– Una ultima cosa, Matthieu. Luego dejare que te vayas.
Sonrei y enarque una ceja inquisitiva.
– Ese asunto de Florida… Supongo que sabes que el problema no fue la especulacion desmedida.
– Ah, ?no? -Me sorprendi, pues siempre habia pensado lo contrario-. Entonces, ?que fue?
– El huracan. Asi de sencillo. El ano pasado un terrible huracan arraso Florida y provoco perdidas valoradas en varios millones de dolares. Al contabilizar los danos, la realidad de la especulacion inmobiliaria salio a la luz. Si no hubiese sido por eso, aun seguirian dale que dale. Fue culpa del huracan. Y yo, la verdad, no veo ningun huracan avanzando por la Quinta Avenida, ?tu si?
Me encogi de hombros, sin saber que responder.
– ?Sabes cual es la moraleja de la historia? -pregunto cuando ya tenia un pie fuera del despacho.
– Adelante -respondi, contento de haber pagado una hora de puro entretenimiento, aunque no fuera mas que eso-. Dime, Denton, ?cual es la moraleja?
– La moraleja de la historia -dijo, inclinandose y apoyando las manos en el escritorio- es que cada cierto tiempo sobreviene un desastre natural o, lo que es lo mismo, un acto divino, y retira el polvo de modo que la gente descubre que lo que habia debajo no es demasiado bonito. ?Entiendes?
Denton pertenecia a una familia adinerada. El padre habia heredado la sociedad de su suegro, pero la fortuna familiar de los Irving se remontaba a varias generaciones, casi hasta la epoca de los primeros colonos. Aunque desde que habia sufrido el derrame cerebral Magnus Irving no podia enfrentarse al dia a dia en la firma, seguia dirigiendo entre bastidores y espiaba todos los movimientos de su hijo, sobre los que luego hacia comentarios despectivos.
Yo no ignoraba que Denton vivia atemorizado por su padre, un gigante que habia ido al gimnasio todos los dias de su vida (mucho antes de que esa clase de habitos saludables se pusieran de moda). Supe que Denton habia tenido un padre estricto el dia que lo vi enderezarse en su asiento y ponerse tenso cuando Magnus lo llamo por telefono.
En el transcurso de 1929 continue liquidando buena parte de mi cartera de valores, mientras Denton se metia en una espiral interminable de inversiones apostando por opciones que segun el no podian fallar, como las solventes empresas Union Pacific o Goodrich. Antes del verano la economia cayo en picado al reducirse la produccion industrial y bajar los precios. El presidente Hoover forzo a la Reserva Federal a alzar la tasa de descuento a fin de evitar la especulacion en el mercado bursatil, pero, como otras de sus medidas, esa tampoco parecio funcionar. El capital invertido en el mercado bursatil subio y subio hasta que estuvo a punto de alcanzar su punto de saturacion. Para tranquilizar los animos, Hoover y el gobernador de Nueva York, Franklin Delano Roosevelt, se mostraron optimistas en relacion con la Bolsa. Hoover llego a decir que la «gran sociedad» nunca seria vencida. No se si se referia al pais o a Wall Street.
Al mismo tiempo descubri que Denton y Annette estaban viviendo un idilio. A menudo ella llegaba a casa euforica despues de que su jefe la hubiera llevado a cenar o a bailar. Parecia feliz y entusiasmada con esa relacion, que alente, pues Denton me gustaba y, si llegaban a casarse, podria darles a Annette y a su hijo una vida confortable.
– Que poco pensaba yo que acabaria actuando de casamentero -dije una de las raras noches en que Denton no nos acompanaba. Estaba leyendo la nueva novela de Hemingway, Adios a las armas, que acababan de publicar, mientras Annette cosia botones a las camisas de Tommy-. ?Mi intencion era conseguirte un trabajo, no un marido!
Annette se echo a reir.
– No se cuanto durara esta historia -admitio-, pero Denton me encanta. Se que es un poco fanfarron y que siempre hace como que controla la situacion, pero en el fondo es mucho mas tranquilo de lo que parece.
– Ah, ?si? -Me costaba creerlo.
– Es verdad. Sin embargo, su padre… -Nego con la cabeza y volvio a su labor-. No deberia hablar de ello - anadio con voz suave.
– Como prefieras, pero recuerda que no estas liada con el padre, sino con el hijo.
