estirar los musculos de la espalda. Cuando se enderezo, sus ojos se sintieron atraidos por el hermoso valle.

Habia visto innumerables veces su casa desde lejos, ya fuera desde esa altura privilegiada o desde algun otro lugar. Sin embargo, no pudo evitar recorrer detenidamente con la mirada todos los detalles de la majestuosa estructura, y tampoco pudo contener la alegria que le provocaba la belleza de los jardines o la belleza natural del rio y el bosque. Pemberley. Su casa. Esta vez, no obstante, habia algo nuevo en esa parte de el que se inflamaba de dicha ante aquella vision. Miro la mansion, estudiando cada linea, hasta que ese algo encontro un nombre. Gratitud. Noto que el pecho se le llenaba de gratitud por lo que le habian dado. Y por primera vez en su vida fue consciente de que podia ser digno de poseer el gran regalo que le habia sido confiado.

Un murmullo procedente de los arbustos que tenia a su espalda lo alerto sobre la llegada del perro y, al verlo desde la altura que le proporcionaba su caballo, Darcy solto una carcajada. Aunque pareciese increible, Trafalgar venia en un estado todavia mas lamentable; jadeando y con la lengua de fuera, se arrojo a los pies del caballo.

– ?No me eches la culpa! -le dijo al agotado animal-. Tal vez la proxima vez decidas no dar rienda suelta a tu curiosidad y te concentres en lo que estas haciendo. -El rayo de risa canina que parecio proyectar Trafalgar al oir el tono de su amo parecio extinguir la posibilidad de que hubiese aprendido la leccion-. Esta bien, monstruo. -El caballero solto otra carcajada-. Entonces, ?vemos quien llega primero a casa? -Al pronunciar la palabra «casa» se produjo una especie de milagro, seguido por un torbellino de movimiento, y al minuto siguiente Trafalgar se habia convertido en una mancha que cruzaba el valle volando-. ?Arre! -le grito Darcy a Seneca y, despues de espolearlo, aflojo las riendas para que saliera a perseguirlo. Darcy atribuyo el hecho de que caballo y jinete pisaran el patio del establo apenas unos pocos metros detras de Trafalgar a la perdida de su sombrero. Forzado a detenerse para recogerlo, Darcy no pudo recuperar el tiempo perdido, y no llego ni siquiera a un empate con el sabueso. Cuando desmonto, casi aterriza sobre su orgulloso oponente, que jugueteaba entre las patas de Seneca-. ?Si, has ganado! -concedio Darcy y, despues de soportar con resignacion el ladrido triunfal de Trafalgar, fue recompensado con un humedo premio de consolacion por su deportividad.

– ?Bienvenido a casa, senor! -El capataz de los establos de Pemberley le hizo una sena al mozo que lo acompanaba para que tomara las riendas de Seneca.

– Gracias, Morley. Es bueno estar en casa. -Darcy asintio con la cabeza y entrego a Seneca-. Que se refresque bien -le grito al muchacho que se llevaba al animal.

– ?Un viaje dificil, senor? -Morley observo a su joven subalterno mientras llevaba el caballo al establo.

– No, no ha estado mal. ?Como van las cosas por aqui? -Darcy se quito los guantes y, tras quitarse el engorroso sombrero, los arrojo adentro y le entrego todo a otro muchacho que acababa de llegar a toda prisa, dirigiendole una fugaz sonrisa. Morley le indico al chico que llevara todo a la entrada del servicio de la casa y luego alcanzo a su patron.

– Muy bien, senor. Todo en orden. Todas las crias estan creciendo adecuadamente, senor. No hemos tenido ni una sola enfermedad este ano. Creo que estara complacido.

– ?Excelente! Entonces, ?ningun problema? -Darcy dirigio la mirada hacia algo que estaba detras del capataz del establo: una yunta de caballos que no reconocio y que estaban siendo retirados de un lando desconocido-. ?Visitas? -Volvio a fijar los ojos en Morley.

– Turistas, senor, han venido a conocer la casa y los jardines. Nos acaban de avisar de la casa de que tienen intencion de recorrer los jardines, y tal vez el parque, cuando terminen, y que debiamos desenganchar los caballos.

Darcy fruncio el ceno.

– ?Visitantes! Bueno, entonces tomare el camino mas largo. De todas formas, tenia intencion de enviar a Trafalgar al lago. El pobre animal necesita un bano con urgencia. -Miro a su alrededor, pero el sabueso no estaba por ningun lado-. ?Y ahora adonde ha ido? -Silbo y luego grito-: ?Trafalgar! ?Monstruo! -Un ladrido procedente del lago respondio a su llamada.

– Parece que se le ha adelantado, senor Darcy -dijo Morley riendose.

