escucharles antes de hablar.

—Don Julian me conto que erais vos quien copiaba los ejemplares del Coran —le espeto entonces con seriedad—, para distribuirlos por Cordoba...

—Yo no... —empezo a negar Hernando.

—Me conto tambien —anadio, al tiempo que aumentaba la presion sobre su antebrazo— que gozabais de la confianza del consejo de ancianos junto a Karim, Jalil y... ?como se llamaba? Si: Hamid, el alfaqui de Juviles.

Hernando se encontraba rodeado por los tres hombres, sin saber que hacer, que decir o adonde mirar.

—Hamid —tercio entonces don Pedro— era descendiente de la dinastia nazari. Teniamos cierto parentesco. Su familia eligio otro camino: el destierro a las Alpujarras junto a Boabdil, pero tampoco quisieron huir a Berberia cuando el Rey Chico lo hizo.

Hernando tiro del antebrazo para librarse definitivamente de Castillo.

—Senores —empezo a decir haciendo ademan de abandonar el grupo— no entiendo que es lo que pretendeis, pero...

—Escuchad —le interrumpio bruscamente Castillo al tiempo que se apartaba para franquearle el paso, como si ya no pretendiera obligarle a permanecer con ellos—, ?acaso creeis que don Julian, el bibliotecario, hubiera sido capaz de traicionaros y contarle a unos simples renegados como ahora mismo pensais que somos todo lo que os hemos revelado?

Hernando se detuvo en seco. ?Don Julian? Mil recuerdos acudieron a su mente en un fogonazo. ?Jamas lo hubiera hecho! Antes hubiera dejado que lo torturasen, igual que Karim. ?Ni la Inquisicion consiguio que el anciano les proporcionase el nombre que pretendian y que no era otro que el suyo: Hernando Ruiz, de Juviles! Los verdaderos musulmanes no se denunciaban unos a otros.

—Pensadlo —escucho que le decia Luna.

—Se muchas mas cosas de vos —insistio Castillo—. Don Julian os tenia en alta estima y en la mayor consideracion.

?Por que habia tenido que contarles nada el sacerdote?, continuaba preguntandose Hernando. Pero si lo hizo, eso solo podia significar que aquellos tres hombres luchaban por la misma causa que el. Sin embargo, ?luchaba el ya por algo? Hasta su propia madre acababa de repudiarle.

—Ya no tengo nada que ver con todo aquello —afirmo con voz tenue—. La comunidad de Cordoba me ha dado la espalda al enterarse de la ayuda que preste a los cristianos durante la guerra...

—Todos jugamos esas cartas —le interrumpio don Pedro de Granada—. Yo, el primero. Mirad —anadio senalando un gran arcon que estaba detras de Miguel de Luna, que se aparto para permitir la vision—. ?Veis el escudo de armas? Ese es el escudo de los Granada Venegas; esas mismas armas han estado del lado de los reyes cristianos en las guerras contra nuestro pueblo, pero ?distinguis su emblema?

—Lagaleblila —leyo Hernando en voz alta—. ?Que quiere decir...?

El mismo se interrumpio al desentranar el significado: Wa la galib illa Allah. ?No hay vencedor sino Dios! El lema de la dinastia nazari; el lema que se repetia por toda la Alhambra en honor y glorificacion del unico Dios: Ala.

—A nosotros no nos interesan los consejos de ancianos de

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