tenia ninguna duda que al menos un grupo de los mas aplicados morderian el anzuelo. Y no se equivoco. Una llamada de seguimiento que hizo una semana mas tarde, en la que decia que habia oido rumores de la protesta y que queria incorporarse al grupo se lo confirmo. Le respondieron que ya habia un pequeno grupo previsto y que no precisaban a nadie mas.

Se aseguro personalmente de su presencia cuando el, Rebecca, la baronesa y los Rothfels volaron en helicoptero desde Neuchatel unas horas antes y le pidio al piloto que entrara al helipuerto de la finca desde arriba de las montanas en vez de desde el valle de Davos, como tenia costumbre de hacer. Conto cinco tiendas alpinas, ocultas entre los arboles, cuando sobrevolaron la zona boscosa.

Se limito a echar un vistazo, pero fue suficiente para cerciorarse de que su astucia habia funcionado y sus cabezas de turco estaban ya colocados.

El mismo hizo las huellas en la nieve que llevaba hasta el campamento, en los momentos gelidos pero histericos posteriores a la caida de Marten por el puente y despues de haber recuperado el cuchillo. Regreso solo cuando la tormenta se hizo tan intensa que le hizo ver que la nieve taparia las huellas de todos modos. Entonces, con su propia sangre brotando e ignorando el frio, corrio hacia la finca a dar la voz de alarma.

Su valiente actuacion de aquella noche, poniendose inmediatamente al frente del grupo de busqueda, fue principalmente para demostrar su madera de heroe como zarevich del pueblo, pero tambien para mostrar su horror y tristeza ante lo sucedido y para que todos vieran como se preocupaba por Nicholas Marten. Su unico temor, por supuesto, era que Nicholas apareciera con vida, pero sabia que las probabilidades de que ocurriera eran practicamente nulas. Lo habia herido gravemente y el furioso caudal del rio helado por encima de kilometros y kilometros de rocas y empinadas cascadas, combinado con la fuerte tormenta y con las temperaturas bajo cero, convertia la supervivencia en una imposibilidad.

Lo ultimo que hizo, con luz de dia y ya en el calor de la casa, todavia con las botas y el anorak por encima del esmoquin rasgado, fue reunirse con los cuatro hombres mas importantes de su vida, los hombres que, con muchos otros, habian permanecido en la finca y se habian mantenido despiertos toda la noche: el presidente Gitinov, Su Santidad Gregorio II, el alcalde Nemov y el mariscal Golovkin.

– Debido a lo sucedido -les dijo-, y porque Nicholas Marten era el hermano de la mujer que va a convertirse en la proxima zarina de Rusia, les pido que aplacemos el anuncio del retorno de la monarquia hasta un momento y un lugar mas adecuados.

No hubo ninguna duda de que se trataba de lo correcto y lo propio, y los cuatro al unisono accedieron. El momento se completo cuando el presidente Gitinov, de cincuenta y dos anos de edad, se lo llevo a un aparte para expresarle personalmente su pesame y para decirle que lo comprendia perfectamente.

– Es lo mejor para usted y tambien para Rusia -le dijo Gitinov con sinceridad y simpatia.

Alexander sabia que aquel no era un gesto facil para el hombre que habia aprobado el regreso de la monarquia, principalmente por la combinacion de fuerzas de los otros tres que los acompanaban: el patriarca de la Iglesia, el alcalde de Moscu y el ministro de Defensa. Aunque cada uno de ellos era una figura autoritaria por derecho propio, cuando se trataba de politica nacional pensaban y actuaban unitariamente, y cuando elegian poner sobre la mesa o involucrarse en un asunto de Estado, su influencia sobre los miembros de las dos camaras del Parlamento era enorme.

