Lentamente, Valparaiso le dio la Beretta a Lee. Luego avanzo y empujo el Colt entre los ojos de Raymond para terminar lo que tenia que decir.

– Despues de haberle robado la pistola al detective Barron, te has largado y te has escondido aqui. Cuando hemos intentado cazarte, has disparado hacia nosotros… -De pronto Valparaiso retrocedio y dirigio la automatica hacia la puerta de entrada del taller.

?Bum! ?Bum!

Un par de disparos atronadores del calibre 45 sacudieron el edificio y los cristales de la ventana, cubiertos de pintura, explotaron hacia el callejon, dejando un rastro recortado de la negra noche en la pared gris clara.

Valparaiso volvio a girarse y levanto el menton de Raymond con el canon del arma.

– Nos hemos quedado fuera y te hemos ordenado que salieras con las manos levantadas. Pero no lo has hecho. Te hemos vuelto a llamar y te hemos dado una segunda oportunidad, pero la unica respuesta ha sido el silencio. Y entonces hemos oido… un ultimo disparo.

Barron miraba a Raymond con atencion. Movia los labios pero no emitia ningun sonido. ?Que estaba haciendo? ?Rezarle a Dios? ?Rogando misericordia antes de morir?

– John.

Barron levanto la vista.

De pronto Valparaiso se giro, le cogio la mano y le puso el Cok en ella.

– Por Red -le susurro-. Por Red.

Los ojos de Valparaiso se clavaron en los de Barron por un brevisimo momento, luego miraron a Raymond. Barron le siguio la mirada y vio a Polchak que se acercaba para agarrar a Raymond con el mismo gesto de hierro con que habia aferrado a Donlan.

Raymond luchaba contra la fuerza de Polchak, mientras no dejaba de mirar boquiabierto a Barron. ?Como era posible que Dios permitiera algo asi? ?Como era posible que el hombre al que habia elegido para que le salvara se convirtiera de pronto en su verdugo?

– No, John, por favor, no lo hagas -le susurro Raymond-. Por favor.

Barron miro la automatica que tenia en la mano, sintio el peso del arma. Avanzo un paso. Los otros estaban en silencio, mirando. Halliday. Polchak. Valparaiso. Lee.

Los ojos de Raymond brillaban bajo la luz del fluorescente.

– Este no eres tu, John, ?no lo entiendes? ?Son ellos! -Los ojos de Raymond apuntaron a los detectives y luego volvieron a Barron-. Recuerda a Donlan, recuerda como te sentiste despues. -Las palabras de Raymond eran apresuradas, pero la manipulacion y la insolencia habian desaparecido. Estaba suplicando por su vida-. Si crees en Dios que esta en el cielo, baja esta pistola. ?No lo hagas!

– ?Crees tu en Dios, Raymond?

Barron se le acerco mas. Rabia, odio, sed de venganza. Sus emociones se combinaban como el efecto de una droga fantastica. La referencia a Donlan no significaba nada. La pistola que tenia en la mano lo significaba todo. Y ahora estaba alli a su lado, su cara a centimetros de la de Raymond.

?Clic!

Tiro del percutor mecanicamente. El canon del Cok se apoyo en la sien de Raymond. Podia oir el aliento de Raymond saliendo de su cuerpo mientras luchaba por liberarse de Polchak y de las esposas. El dedo de Barron se tenso sobre el gatillo y miro a los ojos de Raymond. Y entonces…

Se quedo petrificado.

5:21 h

72

– ?Matale, maldita sea!

– Es un animal. ?Aprieta el puto gatillo!

– ?Dispara, por el amor de Dios!

Las voces gritaban detras de el mientras el rostro de Barron se contorsionaba agonicamente. De pronto se volvio hacia ellos.

?Pum! ?Pum! ?Pum!

Los disparos retronaron mientras abria fuego contra una vieja butaca andrajosa y manchada de pintura.

– ?Que cojones te pasa? -Lee no entendia nada.

Barron se volvio, tembloroso, horrorizado ante lo que habia estado a punto de hacer.

– Lo que me pasa, Roosevelt, es que en algun lugar, esta vieja puta ciudad nos ha engullido. Un hombre se olvida de la ley, se olvida de muchas cosas… como de quien cojones es. -Por un instante, Barron los miro a todos. Sus siguientes palabras surgieron en forma de susurro-. Lo que no entendeis es… que yo no soy capaz de cometer un asesinato.

Valparaiso se le acerco y tendio la mano:

– Damelo a mi.

Barron retrocedio un paso.

– No, voy a entregarle.

– Dale la pistola, John -dijo Lee, poniendose delante de Halliday.

Entonces John apunto con el Cok al pecho enorme de Lee:

– He dicho que voy a entregarle, Roosevelt.

– No lo hagas -le advirtio Halliday.

Barron le ignoro.

– Poned todos las armas ahi encima.

Hizo un gesto hacia un banco de trabajo manchado de pintura que habia cerca de la puerta.

– Estas acabado, John -dijo Polchak, acercandose desde detras de Raymond.

Valparaiso avanzo tambien:

– Vas a hacer que te maten.

– Has sido el primero en llegar aqui, John. -Lee no prestaba atencion a la pistola que le apuntaba al pecho-. Raymond tenia tu Cok. Para cuando hemos llegado, eras hombre muerto.

– Al menos Raymond asi lo cree. -Polchak se acerco un poco mas-. ?Y que hay de tu hermana, quien va a cuidar de ella? Tienes que pensar en estas cosas, John.

De pronto John levanto el arma, apuntando ahora a la entrepierna de Polchak.

– ?Un paso mas y te dejo sin cerebro!

– ?Dios mio! -exclamo Polchak, dando un salto hacia atras.

– Las pistolas en el banco. Roosevelt, tu primero.

Con la Beretta todavia en la mano, Lee permanecio donde estaba y Barron pudo ver como evaluaba la situacion, preguntandose si era capaz de levantar el arma para disparar antes de que lo hiciera Barron. O incluso si Barron dispararia.

– No vale la pena arriesgarnos a que algo salga mal, Roosevelt -dijo Halliday en voz baja-. Haz lo que te pide.

– La Beretta, Roosevelt. Utiliza la mano izquierda. Dos dedos en la empunadura, eso es todo -le ordeno Barron.

– Esta bien. -Lee levanto el arma lentamente la mano izquierda y cogio el revolver de Barron de la derecha con dos dedos, luego se acerco al banco y la dejo.

– Ahora tu, Marty, de la misma forma. -Barron apuntaba ahora a Valparaiso.

Durante unos segundos, Valparaiso no hizo nada, luego saco el arma lentamente de la funda y la puso en el banco.

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