– Generalmente siempre lo hace. ?Que tenga un buen dia, Morley! -se despidio Darcy. La respuesta de Morley con los mismos buenos deseos lo siguio mientras se encaminaba en busca del sabueso, tanto para estirar los musculos un poco rigidos de sus piernas como para asegurarse de que el animal aprovechaba plenamente los beneficios del lago de Pemberley. Mientras caminaba, Darcy aspiro el aroma de las flores frescas que salia de los jardines y sonrio para sus adentros. Habia tenido un tiempo estupendo; todavia era temprano y ya estaba en casa. Miro hacia el edificio. No habia senales de los visitantes, cuya intromision formaba parte de la rutina y las obligaciones de una gran mansion. ?Bien! Se apresuro a llegar al lago y encontro al perro paseandose nerviosamente por el borde, mirando con angustia por encima del hombro, esperando a que apareciera su amo.

– Aqui estoy, monstruo, pero no tenias que haber esperado. ?Vamos! -lo insto Darcy. Trafalgar se sento y gimio-. ?Anda, echate al agua! -ordeno. El perro lo miro, confundido-. ?Lanzate! -El caballero senalo el agua, pero el animal parecia no entender su significado. Hummm. - Darcy lo miro fijamente, tratando de descubrir si realmente estaba confundido o solo estaba oponiendo resistencia. Con astucia, Trafalgar esquivo la mirada de su amo y torcio la cabeza hacia el lago y los jardines-. Asi que esas tenemos. -El caballero miro a su alrededor, tomo una rama seca y la partio en dos con la rodilla; luego regreso al borde del lago y vio que habia conseguido atraer la atencion del sabueso. Se miraron en silencio, pendiente uno de cualquier cambio del otro. De repente, con un rapido movimiento del brazo, Darcy lanzo la rama al centro del lago-. ?Traela! -Sin la menor vacilacion, el perro salto al agua y nado con decision en busca de su premio.

El caballero rodeo el lago por la orilla, riendose y animando al perro mientras nadaba, y se volvio a encontrar con el al otro lado, teniendo cuidado de aparecer una vez que Trafalgar hubo salido y se hubo sacudido la mayor parte del agua.

– ?Buen chico! -Darcy agarro la rama de las mandibulas del sabueso-. Ahora, vamos a la casa. -Despues de lanzarle una ultima mirada a su premio, el animal salio corriendo hacia uno de los jardines, dejando atras a su amo. Darcy tiro la rama al suelo y se volvio a mirar hacia la mansion. ?Su casa! La agradable sensacion de gratitud que habia experimentado hacia un rato regreso, reconfortando su corazon. Volvio a tomar el sendero que comunicaba con las caballerizas, decidido a atravesar el jardin de la parte de abajo y asi evitar el vestibulo, porque no estaba en condiciones de saludar a ningun desconocido despues del viaje, y a pesar de que la sensacion de euforia permanecio intacta, no habia avanzado mucho cuando comenzo a sentir las consecuencias del esfuerzo de la manana. Le dio un tiron a la corbata para aflojarla, pues sentia el cuello banado en sudor. Ya se habia desabrochado la chaqueta y no tenia deseos de volversela a abrochar. Iba sin sombrero y sin guantes, pues los habia enviado a la casa, y podia notar el polvo y la tierra adheridos a su ropa rozando su piel. Su cara… Darcy se detuvo para tocarse los ojos y la mandibula. No, ?no estaba en condiciones!

Dejo caer la mano y se dirigio a una bifurcacion que habia en el seto y que marcaba el limite con el prado del jardin inferior, pero se detuvo en seco. ?Los visitantes! Darcy vacilo al ver a los tres desconocidos que, por fortuna, le daban la espalda mientras observaban la fachada de la mansion, acompanados por el viejo Simon. Se reprocho por la torpeza de haber calculado mal el tiempo, pues los visitantes ya estaban en los jardines. Quiza pudiera volver sigilosamente por el mismo camino por el que habia venido. Pero tan pronto dio un paso atras, una de las damas dio media vuelta y poso sus ojos enseguida sobre el. La luz de aquellos ojos sacudio a Darcy como un rayo. ?Elizabeth! Dios santo, ?Elizabeth? El caballero sintio que cada uno de los nervios de su cuerpo se ponia alerta, aunque parecia incapaz de lograr que se movieran. ?Elizabeth… alli! Aquella imagen lo estremecio, pero su mente se negaba a aceptar semejante coincidencia. ?Como era posible? Pero tenia que ser posible porque alli estaba ella, a no mas de veinte metros, con sus adorables ojos abiertos a causa de la sorpresa, antes de volverse con las mejillas encendidas por el rubor. Darcy tambien sintio un calor que subia a su rostro, mientras buscaba una senal, alguna indicacion sobre como deberia aproximarse a ella. Pero no recibio ninguna y la joven permanecio como una hermosa representacion de la confusion. Lo unico que el caballero pudo pensar fue que debia rescatarla de aquella situacion y ser el quien diera el primer paso. Intentando salir de su estupor, se acerco.

– Senorita Elizabeth Bennet. -Darcy le hizo una reverencia lenta y respetuosa. Apenas pudo oir la respuesta y, al levantarse, descubrio que Elizabeth estaba todavia mas colorada y que miraba a todas partes menos a el-. Por

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