inmediato.»

»Estas fueron las palabras, inspector. No hubo ninguna explicacion.

– Nunca la hay. -Kovalenko se levanto bruscamente-. Tengo ganas de pasar tiempo con mi esposa y mis hijos. Cuando reciba el disquete se lo hare saber.

Con estas palabras abandono el despacho y bajo por un largo pasillo, pasando frente a los despachos tipo cubiculo en los que ya habian unos cuantos investigadores que cubrian el turno de domingo. Luego tomo el ascensor hasta la planta baja y le mostro su tarjeta de identificacion a la persona que habia tras un biombo de cristal. Sono un pitido y la puerta que habia delante de el se abrio. En unos segundos se encontro bajo el cielo gris de Moscu. Hacia frio y caia una ligera nevada, igual que cuando los hombres de Murzin lo llevaron desde Villa Enkratzer hasta el tren de Zurich, dejando a Marten a solas frente a Alexander Cabrera.

Hasta ahora, cuando abandonaba el ministerio y caminaba por las calles frias, grises y ventosas del invierno moscovita, no se habia dado cuenta de lo mucho que la noticia le habia afectado. Nicholas Marten estaba muerto. No parecia posible, pero lo era. «?Era un amigo?», le habia preguntado Tatiana y, sin pensarlo, el le habia respondido que si. Y era cierto. Apenas lo conocia, pero por alguna razon se sentia mas proximo a Marten que a mucha de la gente a la que conocia desde hacia anos. De pronto sintio que se le hacia un nudo en la garganta.

– Y entonces, eso es todo -dijo amargamente y en voz alta-. Eso es todo.

Todo lo que habia sido la vida de un hombre. Desaparecido con su ultimo suspiro. Asi de facil.

6

Universidad de Manchester. Miercoles 22 de enero, 10:15 h

Contra la voluntad de Rebecca, en St. Peter's House, la capilla del recinto universitario situada en Oxford Road, se celebro un servicio privado en memoria de su hermano.

Bajo un techo de paraguas para protegerlos de la fria lluvia que sostenian la comitiva del FSO del coronel Murzin, Alexander acompano a Rebecca, la baronesa y lady Clementine desde el Rolls Royce gris oscuro, por la escalinata hasta la iglesia.

Lord Prestbury, el canciller y el vicecanciller de la universidad, varios profesores de Nicholas y un grupo de companeros de estudios fueron los unicos asistentes. El servicio duro poco mas de veinte minutos y al final del mismo los asistentes se levantaron, le expresaron sus respetos y el pesame a Rebecca y se marcharon.

– De verdad hubiera deseado que no lo organizaras -dijo Rebecca, de camino al aeropuerto.

Alexander le tomo la mano y la miro con carino y delicadeza:

– Carino, ya se lo dificil que es para ti, pero ante estas cosas tan terribles lo mejor es ponerles un punto y final lo antes posible. De lo contrario siguen carcomiendote el corazon y no hacen mas que intensificar el dolor.

– Mi hermano no esta muerto. -Rebecca miro primero a lady Clem y luego a la baronesa-. Tampoco vosotras creeis que lo este, ?no es cierto?

– Se como te sientes. -Por mucho dolor, tristeza y sentimiento que lady Clem sentia por dentro, por fuera conservaba la compostura y la dignidad y, al mismo tiempo, el respeto por su buena amiga-. Ojala pudieramos despertar todos de esta pesadilla y descubrir que no es cierta, que nada de esto ha ocurrido. Pero me temo que no va a ser asi. -Lady Clem esbozo una leve sonrisa.

– La realidad no coincide a menudo con lo que deseamos -dijo la baronesa con el mismo tono sereno-. Me temo que no tenemos mas remedio que aceptar la verdad.

Rebecca se incorporo y su mirada se lleno de desafio:

– La verdad es que Nicholas no esta muerto. Y por mucho que vosotros digais o hagais, no cambiare de opinion. Un dia se abrira una puerta y aparecera. Ya lo vereis, todos vosotros.

7

La baronesa observo a Rebecca, que iba sentada al otro lado de la cabina leyendo en silencio, y luego miro a Alexander, de pie en el pasillo, mas abajo, que charlaba con el coronel Murzin. Finalmente se volvio a mirar por la ventanilla mientras el avion Tupolev fletado para el viaje cruzaba las nubes. A los pocos instantes habian superado la barrera del frente nuboso y pudo ver la costa inglesa mientras sobrevolaban el mar del Norte en direccion este, rumbo a Moscu.

