testigos del crimen. Entonces, don Fernando de Valor vendio su veinticuatria a otro morisco que habia salido como fiador suyo en el proceso criminal; pero este, que no confiaba demasiado en la palabra de don Fernando y temia perder la fianza, lo arreglo para que en el momento del pago por la compra del cargo las autoridades embargasen tambien el dinero del precio de la compra. El 24 de diciembre de 1568, informado de la revuelta que agitaba las Alpujarras, don Fernando de Valor y de Cordoba se fugo de Granada sin veinticuatria y sin dineros, con una amante y un esclavo negro por toda compania, para unirse a quienes, segun el, constituian su verdadero pueblo.
El rey de Granada y de Cordoba tenia veintidos anos y una piel morena verdinegra; era un hombre cejijunto y de grandes ojos negros. Gentil y distinguido, contaba con el aprecio y respeto de todos los moriscos, tanto por su cargo en Granada como por la sangre real que acreditaba. Con el apoyo de su familia, los Valoris, fue nombrado rey en Beznar, bajo un olivo y en presencia de multitud de moriscos, a pesar de la violenta oposicion de Farax, que reclamaba la corona para el y a quien acallo nombrandole alguacil mayor. Al final, el tintorero beso la tierra que pisaba el nuevo rey despues de que este, vestido de purpura, rezara sobre cuatro banderas extendidas a los cuatro puntos cardinales y jurara morir en su reino y en la ley y fe de Mahoma. Don Fernando fue investido rey con una corona de plata robada a la imagen de una Virgen y recibio el nombre de Muhammad ibn Umayya, que los cristianos transformaron en Aben Humeya, entre los vitores de todos los presentes.
7
La primera disposicion adoptada por Aben Humeya fue la de enviar a Farax a recorrer las Alpujarras al mando de un ejercito compuesto por trescientos curtidos monfies, para recoger todo el botin capturado a fin de trocarlo a los berberiscos por armas, razon por la cual Hernando volvia a arrear su recua de mulas cargadas, desde Cuxurio al castillo de Juviles. Sus relaciones con Ubaid se habian vuelto mas tensas: Hernando no conseguia borrar de su memoria el semblante salvaje que le habia mostrado el arriero, y no dejaba de dar vueltas a sus comentarios sobre la posible perdida accidental de parte del botin.
—Tengo que vigilar a la Vieja. Siempre se retrasa —le dijo a Ubaid para cerrar la marcha. Preferia no tenerlo a sus espaldas.
—Una mula vieja come igual que una joven —le espeto este—. Matala. —Hernando no contesto—. ?Acaso quieres que tambien lo haga yo? —anadio el arriero al tiempo que llevaba la mano a la daga que le colgaba del cinto.
—Esta mula conoce los caminos de las Alpujarras mejor que tu —se le escapo al muchacho.
Ambos se miraron; los ojos de Ubaid rezumaban odio. Entre dientes, el arriero de Narila murmuraba algo cuando un grito de Brahim le hizo volver la cabeza. El grupo de cautivas cristianas se marchaba ya, y las mulas todavia no se movian tras las mujeres. Ubaid fruncio el entrecejo, contesto con otro grito a Brahim y se sumo a la comitiva, no sin antes atravesar con la mirada a Hernando.
Fue en ese momento cuando Ubaid decidio que debia deshacerse de aquel muchacho: representaba a Brahim, el arriero de Juviles con el que habia tenido mil problemas en los caminos de las Alpujarras... como con la mayoria de los otros arrieros. El oro y las riquezas que transportaban en las recuas habia excitado la ambicion del de Narila. ?Quien iba a enterarse si faltaba algo? Nadie llevaba el control de lo que cargaban en los animales. Si, la lucha de su pueblo era importante, pero algun dia terminaria y entonces... ?seguiria siendo un vulgar arriero obligado a recorrer las sierras nevadas para ganar una miseria? Ubaid no estaba dispuesto a ello. En nada peligraria la victoria de los suyos porque su tesoro se viera algo mermado. Habia intentado recabar la ayuda de Hernando, ganarse su amistad