– Siempre esta entrometiendose -prosiguio; estaba claro que queria hablar sobre ello a pesar de todo-. No lo deja respirar ni un segundo, pobre Denton. Se diria que sigue siendo el jefe.
– Tiene mucho dinero invertido ahi -apunte haciendo de abogado del diablo-. Por no hablar de que ha consagrado toda su vida a esa firma, asi que es natural que…
– Si, pero fue el quien le propuso que se pusiese al frente de la sociedad cuando sufrio el derrame cerebral. Y no puede decirse que Denton desconozca su trabajo. ?Dios mio! Lleva alli desde que tenia diecisiete anos.
Asenti; seguramente tenia razon. Magnus era practicamente un desconocido para mi. Lo habia visto un par de veces a lo sumo, y entonces no era ni la sombra de lo que habia sido. Pero poco despues, el sabado 5 de octubre, se celebro una gran fiesta en la propiedad de los Irving, y cuando hubieron llegado los invitados -cualquiera que tuviese un minimo poder en el mundo financiero de Nueva York asi como numerosos amigos y parientes-, se anuncio el compromiso entre mi amigo y mi sobrina. Me alegraba por los dos, pues se los veia exultantes, y los felicite calurosamente.
– Menos mal que asesinaron a mi secretaria, ?eh? -comento el, y de pronto se le ensombrecio el rostro-. ?Dios mio! Pero ?que estoy diciendo? Me referia a que si no hubiera…
– Vale, Denton -lo tranquilice, un poco impresionado-. Te entiendo. Supongo que ha sido el destino, el azar, ese tipo de cosas.
– Exacto. -Miro hacia la pista de baile, donde Annette brillaba entre una cohorte de banqueros-. Fijate en ella -anadio al tiempo que negaba con la cabeza, impresionado-. No puedo creer que me haya aceptado. ?Que suerte la mia!
Magnus Irving, vestido con el esmoquin de rigor, estaba sentado a una de las mesas en su silla de ruedas. Lo senale con un gesto de la cabeza.
– ?Que piensa tu padre de este matrimonio? ?Ha dado su aprobacion?
Denton se mordio el labio inferior y puso cara de enfado, pero enseguida se sereno: nada le echaria a perder la velada.
– Esta un poco preocupado por el nino.
– ?Por Tommy? -pregunte boquiabierto-. ?Por que? ?Que problema tienes con el?
– Ninguno -se apresuro a responder-. Nos llevamos muy bien. Cuanto mas lo conozco mas me gusta. No, el problema es que mi padre piensa que, como Annette estuvo casada y tuvo un hijo (no te importa que te lo diga, ?verdad?, siendo de su familia), pues…
– Tu padre cree que es una cazafortunas -conclui.
– Si, por decirlo de alguna manera. Le preocupa que…
– Bueno, quiero que sepas que no es el caso -lo interrumpi, resuelto a salvar el honor de mi sobrina-. Por favor, si cuando llego ni siquiera me permitio…
– Matthieu, calmate -dijo Denton apoyando una mano en mi hombro-. Se perfectamente la clase de mujer que es. La quiero y ella me quiere. Lo se. No hay nada que temer.
Asenti con la cabeza y me serene; por su sonrisa supe que era sincero, y por mis conversaciones con Annette sabia que los sentimientos de esta hacia Denton eran muy profundos.
– Muy bien -conclui-. En fin, entonces no hay ningun problema.
– ?Y tu, que? ?Cuando nos presentaras una novia joven y encantadora? ?Nunca has pensado en volver a casarte? -pregunto, convencido de que Constance era mi primera mujer.
– No, ya lo he probado bastantes veces. Al parecer no estoy hecho para el matrimonio.
– Bueno, todavia hay tiempo. -Rio, con el orgullo satisfecho del que ha encontrado el amor de su vida-. Todavia eres joven.
Al oir eso fui yo quien solto una carcajada.
A mediados de octubre, cuando apenas me quedaban opciones de compra de acciones en CartellCo, descubri que lo que me unia a Denton ya no eran los negocios sino la amistad. Aun quedabamos para comer y discutiamos acaloradamente sobre politica, economia, el estado de la Bolsa. Criticabamos a Herb porque hacia mucho que no nos llamaba, aunque supongo que tendria la cabeza demasiado ocupada para pararse a pensar en los sentimientos heridos de un par de viejos amigos. Disfrutaba de mi relacion con la pareja feliz y Tommy, y me