– ?Cuando lo viste por ultima vez? ?Te dijo algo acerca del paradero de lady Monmouth? -El caballo de Brougham se agito, expresando la desesperacion de la voz de su jinete.

– Anoche, y no, no dijo donde estaba ella. Solo que deseaba verla muerta y me advirtio que la vigilara. ?Que sucede, Dy? ?Que ha pasado?

– El primer ministro… Perceval. -Brougham miro mas alla de Darcy, buscando los ojos de Georgiana. Darcy pudo identificar el momento en que sus miradas se cruzaron, porque enseguida su expresion se suavizo, pero en menos de un segundo volvio a recuperar la compostura y lo miro de nuevo-. No hace mas de quince minutos, el primer ministro ha sido asesinado de un disparo en los pasillos del Parlamento.

Darcy apenas alcanzo a oir el grito de Georgiana, porque quedo enmascarado por la fuerza de su propio «?No!».

– Es cierto. -Dy tiro de las riendas del caballo. La agitacion del animal era cada vez mayor-. Tenemos al asesino, pero hay otros.

– ?Sylvanie? -pregunto Darcy en voz baja-. ?Crees que Sylvanie esta involucrada?

– El asesino es John Bellingham, Fitz, el hombre que te insulto y que estaba tan cerca de Sylvanie durante la velada. ?Hay que encontrar a lady Monmouth!

– ?Que puedo hacer yo? -Darcy agarro las riendas y se acerco a Brougham-. ?Cualquier cosa!

Dy nego con la cabeza.

– Nada directamente. Tengo que marcharme y no puedo darte ninguna garantia de que regresare pronto. ?Cuida a la senorita Darcy, Fitz! Se que lo haras, pero ?lo harias tambien en mi nombre? Puede pasar algun tiempo.

– Desde luego, ?de eso no hay duda! ?Cuidate, y que Dios te acompane, amigo mio!

– Y a ti. -Dy miro a Darcy con una sonrisa triste-. Senorita Darcy. -Hizo una inclinacion y partio. Georgiana se abrazo a Darcy enseguida. -Ay, Fitzwilliam. ?Que ha sucedido? ?Adonde va lord Brougham?

– El mundo esta al reves -murmuro Darcy-, y Dy va a intentar arreglarlo.

7 Un actor mediocre

– Le aseguro que estare perfectamente bien. -Darcy miro mas alla de la cara larga de su ayuda de camara, para hacerle un gesto de asentimiento al criado que habia aparecido en la puerta de la posada para indicarle que su caballo estaba preparado-. Solo me adelantare unas horas, un dia a lo sumo.

– Si, senor -respondio Fletcher, dejando escapar un suspiro casi inaudible. El calor de agosto no habia ayudado a que el viaje desde Londres fuera mas soportable, pero el hecho de que el nuevo ayuda de camara del senor Hurst viajara tambien en la diligencia de la servidumbre habia alterado a todos los criados de Darcy, en especial a Fletcher.

– ?Un caradura y un hipocrita! -habia llamado Fletcher al ayuda de camara de Hurst, mientras atendia a Darcy en su primera noche despues de dejar la ciudad, y sus informes se fueron volviendo peores a medida que transcurria el viaje. El caballero no dejaba de experimentar un sentimiento de solidaridad con las quejas de su ayuda de camara, porque la compania de la senorita Bingley tambien se hacia cada vez mas tediosa, con el paso de las horas interminables confinados en el carruaje. La conversacion de Charles ofrecia un poco de alivio, al igual que los intentos de Georgiana por interesarla en un libro o en el paisaje, pero Darcy realmente vio el cielo abierto cuando, al llegar a la ultima posada antes de Derbyshire, se encontro con una nota urgente de Sherrill, su administrador, en la cual solicitaba su presencia inmediata en Pemberley. La llamada del deber no podria haber sido mas dulce y su canto de sirena tambien llego a los oidos de Fletcher, pero era imposible que su ayuda de camara lo acompanara. Y el tampoco deseaba compania. Darcy deseaba recorrer solo estas ultimas millas hasta su casa, acompanado unicamente por sus pensamientos, antes de entrar en la corriente incesante de exigencias que debia atender el dueno y anfitrion de su inmensa propiedad.

Un golpe en la puerta hizo que Darcy diera media vuelta y se encontrara a su hermana parada en el umbral, con una cierta mirada de angustia en el rostro.

– ?Preciosa! -exclamo Darcy suspirando, mientras se dirigia hacia ella-. ?Siento mucho dejarte de esta forma!

– No creo que lo sientas tanto. -Georgiana le ofrecio una sonrisa de reproche pero comprensiva-. Quisiera estar lo suficientemente cerca para poder ir a caballo yo tambien.

Darcy se inclino para darle un beso en la frente.