La idea de la restauracion de la monarquia habia originado discusiones de sobremesa a lo largo de toda Rusia casi desde el dia en que el bisabuelo de Alexander, el zar Nicolas, fue ejecutado. Pero no habia sido nunca mas que eso hasta que el triunvirato, a traves de sus propias experiencias individuales y colectivas, se dio cuenta de que Rusia, reestablecida como Estado desde la caida de la Union Sovietica, seguia profundamente desestabilizada. Gobernada por una burocracia abotargada, la joven democracia estaba bajo el peso de una economia que, a pesar de haberse librado de buena parte de la deuda y mostrar solidos beneficios en sus industrias de cereales y petroleo, seguia siendo debil e inestable. Era ademas un pais protegido por un inmenso ejercito desanimado, mal pagado y anticuado y, ademas, en practicamente todos los rincones del territorio la pobreza, la corrupcion y la violencia campaban a sus anchas. Eran problemas enormes y complejos que creian que el Gobierno actual no estaba siendo capaz de solucionar con planes concretos. Al enfocar la situacion con mayor profundidad, el triunvirato llego a la conclusion de que si Rusia queria ser un pais realmente fuerte, influyente y que progresara economicamente, necesitaba una fuerza muy estabilizadora a nivel popular y emocional que ofreciera a la ciudadania una sensacion fuerte e inmediata de unidad, orgullo e identidad. Y vieron la respuesta en la restauracion de la dinastia imperial al trono ruso en forma de una monarquia constitucional; un gobierno con una figura simbolica que, como en el caso de Inglaterra, basicamente careciera de poder para gobernar pero reflejara la pompa, circunstancia, ceremonia y buena voluntad capaces de emocionar rapida y efectivamente al pueblo, y alrededor de la cual pudiera concentrarse un espiritu nacional nuevo y duradero. Una vez tuvieron sus argumentos organizados y los hubieron presentado formalmente al Parlamento, presionaron con fuerza a sus miembros para que aprobaran la medida.

A Gitinov la idea le parecio imposible. Vio el triunvirato como una fuente de hostilidad hacia su administracion, y su influencia como una amenaza oscura y siempre planeando encima de su propia base de poder. De modo que para el, la idea del regreso de la monarquia era poco mas que una maniobra politica para perseguir sus propios fines. Ademas, era algo peligroso, porque sabia que su apoyo a un jefe de Estado monarquico, fuera o no una figura simbolica, podia, en algun momento, empezar a mermar su propia autoridad… y hasta la de ellos, si el monarca acababa abarcando demasiado poder. Era una cuestion que le parecio todavia mas preocupante cuando se entero de que Kitner habia abdicado a favor de su primogenito, porque eso significaba que, de cara al publico, estaria compitiendo no solo con una cabeza coronada sino con alguien que ademas era joven, guapo y terriblemente carismatico, y que tenia una novia extraordinariamente bella avanzando a su lado. Parecian estrellas de cine y la prensa de todo el mundo los colocaria sobre un pedestal como la superpareja, los Kennedy rusos. Y lo peor de todo, Alexander era pura realeza, descendiente directo de una dinastia Romanov con mas de trescientos anos de historia, a quien hasta el mas viejo de los viejos y el mas pobre de los pobres adoraria como el corazon vivo del alma rusa.

Gitinov sabia que podia haber utilizado su propio y considerable poder e influencia para girar el voto contra el triunvirato y, al final, era probable que ganara. Pero para entonces, la idea de que el Parlamento estaba sopesando la posibilidad de restaurar el trono con la familia imperial era ya del dominio publico y contaba con una buena base de apoyo. Girar el voto contra la propuesta le hubiera supuesto un esfuerzo inmenso y lo hubiera hecho aparecer como temeroso de que el retorno de la monarquia fuera a debilitar su poder, y eso era algo que no podia permitirse. De modo que, en vez de enfrentarse a la idea decidio sumarse a ella, llegando incluso a reunirse con el triunvirato en la residencia de Su Santidad Gregorio II en Predelkino, cerca de Moscu, para defender abierta y entusiasmadamente la idea.

Era todo politica. Por que habia consentido, y por que habia venido a Davos, y por que, tambien, se habia esforzado por ofrecer personalmente su pesame a Alexander por lo ocurrido en la montana. Alexander lo sabia pero no habia demostrado nada; sencillamente se limito a darle las gracias con respeto y sinceridad y a estrecharle la mano cordialmente.

Luego, con el deber cumplido, Alexander Nikolaevich Romanov, zarevich de Rusia, sencillamente salio de la sala y fue a acostarse. Totalmente agotado y absolutamente victorioso.

4

Moscu. Domingo 19 de enero, 7:05 h

El timbre del telefono desperto a Kovalenko de un sueno inquieto. Cogio el auricular al instante de la mesita de noche y se inclino sobre el mismo, tratando de no despertar a su mujer.

– Da -dijo.

– Soy Philippe Lenard, inspector. Lamento despertarle tan pronto un domingo -dijo el policia parisino-. Entiendo que ha sido usted apartado del caso.

– Asi es. El FSO se encarga de devolverle el coche.

– Lo se, gracias.

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