mandaba, le hizo esperar un buen rato y luego le sorprendio con una reunion privada pensada para tomarle el pulso y evaluar su caracter. Pero Alexander no le habia dado nada y se habia dedicado a representar conscientemente el papel de agradable bufon y no el de rey. El resultado final habia dejado a Gitinov, a pesar de su habilidad, con una impresion de su propia pequenez e ineptitud, puesto que habia sobrevalorado una jugada que, de entrada, ni siquiera era necesario jugar. Alexander no pudo mas que sonreirse ante aquel fracaso y agradecer su efecto secundario. La intrusion habia conseguido, al menos durante un rato, distraerle de su fijacion con Nicholas Marten, y con ella, el terrible latido del metronomo.
–
Alexander lo abrio rapidamente y miro el rostro con barba que lo miraba desde el papel. Era una cara delgadisima, practicamente tapada por la barba que ocultaba la mayor parte de sus facciones. Tenia los ojos un poco desviados, como si lo hubiera hecho aposta. A pesar de todo, no cabia ninguna duda sobre su identidad y en aquel momento Murzin se lo confirmo:
– Su pasaporte es una copia del anterior. Nacio en Vermont, Estados Unidos. Su domicilio actual es la Universidad de Manchester, Inglaterra. Es el hermano de la zarina.
Todavia con el papel en la mano, Alexander miro por la ventana y Moscu se le hizo borroso.
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Por un largo instante no hubo reaccion, y luego los ojos de Alexander se desviaron hacia el.
– Tsarkoe Selo -dijo, con fuerza-. Llevense a la zarina y a la baronesa alli ahora, esta noche, en helicoptero. Les diran que he sido convocado a una reunion urgente y que, teniendo en cuenta la creciente complicacion de mi agenda y la atencion mediatica cada vez mas apremiante sobre mi y la zarina, he querido liberarlas de todo esto. Nadie debe saber donde estan. Oficialmente se han ausentado de la ciudad y se encuentran en un destino desconocido para descansar antes de la coronacion. Bajo ninguna circunstancia hay que informar a nadie, y en especial a la zarina, sobre Nicholas Marten.
– ?Que deseais que hagamos con el?
– De este asunto me ocupare personalmente.
29
De nuevo, Nicholas Marten guardaba cola. Esta vez estaba en Moscu y la cola era para pasar por el control de pasaportes. En algun punto, al otro lado de las cabinas oficiales y de los agentes uniformados, lo esperaba Kovalenko. De momento, a Nicholas no le quedaba mas remedio que esperar junto al mas de un centenar de personas que como el debia pasar por el puesto de control.
De momento, la unica persona a la que habia informado de que estaba vivo era Kovalenko. Habia temido informar a nadie mas, hasta a lady Clem, por miedo a que Rebecca pudiera acabar enterandose y, a su vez, tambien lo hiciera Alexander. Ahora sabia que necesitaba llamarla y, estar alli de pie, avanzando a paso de tortuga hacia el puesto de control de pasaportes, le daba tiempo para hacerlo, de modo que saco el movil que Kovalenko le habia facilitado, lo abrio y marco su numero. No importaba donde estuviera ni lo que estuviera haciendo; necesitaba hablar con ella. No solo queria hacerle saber que estaba vivo y sano, sino que queria tenerla a su lado lo antes posible.
Lady Clem estaba en el bano del apartamento de Leopold, preparandose para el. El propio Leopold, un carpintero musculoso y de una belleza primitiva que le habia estado rehaciendo el apartamento, la esperaba en la penumbra de su habitacion, tumbado desnudo y lleno de impaciencia en su cama enorme. Cuando oyo el sonido distante del movil que sonaba en el bano se incorporo. No era el suyo, asi que tenia que ser el de ella.
– Dios mio, ahora no -protesto-. Di lo que tengas que decir y cuelga. Cuelga y ven aqui.
– ?Nicholas Marten! -susurro Clem absolutamente atonita-. Espera. -Se puso recta, contemplando su propia desnudez en el espejo-. ?Quien eres realmente? Seas quien seas, esta broma es exageradamente cruel.
De pronto, el rostro de Clem adquirio un tono casi morado al darse cuenta que estaba hablando con el propio Marten, y cogio rapidamente el albornoz de Leopold que colgaba de detras de la puerta como si Marten pudiera verla y saber lo que estaba a punto de hacer.
– ?Nicholas Marten, eres un cabron! -susurro, furiosa, mientras se echaba el albornoz por encima-. ?Como te atreves a llamarme asi, aqui y ahora? Y… Oh, Dios mio. -Sintio que se estremecia de la emocion al ser consciente de lo que estaba pasando-. Dios mio, ?estas vivo! ?Estas bien? ?Donde estas? ?Donde? -De pronto cambio totalmente de actitud. La emocion se habia apoderado de ella-. ?No podias haber llamado antes? ?Tienes idea de lo que he pasado? ?La preocupacion! ?La desesperacion! ?La terrible tristeza! ?Tienes idea de lo que estaba a punto de…?
– Lo siento muchisimo, Leopold, pero ha ocurrido una emergencia familiar. -Totalmente vestida, lady Clem beso a Leopold en la frente de camino a la calle-. Llamare para saludarte cuando vuelva.
Cogio la puerta y la abrio.
– ?Cuando vuelvas? ?Adonde demonios te vas?
– A Rusia.
– ?Rusia?
– Si, Rusia.
30
?Donde estaba Marten?
Alexander se dio la vuelta a oscuras. Tal vez habia dormido un poco, tal vez no; no estaba seguro. Rebecca y la baronesa se encontraban ya en Tsarkoe Selo, el inmenso complejo imperial cerca de San Petersburgo que la esposa de Pedro el Grande habia hecho construir hacia casi trescientos anos como lugar de descanso de las tareas de gobierno. Hoy, al ponerlo bajo la vigilancia del FSO, Alexander le habia dado un aire totalmente distinto: lo habia convertido en una fortaleza en la que proteger su valiosa joya de la corona de la influencia de su hermano.
?Donde estaba?
Los registros de inmigracion del aeropuerto de Sheremetyevo tenian anotada las 19:08 h como momento en que se habia procedido a la aprobacion de su pasaporte. Pero para entonces todavia no habia llegado al hotel Marco Polo Presnja, el destino que constaba en su visado de entrada. Ni tampoco sabian nada de el a las once y a las doce de la noche. ?Donde estaba? ?Adonde habia ido? ?Y como, con quien?
