estirar los musculos de la espalda. Cuando se enderezo, sus ojos se sintieron atraidos por el hermoso valle.
Habia visto innumerables veces su casa desde lejos, ya fuera desde esa altura privilegiada o desde algun otro lugar. Sin embargo, no pudo evitar recorrer detenidamente con la mirada todos los detalles de la majestuosa estructura, y tampoco pudo contener la alegria que le provocaba la belleza de los jardines o la belleza natural del rio y el bosque. Pemberley. Su casa. Esta vez, no obstante, habia algo nuevo en esa parte de el que se inflamaba de dicha ante aquella vision. Miro la mansion, estudiando cada linea, hasta que ese algo encontro un nombre. Gratitud. Noto que el pecho se le llenaba de gratitud por lo que le habian dado. Y por primera vez en su vida fue consciente de que podia ser digno de poseer el gran regalo que le habia sido confiado.
Un murmullo procedente de los arbustos que tenia a su espalda lo alerto sobre la llegada del perro y, al verlo desde la altura que le proporcionaba su caballo, Darcy solto una carcajada. Aunque pareciese increible,
– ?No me eches la culpa! -le dijo al agotado animal-. Tal vez la proxima vez decidas no dar rienda suelta a tu curiosidad y te concentres en lo que estas haciendo. -El rayo de risa canina que parecio proyectar
– ?Bienvenido a casa, senor! -El capataz de los establos de Pemberley le hizo una sena al mozo que lo acompanaba para que tomara las riendas de
– Gracias, Morley. Es bueno estar en casa. -Darcy asintio con la cabeza y entrego a
– ?Un viaje dificil, senor? -Morley observo a su joven subalterno mientras llevaba el caballo al establo.
– No, no ha estado mal. ?Como van las cosas por aqui? -Darcy se quito los guantes y, tras quitarse el engorroso sombrero, los arrojo adentro y le entrego todo a otro muchacho que acababa de llegar a toda prisa, dirigiendole una fugaz sonrisa. Morley le indico al chico que llevara todo a la entrada del servicio de la casa y luego alcanzo a su patron.
– Muy bien, senor. Todo en orden. Todas las crias estan creciendo adecuadamente, senor. No hemos tenido ni una sola enfermedad este ano. Creo que estara complacido.
– ?Excelente! Entonces, ?ningun problema? -Darcy dirigio la mirada hacia algo que estaba detras del capataz del establo: una yunta de caballos que no reconocio y que estaban siendo retirados de un lando desconocido-. ?Visitas? -Volvio a fijar los ojos en Morley.
– Turistas, senor, han venido a conocer la casa y los jardines. Nos acaban de avisar de la casa de que tienen intencion de recorrer los jardines, y tal vez el parque, cuando terminen, y que debiamos desenganchar los caballos.
Darcy fruncio el ceno.
– ?Visitantes! Bueno, entonces tomare el camino mas largo. De todas formas, tenia intencion de enviar a
– Parece que se le ha adelantado, senor Darcy -dijo Morley riendose.
– Generalmente siempre lo hace. ?Que tenga un buen dia, Morley! -se despidio Darcy. La respuesta de Morley con los mismos buenos deseos lo siguio mientras se encaminaba en busca del sabueso, tanto para estirar los musculos un poco rigidos de sus piernas como para asegurarse de que el animal aprovechaba plenamente los beneficios del lago de Pemberley. Mientras caminaba, Darcy aspiro el aroma de las flores frescas que salia de los jardines y sonrio para sus adentros. Habia tenido un tiempo estupendo; todavia era temprano y ya estaba en casa. Miro hacia el edificio. No habia senales de los visitantes, cuya intromision formaba parte de la rutina y las obligaciones de una gran mansion. ?Bien! Se apresuro a llegar al lago y encontro al perro paseandose nerviosamente por el borde, mirando con angustia por encima del hombro, esperando a que apareciera su amo.
– Aqui estoy, monstruo, pero no tenias que haber esperado. ?Vamos! -lo insto Darcy.
El caballero rodeo el lago por la orilla, riendose y animando al perro mientras nadaba, y se volvio a encontrar con el al otro lado, teniendo cuidado de aparecer una vez que
– ?Buen chico! -Darcy agarro la rama de las mandibulas del sabueso-. Ahora, vamos a la casa. -Despues de lanzarle una ultima mirada a su premio, el animal salio corriendo hacia uno de los jardines, dejando atras a su amo. Darcy tiro la rama al suelo y se volvio a mirar hacia la mansion. ?Su casa! La agradable sensacion de gratitud que habia experimentado hacia un rato regreso, reconfortando su corazon. Volvio a tomar el sendero que comunicaba con las caballerizas, decidido a atravesar el jardin de la parte de abajo y asi evitar el vestibulo, porque no estaba en condiciones de saludar a ningun desconocido despues del viaje, y a pesar de que la sensacion de euforia permanecio intacta, no habia avanzado mucho cuando comenzo a sentir las consecuencias del esfuerzo de la manana. Le dio un tiron a la corbata para aflojarla, pues sentia el cuello banado en sudor. Ya se habia desabrochado la chaqueta y no tenia deseos de volversela a abrochar. Iba sin sombrero y sin guantes, pues los habia enviado a la casa, y podia notar el polvo y la tierra adheridos a su ropa rozando su piel. Su cara… Darcy se detuvo para tocarse los ojos y la mandibula. No, ?no estaba en condiciones!
Dejo caer la mano y se dirigio a una bifurcacion que habia en el seto y que marcaba el limite con el prado del jardin inferior, pero se detuvo en seco. ?Los visitantes! Darcy vacilo al ver a los tres desconocidos que, por fortuna, le daban la espalda mientras observaban la fachada de la mansion, acompanados por el viejo Simon. Se reprocho por la torpeza de haber calculado mal el tiempo, pues los visitantes ya estaban en los jardines. Quiza pudiera volver sigilosamente por el mismo camino por el que habia venido. Pero tan pronto dio un paso atras, una de las damas dio media vuelta y poso sus ojos enseguida sobre el. La luz de aquellos ojos sacudio a Darcy como un rayo.
– Senorita Elizabeth Bennet. -Darcy le hizo una reverencia lenta y respetuosa. Apenas pudo oir la respuesta y, al levantarse, descubrio que Elizabeth estaba todavia mas colorada y que miraba a todas partes menos a el-. Por