favor, permitame que le de la bienvenida a Pemberley, senorita Elizabeth. -Elizabeth le dio las gracias con voz casi inaudible. Era evidente que se sentia bastante incomoda. Debia tratar de tranquilizarla de alguna manera-. No tenia ni idea de que planeara usted una visita a Derbyshire -se arriesgo a decir. Ella no contesto-. ?Llevan usted y sus acompanantes mucho tiempo viajando?

– Salimos de Longbourn hace poco mas de dos semanas, senor -respondio Elizabeth con voz fuerte, pero ligeramente temblorosa todavia en medio del aire del verano.

– Ah… ?y su familia se encuentra bien? ?O se encontraba bien cuando los dejo? -se corrigio Darcy-. ?Sus hermanas? ?Ha tenido usted alguna noticia? -Se reprocho mentalmente la confusion y la torpeza de sus frases.

– Si y no, senor Darcy. -Elizabeth se mordio el labio inferior-. Si, estaban bien cuando parti, pero no, todavia no he tenido ninguna noticia de ellos.

– Ah, ya veo… Y su viaje, ?ha sido placentero? -insistio Darcy-. Parece que el tiempo ha sido muy favorable. ?No le parece? -Elizabeth sonrio brevemente al oir eso, mostrandose de acuerdo en que los dias habian sido muy agradables-. Si, eso me ha parecido -afirmo-, aunque solo he estado viajando los ultimos tres dias. ?Cuanto tiempo lleva usted de viaje?

– Dos semanas, senor.

– Ah, si, ya me lo habia dicho. Dos semanas. ?Se va a quedar mucho tiempo en Derbyshire? ?Donde se hospedan? -?Por Dios, esa era una pregunta verdaderamente estupida!

– En la posada Green Man, en Lambton, senor.

– Ah, si, Green Man. Garston, el propietario, la regenta muy bien. Pero tenga cuidado con todos sus nietos - respondio Darcy-, en especial cuando el descubra que usted ha estado en Pemberley. Multiplicara sus atenciones. ?Menciono usted cuanto tiempo se quedara en la comarca?

– No, no lo he hecho. -Elizabeth miro a lo lejos con nerviosismo, en direccion a sus acompanantes-. Estoy a disposicion de las personas que me acompanan. Y todavia no hemos decidido cuando nos marcharemos.

– Entiendo. -Darcy hizo una pausa. ?Que mas podia decir?-. ?Y sus padres? ?Estan bien de salud?

Al oir eso, Elizabeth sonrio abiertamente e incluso lo miro a la cara. La brisa jugueteo con los rizos que rodeaban sus sienes y el no pudo saber si lo que resalto la hermosura de sus ojos y el resplandor de su rostro fue el color o el estilo del sombrero. ?Por Dios, era una imagen maravillosa!

– Por lo que se, si, senor Darcy. -Fue la contestacion de Elizabeth. El esbozo una sonrisa a modo de respuesta. Ella desvio la mirada. ?Tendria alguna preocupacion que le hizo fruncir el entrecejo? ?O acaso el habia dicho algo malo? Tal vez era su misma presencia, esa apariencia tan descuidada. ?Acaso no creia en la sinceridad de su recibimiento? ?Elizabeth nunca deberia pensar eso! Si no decia nada mas, Darcy debia asegurarle al menos que era bienvenida.

– Es usted bienvenida a Pemberley, senorita Elizabeth, usted y sus acompanantes. -Darcy le hizo una reverencia-. Por favor, dispongan del tiempo que deseen para recorrer el parque y los alrededores. Simon conoce los lugares desde donde se disfruta de la mejor vista y los paseos mas agradables. Estan ustedes en excelentes manos. Si usted me disculpa, acabo de llegar y debo atender algunos asuntos. -Darcy volvio a inclinarse y esta vez si pudo oir la despedida de Elizabeth. Paso junto a ella y avanzo hacia la entrada, mientras la felicidad que sentia en el corazon por tenerla en su casa luchaba con la sensacion de verguenza que le producia la torpeza de su encuentro y, penso mirando hacia abajo con desaliento, su desalinado aspecto. ?Que pensaria Elizabeth de el? Solto un grunido y se apresuro a entrar. ?Si Fletcher lo hubiese acompanado! Con los cuidados de su ayuda de camara, podria estar presentable en un cuarto de hora. Pero no habia nada que hacer. Subio corriendo las escaleras hasta el vestibulo, donde sorprendio a la senora Reynolds, que estaba cerrando uno de los salones que se mostraban al publico.

– ?Senor Darcy!

– ?Senora Reynolds! He llegado hace poco. -El caballero le dirigio la sonrisa que tan buenos resultados le habia dado con ella los ultimos veinticuatro anos-. ?Cuanto tiempo tardara en enviarme arriba un poco de agua caliente?

– Quince minutos, senor, a menos que desee usted un bano. -El ama de llaves lo miro con curiosidad.

