Hamid.
Ali se encogio de hombros.
—Bien sabes —les excuso— que muchos de ellos se han visto obligados a vivir en las montanas. ?A nosotros no nos hacen nada! Tu mismo hubieras ido con ellos de haber... —Ali evito mirar la pierna inutil de Hamid—. La mayoria se ha lanzado al bandidaje por iguales injusticias que las que se cometieron contra ti.
Ali dejo la frase en el aire en espera de la reaccion de su cunado. Hamid permitio que los recuerdos volaran durante unos segundos y fruncio los labios en gesto de asentimiento.
—?Que injust...? —salto Hernando. Pero callo ante el brusco movimiento de mano con que Hamid recibio su intervencion.
—?Que monfies se uniran? —pregunto entonces el alfaqui.
—El Partal de Narila, el Nacoz de Nigueles, el Seniz de Berchul. —Hamid escuchaba con aire pensativo, y Ali insistio—: Esta todo estudiado: los del Albaicin de Granada estan preparados para el dia de Ano Nuevo. En cuanto se alcen, los ocho mil de fuera de Granada escalaran... escalaremos las murallas de la Alhambra por la parte del Generalife. Utilizaremos diecisiete escaleras que ya se estan confeccionando en Ugijar y Quentar. Yo las he visto: estan hechas a base de maromas de canamo, fuertes y resistentes, con unos travesanos de madera recia por los que pueden subir tres hombres a la vez. Tendremos que ir vestidos a la usanza turca, para que los cristianos crean que hemos recibido ayuda de Berberia o del sultan. Las mujeres trabajan en ello. Granada no esta preparada para defenderse. La recuperaremos en igual fecha que aquella en la que se rindio a los reyes castellanos.
—?Y una vez se haya tomado Granada?
—Argel nos ayudara. El Gran Turco nos ayudara. Lo han prometido. Espana no puede soportar mas guerras, no puede luchar en mas sitios, pues ya lo hace en Flandes, en las Indias y contra los berberiscos y los turcos. —En esta ocasion Hamid alzo la mirada al techo. «Alabado sea Dios», murmuro—. ?Se cumpliran las profecias, Hamid! —Exclamo Ali—. ?Se cumpliran!
El silencio, solo roto por la entrecortada respiracion de Hernando, se apodero de la estancia. El muchacho temblaba ligeramente y no cesaba de pasear la mirada de un hombre a otro.
—?Que quereis que haga? ?Que puedo hacer? —pregunto de repente Hamid—. Soy cojo...
—Como descendiente directo de la dinastia de los nasries, los nazaries, debes estar en la toma de Granada en representacion del pueblo al que siempre ha pertenecido y al que debe seguir perteneciendo. Tu hermana esta dispuesta a acompanarte.
Antes de que Hernando volviera a preguntar, casi puesto en pie, Hamid se volvio hacia el, asintio y alargo la mano hasta su antebrazo, en un gesto que pedia paciencia. El muchacho se dejo caer de nuevo sobre la manta, pero sus inmensos ojos azules no lograban desviarse del humilde alfaqui. ?Era descendiente de los nazaries, de los reyes de Granada!
3
Hamid ofrecio su casa a Ali para pasar la noche, pero este declino la invitacion: sabia que solo disponia de un lecho, y por no ofender a su anfitrion alego que pretendia aprovechar aquel viaje para tratar algunos asuntos con un vecino de Juviles, que ya le esperaba. Hamid se dio por satisfecho y lo despidio en la puerta. Desde la manta, Hernando observo la formal despedida de ambos hombres. El alfaqui espero a que su cunado se perdiese en la