– Cuando llegues a Pemberley…

– Todo ira mejor, ya lo se -termino de decir Georgiana-. No estaremos todo el tiempo juntos, en especial cuando lleguen los tios Matlock y D'Arcy con su nueva prometida y su familia. Espero… -Se detuvo, mordiendose el labio inferior.

– ?Que, querida? -Darcy miro con ternura los ojos melancolicos de su hermana.

– Que pueda encontrar una amiga entre la nueva familia que llevara D'Arcy. -Georgiana recosto la cabeza contra el hombro de su hermano-. Mi propia amiga.

– Yo tambien espero que asi sea. -Darcy la abrazo y luego, separandola suavemente, le acaricio la barbilla-. Debo irme ahora, pero te prometo que trabajaremos en eso. Tal vez tia Matlock tenga algunas sugerencias.

Darcy se puso los guantes, agarro el sombrero, las alforjas y la fusta, se despidio de su hermana y avanzo hacia la puerta. Al oir que detras de el se abria una puerta, de la que salian unas voces femeninas, apresuro el paso y bajo las escaleras casi corriendo. Cuando llego al primer piso, atraveso rapidamente los salones publicos y salio a la luz de lo que prometia ser un caluroso dia en Derbyshire.

– ?Darcy! -El grito de Bingley a su espalda lo hizo detenerse. Dio media vuelta y, sonriendo al ver la figura de su amigo, espero hasta que este lo alcanzara. Los ultimos tres meses no solo le habian traido un poco de paz despues de la terrible experiencia que habia vivido en Rosings, sino que habian producido cambios significativos en su amistad con Bingley, y estaba convencido que tambien en la propia personalidad de su amigo. El hombre que ahora avanzaba decididamente hacia el no era el mismo de hacia un ano y ni siquiera de tres meses atras. Habia mas confianza en su porte y mas seguridad en su manera de actuar.

– ?Bingley! -Darcy sonrio al ver la mirada de reproche que su amigo le lanzo abiertamente-. Te ruego que me perdones por salir sin despedirme, pero realmente tengo que marcharme para no llegar a Pemberley muy tarde.

– No tienes que darme explicaciones. -Bingley estrecho su mano y lo acompano hasta donde lo estaba esperando el caballo-. Ha sido tan inesperado… solo desearia poder acompanarte. -Se volvio a mirar el camino y, frunciendo el ceno, miro de nuevo a Darcy y le pregunto-: ?Sera prudente que vayas solo?

– Espero alcanzar dentro de una hora los vehiculos que llevan el equipaje y ahi sacare a Trafalgar. Los dos podremos atravesar los montes de Derbyshire pasando relativamente inadvertidos. -Darcy le dio una palmadita a la pistola que llevaba en la alforja-. Y en caso de que quieran asaltarnos, no estamos desprotegidos.

– Bueno, en ese caso, no te detendre mas, excepto para desearte buen viaje y prometerte llevar a la senorita Darcy y a todos mis familiares hasta tu puerta manana. -Bingley sonrio y volvio a estrechar la mano del caballero con solemnidad-. Cuidate, Darcy.

– Y tu, amigo mio -respondio Darcy, montando en el caballo-. ?Hasta manana!

El animal no era Nelson sino un caballo menos impetuoso, que habia sido enviado diligentemente desde Pemberley por el administrador de Darcy. No obstante, el corcel tenia caracter, y la distancia entre la posada y los carruajes que llevaban el equipaje fue cubierta en menos tiempo del que Darcy habia calculado. Aun asi, oyo el desafiante ladrido de Trafalgar, que alternaba con un aullido de suplica, incluso antes de haber avistado los vehiculos. Tras ser liberado y dejado al lado de su amo, el sabueso primero se estremecio desde el hocico hasta la cola con una evidente sensacion de alegria, y luego, con igual entusiasmo, se revolco en el polvo del camino, corrio en circulos alrededor del caballo de Darcy, trato de saltar y arano freneticamente la bota de su amo.

– ?Abajo, monstruo! -rugio Darcy, tras hacer una mueca al ver la profunda marca que habia dejado el animal en su bota derecha. A Fletcher no le iba a gustar nada aquello. El sabueso se sento obedientemente, pero su cola, que no dejaba de moverse, arruino el tremendo esfuerzo que habia hecho por obedecer. Despues de hacerle una senal al encargado de Trafalgar; Darcy arreo su caballo, al tiempo que gritaba «?Vamos!». Trafalgar salio corriendo, dio una vuelta, repitio la maniobra y finalmente adopto un trotecito a la retaguardia, con una felicidad tan plena que Darcy no pudo evitar reirse y maravillarse de lo bueno que era estar exactamente donde estaba.

Вы читаете Solo quedan estas tres
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату