Ahora que iba acompanado por el perro, Darcy disminuyo el paso hasta adoptar un ritmo constante y agradable, que calculo que lo llevaria a casa hacia el final de la manana. ?Pemberley! Por un lado estaba impaciente por llegar, por quitarse de encima el polvo del viaje y respirar el aire pacifico y familiar de su amada casa. Incluso sentia una agradable expectacion ante la idea de poner en marcha la solucion a esos problemas sobre los cuales le habia informado su administrador y sumirse en la rutina de las obligaciones que le imponian sus tierras en esa epoca del ano. Por otro lado, sentia que aquellas tres horas de soledad, sin tener que atender ningun deber u obligacion que lo distrajera, aquel tiempo de reflexion y consideracion era esencial para su bienestar y su futuro. Alli, en aquel camino a traves de Derbyshire, ante Dios y cualquier hombre con el que pudiera cruzarse, no era mas que un hombre solo con su caballo, su perro y su conciencia.

Despues de los terribles dias que habian seguido al asesinato del primer ministro, Darcy habia sentido la necesidad urgente de acompanar personalmente a Georgiana hasta la seguridad de Pemberley. Al principio, se extendio un rumor frenetico que sugeria que todo el pais estaba al borde de la rebelion. El desconocimiento de lo que estaba pasando en el campo aconsejaba no arriesgar la seguridad en un viaje, asi que habian permanecido en Grosvenor, encerrados en su casa hasta tener algun informe fiable sobre la situacion. Cuando se habia establecido claramente que el gobierno seguia en pie, Londres habia retomado el ritmo de sus asuntos en un tiempo impresionantemente corto. Con la seguridad de que el ataque habia sido ideado solamente por John Bellingham, toda la poblacion parecio olvidar el incidente con rapidez y retomar la temporada de eventos sociales en el lugar donde se habia quedado, de forma que ya no parecia necesario marcharse de la ciudad. Lady Monmouth habia desaparecido y su esposo abandonado no sabia donde estaba; y aunque ya habian pasado casi tres meses, todavia no tenian noticias de lord Brougham. Darcy sospechaba que su amigo habia decidido seguir al «un-poco-menos-honorable» Beverly Trenholme hasta America. Si ese era el caso, pasaria algun tiempo antes de que Dy volviera a aparecer en Londres.

En pocas semanas, Darcy habia descubierto que su vida habia vuelto a su ritmo normal, pero no a su cauce normal. En el transcurso de esa terrible epoca desde Hunsford, algo habia cambiado en el profundamente. Ya no era el mismo hombre que solia ser. Al mirar hacia atras, al arrogante pretendiente de la primavera anterior, Darcy se vio a si mismo como si fuera un extrano. Todo parecia haber sucedido hacia mucho tiempo. ?Ese hombre que habia bajado con tanta seguridad las escaleras de Rosings y habia recorrido el camino hasta la aldea con paso confiado le parecia ahora todo un personaje! Desde la perspectiva que le daban aquellos tres meses, Darcy vio como ese hombre impecablemente vestido que caminaba hacia la rectoria de Hunsford estaba demasiado seguro de si mismo, demasiado seguro de que seria recibido y de la respuesta que encontraria. Por un momento volvio a sentir el dolor que le produjo la humillacion que le esperaba. En pocos minutos, el mundo de ese extrano quedaria patas arriba y cambiaria para siempre.

Con un sentimiento de gratitud, Darcy podia reconocer ahora que habia recibido un extrano y valioso presente. Al pedir la mano de una mujer que no entendia ni era capaz de conocer, habia obtenido de ella la oportunidad de verse a si mismo y de convertirse en un hombre mejor. Y el habia cambiado. Sabia que lo habia hecho. Ya no era el mismo que habia regresado furioso a su alcoba en Rosings. ?Que le habia sucedido en los meses que habian pasado desde entonces? Darcy no estaba seguro; no tenia una explicacion clara, pero el hombre que habia abierto las puertas de Rosings, preparado para escribir una carta llena de resentimiento, se le antojaba en aquel momento un extrano, un hombre que habia estado caminando dormido durante toda su vida. Pero ahora habia despertado.

Algunas cosas, como la relacion en terminos de igualdad que tenia con Bingley, habian cambiado rapidamente. Aunque tenia que admitir que otros asuntos habian requerido mas tiempo. Algunos habian sido dolorosos, pues el sincero inventario de sus ofensas se habia convertido en una lista alarmante, mientras que otros habian traido a su vida satisfacciones y propositos nuevos. El resultado habia sido que el mundo se habia vuelto un lugar mucho mas interesante, lleno de companeros de viaje cuyas dichas y pesares ya no desdenaba conocer y cuyos defectos se sentia mas inclinado a pasar por alto. Darcy sabia que nunca seria una de esas personas bonachonas que atraen inmediatamente el interes y los buenos deseos de todos los que lo conocen, pero ya nunca mas se permitiria permanecer aislado, incluso cuando estuviera entre desconocidos. El se adaptaria, trataria de sentirse a gusto en lugar de exigir en silencio que lo complacieran. A veces le resultaba dificil, pero una recien adquirida compasion, sumada a la practica decidida, hizo que fuera mas facil vencer sus reservas. Y esperaba que algun dia eso pasara a formar parte de su naturaleza.