Rebecca no habia dicho casi nada desde su defensa categorica de la supervivencia de su hermano en el coche, y Alexander habia tenido el acierto de no prestarle mas atencion. Su recuperacion despues de meses de psicoterapia la habia dejado no solo llena de salud, sino tambien con una voluntad de hierro y un espiritu muy independiente. Esta sensacion devolvio a la baronesa a unos momentos atras, cuando dejaron a lady Clementine en su despacho de la universidad de camino al aeropuerto y Rebecca salio del coche, bajo la lluvia, para darle un abrazo emotivo de despedida. Al verlo, ella sintio una repentina punzada de preocupacion, casi mal presagio, de que su relacion fuera demasiado fuerte y esto pudiera causarles problemas a ella y a Alexander. Pero fue una idea que alejo como infundada y tan solo desencadenante de ansiedad, y se nego a darle ninguna vuelta mas.

Mas abajo se veian los puntos blancos sobre el mar gris y, a lo lejos, la costa de Dinamarca. Pronto lo estarian cruzando y se acercarian al extremo sur de Suecia. Pensar en la tierra que la habia visto crecer le provocaba recuerdos, y penso entonces en el largo viaje que emprendio a los diecinueve anos, cuando su madre murio y ella se marcho de Estocolmo para empezar a estudiar en la Sorbona de Paris. Fue alli donde conocio a Peter Kitner, y ambos se enamoraron loca y apasionadamente de inmediato. Fue una relacion tan natural y tan cargada fisica y emocionalmente que hasta la media hora que pasaban lejos el uno del otro representaba una agonia. Estaban convencidos de que era un amor predestinado y para toda la eternidad. El suyo era un amor diferente a todos. Se dijeron cosas profundas y secretas y muy personales. Ella le conto la historia de su padre y de su huida de Rusia, y la posterior muerte de el en el gulag. Luego le conto lo que le habia ocurrido en Napoles cuando tenia quince anos, aunque lo oculto cuidadosamente atribuyendo la historia del secuestro, la violacion y la mutilacion y muerte del violador a una buena amiga, y le dijo que a la amiga nunca la habian descubierto.

Aunque le conto la verdad sin descubrirse ella misma, era lo mas cerca que habia estado nunca de compartir su asesinato secreto con nadie. No mucho tiempo despues Kitner le confeso su secreto, le conto quien era su padre y quien habia sido su familia, y le hizo jurar silencio eterno porque temian las represalias de los comunistas y sus padres le habian prohibido terminantemente que contara su historia a nadie.

Fue una revelacion que la impresiono en lo mas profundo de su ser y la dejo literalmente boquiabierta. Si antes habia habido alguna duda, ahora ya no existia. Su encuentro era realmente obra de Dios y su autentico destino. Ella era hija de la aristocracia rusa y el heredero del trono. El alma sagrada de la madre patria, el ancho manto de sus ancestros y aquello por lo que su padre habia muerto vivia dentro de ellos y a ellos les correspondia conservarlo. Ella lo creia y el tambien. Muy poco despues ella se quedo embarazada de Alexander y, pletorico de felicidad, Kitner se caso con ella. Despues del padre de Kitner y de el mismo, su hijo podria ser el legitimo heredero de la corona rusa. En lo que parecio un abrir y cerrar de ojos, su futuro y lo que creian realmente que era el de Rusia habia quedado sellado. Un dia, mientras ellos vivieran, el sistema comunista se hundiria y, finalmente y por derecho propio, la monarquia seria restaurada, y ellos ocuparian su trono. Su marido, ella y el hijo de ambos.

Y entonces, y de la misma manera repentina, todo se vino abajo. Cuando se enteraron del matrimonio y del embarazo, los padres de Kitner montaron en colera. Su madre la llamo puta y aprovechada y, fuera o no hija de la aristocracia rusa, le dijo que no tenia ni de lejos el linaje adecuado para ser la madre de un heredero a la corona. Kitner fue apartado de manera sumaria del piso que compartian y se le prohibio volverla a ver nunca mas. Al dia siguiente su matrimonio fue anulado y un abogado, en representacion de la familia, le entrego un cheque con una

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