– No, eso no sera necesario. ?Que sea tibia y en diez minutos, y mandeme a uno de los lacayos para que me ayude a vestir, si es usted tan amable! -ordeno Darcy, dirigiendose a la escalera. Se detuvo a medio camino y miro otra vez hacia el vestibulo-. Ah, senora Reynolds, Trafalgar viene conmigo o, mejor dicho, debe de estar en algun lado. Tal vez deberia enviar a alguien al jardin a buscarlo.

– Si, senor. Nos ocuparemos de Trafalgar. -La senora Reynolds miro a Darcy con asombro.

– ?Excelente! ?Diez minutos, senora Reynolds! -Siguio subiendo las escaleras y poco le falto para echar a correr por el pasillo hasta su vestidor. Se quito las prendas cubiertas de polvo del viaje, al mismo tiempo que buscaba entre la ropa perfectamente colgada y ordenada de su armario. ?Santo Dios! ?Que podia ponerse? Nada demasiado imponente. ?Seria demasiado informal la ropa de caza? ?Lo consideraria Elizabeth como un insulto? Paso la mirada por las opciones que tenia ante el-. ?Fletcher! -resoplo en voz alta-. ?Que demonios podia…? -Un golpecito en la puerta interrumpio su pregunta-. ?Entre!

– ?Senor Darcy! ?Le sucede algo? -El senor Reynolds asomo primero la cabeza y luego, al ver la turbacion de su patron, entro-. Ha pedido un lacayo, senor. ?El senor Fletcher no esta con usted ni esta a punto de llegar?

– No, el mensaje de Sherrill me hizo adelantarme y vine a caballo, pero en este momento es muy urgente que atienda a mis invitados.

– ?Invitados, senor? -Reynolds estaba confundido-. Ninguno de sus invitados ha… Ah, se refiere a los visitantes. Pero ellos estan fuera en el jardin, senor; usted no tiene por que molestarse. -En ese momento se escucho otro golpecito en la puerta.

– ?El agua! -Para sorpresa de Reynolds, Darcy salto a abrir la puerta-. Entre; eche un poco en la jofaina y ponga el resto alli -le indico Darcy al corpulento muchacho-. Muy bien; eso es todo. -Darcy volvio a prestarle atencion a su asombrado mayordomo-. Es de suma importancia que yo me ocupe de estos visitantes en particular. Si puedo convencerlos de que regresen a la casa, deberan ser tratados con la mayor cortesia. -Una subita inquietud parecio apoderarse de el-. Confio en que los hayan atendido bien hasta ahora, ?no es asi?

– Si, senor. La misma senora Reynolds les ha mostrado la casa. La joven dijo que lo conocia -dijo Reynolds.

– Si, eso es cierto… -Darcy se volvio hacia su armario y se quedo mirando su contenido.

– ?Puedo ayudarle, senor? -Reynolds dio un rapido paso al frente-. Creo que puedo ser tan util o mas que un lacayo.

Sorprendido por ese gesto de amabilidad, Darcy se volvio hacia su mayordomo, al que conocia desde que era pequeno, y vio que Reynolds todavia estaba investido con toda la dignidad de su oficio, pero habia una chispa de comprension en su mirada.

– Si, por favor, Reynolds. -Darcy hizo un gesto hacia el guardarropa-. Los pantalones de ante hasta la rodilla, creo, el chaleco color bronce y la chaqueta marron oscuro. Una corbata sencilla, por favor, y una camisa. Las botas con el borde marron… y ropa interior limpia.

– Muy, bien, senor. Todo estara listo de inmediato. -El anciano echo hacia atras los hombros ante aquella nueva tarea que tenia por delante.

– Gracias, Reynolds. -Darcy esbozo una sonrisa-. No tardare.

A pesar de su impaciencia y la sorprendente celeridad de Reynolds con la ropa, transcurrio casi media hora antes de que Darcy bajara las escaleras que llevaban al jardin y saliera al sendero. Mientras terminaba de vestirse, no habia dejado de pensar en donde se encontraria en ese momento Elizabeth en la inmensa extension del parque. El viejo Simon debia de haberlos llevado por los senderos que normalmente se les mostraban a los visitantes, pero ?donde estarian exactamente? Inspecciono los limites del bosque. Conociendo la energia de Elizabeth, podian estar en cualquier parte, pero Darcy tenia dudas sobre la resistencia de sus acompanantes, que eran personas de cierta edad. Asi que limito su busqueda. ?Alli! Un destello de color entre los arboles que rodeaban el sendero que corria paralelo al rio le dio una idea del camino que debia seguir. Se dirigio hacia alli y calculo que, a ese paso, tendria al menos un cuarto de hora para prepararse para su encuentro con Elizabeth.

Ya habian tenido una pequena conversacion, pero Darcy no estaba seguro de que hubiera sido del todo satisfactoria. Era muy posible que estuviera yendo al encuentro de una mujer que preferiria que el estuviera en las

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