?Pum! ?Pum! ?Pum! ?Pum!

Los casquetes de 9 mm de Halliday impactaron en el cuello y en el hombro derecho de Polchak. La Striker empezo a resbalarle. Polchak apreto la mano y trato de levantar la metralleta, pero ya no tenia fuerza. Lo unico que pudo hacer fue disparar al suelo, a sus pies, al caer. Se oyo un ruido sordo cuando su cuerpo golpeo el suelo. Como si no hubiera caido, sino que lo hubieran tirado desde muy arriba. El pecho se le agito una ultima vez y luego gruno cuando la vida abandono su cuerpo.

Y entonces se hizo el silencio.

SEGUNDA PARTE

Europa

1

Domingo de Pascua, 31 de marzo. 16:35 h

John Barron oyo el silbido agudo de los motores y luego sintio la fuerza que empujaba su cuerpo contra el respaldo mientras el vuelo 0282 de British Airways tomaba impulso por la pista del LAX, rumbo a Londres. A los pocos segundos la nave despego y se oyo el ruido del tren de aterrizaje escondiendose dentro del fuselaje. Debajo podia ver como el paisaje urbano de Los Angeles desaparecia a medida que el avion ganaba altura. Luego vio la franja de la costa y el azul profundo del Pacifico, y la hilera de playas blancas que alcanzaban hasta Malibu. Y entonces el avion viro suavemente a la izquierda y lo unico que vio fue el cielo. Estaban ahi arriba, sanos y salvos.

Barron suspiro aliviado y se volvio para mirar a Rebecca, acurrucada a su lado. Dormia profundamente, tapada con una manta. Con la fuerte sedacion que le habian administrado, parecia sorprendentemente en paz, como si sus vidas estuvieran tomando al fin el rumbo adecuado.

John miro a su alrededor. Los otros ocho pasajeros de la cabina de primera clase no les prestaban ninguna atencion. Para ellos era sencillamente un pasajero mas, acompanado de una chica que dormia a su lado. ?Como podia ninguno de ellos imaginar que huian para salvar sus vidas?

– ?Le apetece una copa, senor Marten?

– ?Disculpe? -Distraido y sorprendido, John Barron levanto la vista y vio a una azafata en el pasillo, a su lado.

– Le preguntaba si le apetece una copa, senor Marten.

– Oh… si, gracias. Un vodka martini, por favor. Doble.

– ?Con hielo?

– Si, gracias.

– Gracias, senor Marten.

Bar ron se recosto. Tenia que acostumbrarse a que lo llamaran por el apellido Marten. Como tambien tenia que acostumbrarse a que lo llamaran Nick, o Nicholas. Igual que Rebecca deberia acostumbrarse a usar el nombre Rebecca Marten, o senorita Marten, y a reaccionar a este nombre como si lo hubiera hecho toda la vida.

El avion viro de nuevo suavemente hacia el este. Al cabo de un momento la azafata volvio y le sirvio la copa en el reposabrazos de al lado. Barron le hizo un gesto de agradecimiento con la cabeza, cogio la copa y probo el combinado. Era frio, seco y amargo al mismo tiempo. Se pregunto cuando fue la ultima vez que se habia tomado un vodka martini, si es que lo habia hecho alguna vez, y por que lo habia pedido. Por otro lado, sabia que era fuerte, y eso era lo que ahora necesitaba.

Hoy se cumplian exactamente dos semanas y dos dias del terrible bano de sangre en las vias del tren. Dieciseis dias de dolor, ansiedad y miedo. Tomo otro sorbo de su copa y miro a Rebecca, que dormia a su lado. Estaba bien, y el tambien. La miro un rato mas. Luego miro por la ventana, a las nubes que pasaban, e intento reconstruir lo que habia ocurrido en aquel periodo tan breve y abrasador.

Todavia podia sentir la fetidez de la polvora y ver a Halliday en el anden, pidiendo a gritos que le mandaran ambulancias. Todavia podia ver a Rebecca corriendo enloquecida hacia el, huyendo de la mano de Polchak caido. Aullando, gritando, histerica, echandose al suelo para estrecharlo entre sus brazos. En lo que parecia una pelicula a camara lenta, veia al jefe de policia Harwood y a sus ayudantes bajando al anden cuando empezaban a llegar los primeros vehiculos de rescate. Y en el mismo movimiento a camara lenta, los equipos medicos de emergencia se ponian al mando de la situacion. Vio como el horror crispaba el rostro de Rebecca cuando la arrancaban de su lado, hasta que desaparecia, absorbida por un mar de uniformes. Recordaba como le habian cortado la ropa y que le dieron una inyeccion de morfina. Y a Halliday hablando con el jefe Harwood. Y a la gente de Urgencias metiendose debajo del vagon para ocuparse de Raymond, tendido sobre las vias.

Entonces cargaron a Barron en una camilla y lo llevaron a una ambulancia, pasando por delante de las figuras postradas de Lee, Valparaiso y Polchak. Y el sabia que estaban muertos. Mientras la realidad se le iba desdibujando bajo los efectos de la morfina, echo una ultima mirada al jefe Harwood, rodeado de sus ayudantes. No habia duda de que estaba al tanto de lo sucedido, y el control de los danos ya se habia puesto en marcha.

Antes de que hubiera transcurrido una hora la prensa mundial ya estaba pidiendo a gritos los detalles de lo que ya se llamaba «el gran tiroteo de la Metrolink», y exigiendo saber la identidad del hombre apodado Ray Gatillo Thorne. Lo que obtuvieron a cambio fue un tibio comunicado del LAPD declarando que tres detectives habian muerto en el tiroteo con el sospechoso cuando trataban de rescatar a uno de los suyos; que el propio Thorne habia sido gravemente herido y que estaba en marcha una intensa investigacion interna.

Y entonces, para todos, el asunto entero estallo de una manera totalmente descontrolada. A John Barron lo llevaron al Glendale Memorial Hospital para ser tratado de urgencias de varias heridas de bala, unas heridas que, gracias a Dios, estaban todas alojadas en tejidos blandos y no suponian peligro para su vida. Raymond Oliver Thorne fue trasladado al centro medico del condado en un estado mucho mas grave.

Y alli, apenas treinta horas mas tarde y despues de someterse a varias intervenciones quirurgicas, sin haber recuperado nunca la consciencia, murio de una embolia pulmonar, un coagulo en los pulmones. Luego, por una confusion en la oficina del forense del condado que bordeaba lo comico y que empeoraba gravemente la imagen del departamento, el cadaver fue mandado por error a una empresa privada de funerales y fue incinerado a las pocas horas. De nuevo, el LAPD se llevaba las manos a la cabeza mientras la prensa mundial se frotaba las manos.

19:30 h

Llevaban ya tres horas de vuelo. Habian cenado y la iluminacion de la cabina habia sido atenuada. Los pasajeros tomaban copas y miraban peliculas en sus pantallas individuales de TV. Rebecca seguia durmiendo. John Barron trato de imitarla pero no conseguia conciliar el sueno. El recuerdo de lo sucedido lo seguia acechando.

En la misma tarde que Raymond murio y fue incinerado, el sabado, 16 de marzo, a primera hora, Dan Ford visito a Barron en el hospital. Claramente preocupado por la vida de su mejor amigo, habia algo en el, en su manera de comportarse, que le decia a Barron que sabia lo que habia pasado en el tiroteo y por que, pero no le dijo nada. En vez de hacerlo, le hablo de su visita a Rebecca en Saint Francis; habia sido sedada y cuando llego la encontro descansando, pero de inmediato lo reconocio y le cogio la mano. Y cuando le dijo que luego iria a visitar

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