?Naturaleza? Darcy miro a su alrededor en busca de Trafalgar; quien armado con increibles reservas de energia que lo animaban a olfatear incesantemente, habia desaparecido hacia rato. Al oir el silbido de su amo, el sabueso regreso corriendo, con todo el aspecto de ser una madeja de espinos, cardos y ramas.

– Segun parece, seria conveniente tomar un descanso -comento Darcy, al ver al jadeante granujilla que se detuvo a su lado. En realidad, el animal presentaba un aspecto lamentable, pero se debia mas a sus propias aventuras entre los arbustos que al ritmo del viaje. Darcy freno su caballo y desmonto. Enseguida hurgo entre las alforjas y saco una botella con agua-. Toma, monstruo. -Agito la botella ante los ojos del animal, pero luego se dio cuenta de que no tenia un recipiente en donde echar el agua. Se quito el guante, hizo un cuenco con la mano y la acerco a la boca de la botella. Enseguida se agacho y comenzo a verter agua lentamente, mientras el sabueso bebia de su mano sin parar-. Listo, eso es suficiente. -Se enderezo, sacudiendose el agua que habia quedado en la mano-. ?Yo tambien tengo sed! -protesto, al oir el patetico gemido del perro, y luego se tomo de un largo trago lo que quedaba-. ?Desagradecido! -acuso a Trafalgar, secandose los labios-. Mira a Seneca que no se ha quejado ni un momento, ?y eso que ha tenido que llevarme durante muchas millas! -Al oir su nombre, el caballo relincho y movio la cabeza, pero Trafalgar no le presto ni la mas minima atencion, pues seguia con los ojos fijos en la botella.

Darcy se estiro y se lleno los pulmones con el aire de Derbyshire, feliz por haber dejado atras el ambiente cargado de hollin de la ciudad y de encontrarse solo a una hora de su casa. Devolvio la botella vacia a la alforja y luego acaricio brevemente la espesa crin de Seneca. El animal se detuvo un momento y levanto la cabeza de la mata de hierba que se estaba comiendo para darle un brusco cabezazo, pero Darcy no supo si fue un gesto de carino o una manera de apartarlo de la hierba que volvio a mordisquear enseguida. Acariciando vigorosamente el lomo del animal, solto una carcajada al recordar la rabia intensa y el sentimiento de indignacion que habia alimentado durante esa primera semana negra en Londres. Parecia la experiencia de otro hombre. El rechazo de Elizabeth le resultaba ahora tan distinto.

Un agudo ladrido le recordo la presencia de su perro. Los luminosos ojos de color cafe de Trafalgar y su inquieta cola le comunicaron la impaciencia que sentia ante la expectativa de llegar a casa.

– No tardaremos mucho. -El caballero se inclino y acaricio las orejas del animal-. Ya casi hemos llegado. -El perro estaba un poco maltrecho a causa de sus incursiones entre los arbustos, pero lo mas probable es que la experiencia le hubiese ensenado muchas cosas. Lo mismo que a el, penso. Si, en efecto, tenia una deuda con la senorita Elizabeth Bennet. Al rechazarlo con tantos argumentos, no le habia hecho dano; al contrario, le habia hecho mucho bien. ?Que jovencita tan increible! La desafortunada carta habia sido, en parte, una manera de tratar de obtener un poco de su respeto.

Le dio una ultima palmada a Trafalgar, antes de volverse a montar en Seneca.

– Solo nos quedan unas cuantas millas y llegaremos al bosque de Pemberley -informo al sabueso-. ?El lago esta detras y te aconsejo que no desperdicies la oportunidad! No pareces ni hueles como un caballero, y si tu mismo no te ocupas de tu apariencia, algun mozo del establo lo hara.

Fresco y descansado, Darcy tomo las riendas y arreo al caballo, pues la cercania de sus propias tierras aumento la nostalgia de su corazon por estar en casa. Con renovada energia, su caballo atraveso el bosque de Pemberley. El sendero, duro y polvoriento a causa de un verano muy seco, serpenteaba por las onduladas colinas de Derbyshire, antes de entrar en el amplio valle a traves del cual se abria paso el Ere, hasta el dique que lo convertia en un estanque sobre el cual se reflejaba la enorme mansion. Impulsado por las ganas de llegar, Darcy habia dejado atras a Trafalgar, asi que detuvo a Seneca justo cuando atravesaron los arboles que marcaban el comienzo del valle. Esperaron al tercer miembro del grupo, con la respiracion acelerada por el esfuerzo. El caballero aflojo las riendas y se inclino sobre el cuello del caballo para

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