darcy y que estaria encantada de recibir a la senorita Darcy al dia siguiente de su llegada. Cuando Elizabeth termino, el silencio volvio a descender sobre ellos, pero a el le parecio que era un silencio distinto al que los habia acechado antes. Ella estaba complacida, podia notarlo, y estaba contento por ello.
Rapidamente, Elizabeth y Darcy dejaron atras a sus tios y se acercaron a la mansion. A medida que se iban aproximando, disminuyeron el paso. Darcy la miro y pregunto:
– Senorita Elizabeth, ?le apeteceria a usted entrar? -El caballero fue recompensado por una fugaz mirada de sus ojos-. Debe de estar deseando tomar algo o descansar, y puede usted esperar dentro a sus tios con comodidad.
– No, gracias, senor Darcy -respondio Elizabeth-, pero en realidad no estoy cansada. -Hubo otro incomodo silencio. El la observo con nerviosismo, mientras se preguntaba como deberia seguir. De repente, Elizabeth comenzo a hablar acerca de las otras mansiones que habia visto durante su viaje, y pudieron intercambiar observaciones y opiniones sobre las casas y los jardines de la comarca hasta que llegaron el senor y la senora Gardiner. Darcy volvio a repetir su invitacion para que entraran en la casa, pero no tuvo exito. Se sentian muy halagados, pero habia sido un dia muy largo y debian regresar a la posada. Enviaron un mozo al patio del establo y en pocos instantes trajeron el lando.
– Senora Gardiner. -Darcy la ayudo a subir el coche con cuidado-. Senorita Elizabeth Bennet. -Se volvio hacia ella y tambien le ofrecio su ayuda, sin preocuparse de que sus familiares notaran la suavidad del tono de su voz o la forma de retener su mano unos instantes mas. El caballero retrocedio algunos pasos, pero se quedo mirandolos bastante mas tiempo de lo necesario, e incluso entonces avanzo lentamente hacia la puerta. Habia hecho un pequeno avance y ella habia accedido a recibirlo dentro de dos dias. Eso era suficiente.
Mas tarde, en la tranquilidad de su estudio, Darcy miraba con insistencia a su alrededor con creciente