senora Henchley cotorreaban dandose golpecitos en los brazos de vez en cuando y recordaban con carino al difunto senor Henchley, divise a Dominique bajo el toldo de un salon de te hablando con un joven que llevaba una pierna escayolada. Lucia un vestido muy elegante que hasta entonces no habia visto y un sombrero del que escapaban unos tirabuzones en apariencia peinados para la ocasion. Hablaban animadamente, y Dominique se echaba a reirde vez en cuando y se llevaba la mano a la boca con una elegancia afectada que sin duda habia aprendido en Cageley House. Me volvi para mirar a la senora Amberton, que para entonces se habia olvidado de mi presencia, tan ocupada estaban ella y su amiga en desmenuzar al finado. Camine en direccion a Dominique arrastrando los pies, con los ojos entornados por el sol.

Miro varias veces en mi direccion, o eso me parecio, antes de reconocerme. Entonces dejo de reirse de golpe y se puso tensa. A continuacion solto una tosecita y dirigio unas palabras a su acompanante antes de senalarme con un gesto de la cabeza. El hombre se volvio para mirarme y de pronto me encontre con los ojos de Nat Pepys, a quien creia en Londres, pues el viernes anterior por la tarde no habia aparecido por Cageley House.

– Hola, Dominique -la salude con una cortes inclinacion de la cabeza. Era consciente del contraste entre ellos, que iban muy arreglados, y yo, que llevaba la ropa sucia y no me habia banado en un par de dias, aparte de que mi pelo estaba pidiendo a gritos corte y lavado-. Anoche te echamos de menos -comente por decir algo.

Los fines de semana Dominique solia cenar en casa de los Amberton, pero la noche anterior no habia aparecido.

– Lo siento, Matthieu -respondio en tono cordial-. Tenia otros planes y no me acorde de avisaros. -Senalo a Nat con la cabeza y anadio-: Os conoceis, ?verdad?

– Por supuesto -dijo Nat sonriendo de oreja a oreja como si hubiera corrido un tupido velo sobre nuestro pasado-. ?Como estas, Zulu?

– Me llamo Zela -dije apretando los dientes-. Matthieu Zela.

– Claro, si. -Nat asintio, como si hiciera un esfuerzo por aprender mi nombre, cuando estoy seguro de que lo sabia de memoria-. Es culpa del maldito frances. No hay manera de que se me quede. Mi hermano David si que sabe, y no solo frances, sino tambien italiano, latin, griego… Habla de todo.

Sacudi la cabeza con brusquedad y mire la pierna escayolada y el recio baston de caoba en que se apoyaba.

– ?Que le ha pasado? -inquiri, resistiendome a tutearlo y llamarlo por su nombre, pues no tenia el valor de Jack Holby, aunque compartia su opinion sobre ese ninato mimado-. ?Ha tenido un accidente?

Solto una carcajada.

– Me ocurrio una cosa de lo mas absurda, Zela -dijo, poniendo cuidado en pronunciar bien mi apellido-. Me cai de la escalera de mano cuando intentaba colocar unas lamparas en el techo de mi casa de Londres. No estaba a mucha altura, pero cai mal y me rompi un hueso. Por suerte no es nada grave, pero debo llevar la escayola unas semanas.

– Ah. Entonces habia alguien para echarle una mano -dije. Al ver que me dirigia una mirada socarrona y ladeaba la cabeza, anadi-: Me refiero a cuando se cayo, ?hubo alguien que le echo una mano?

«No te abandonaron a tu suerte, ?eh?», pense. Nat esbozo una debil sonrisa y me parecio que sus ojos azules se ensombrecian mientras trataba de dilucidar si le estaba faltando al respeto o solo hablaba por hablar.

– No estaba solo, en efecto, habia varios criados en casa. Te sere franco. -Hizo una pausa y, vocalizando con cuidado, agrego-: Si no os tuviera a vosotros para satisfacer todos mis deseos y necesidades, estaria totalmente perdido, ?entiendes?

Sus ofensivas palabras quedaron suspendidas en el aire. Me senti humillado, y tambien lo parecio Dominique, que miro al suelo incomoda, con las mejillas sonrojadas mientras esperabamos que alguno de los tres rompiera el silencio.

– Ahora entiendo por que ayer no lo vi montar a caballo -dije para recordarle nuestro percance, pero sin aludir a el directamente.

– Viaje en carruaje -repuso en tono titubeante- y llegue a altas horas de la noche.

– Tardara en volver a montar, ?eh? -comente al tiempo que le senalaba la pierna-. Es una suerte que no tratemos igual a los seres humanos heridos que a los animales, ?verdad?

Otro silencio.

– ?Que quieres decir? -farfullo al fin con desprecio.

– Bueno -sonrei-, si fuera un caballo y se hubiera lastimado asi, tendriamos que pegarle un tiro, ?no? Al menos eso haria yo.

Dominique me miro y nego lentamente con la cabeza. Por su expresion -que habria esperado de admiracion por mi habilidad para insultar a Nat, aunque fuera dando un rodeo-, deduje que estaba enfadada, como si le fastidiara presenciar nuestras disputas de crios. Trague saliva y senti que me ruborizaba mientras esperaba que alguno de los dos dijera algo. Finalmente fue Nat quien rompio el silencio.

– Que listo es este hermano tuyo, Dominique.

Ella alzo la cabeza y me miro, como disculpandose por la parte que le correspondia en ese tenso careo, aunque no tomara partido por mi.

– Nunca olvida nada -anadio Nat. Resoplo y cambio el peso del cuerpo de una pierna a otra apoyandose en el baston-. Aunque a veces conviene olvidar. ?Puedes imaginar el problema que supondria que recordasemos todas y cada una de las tonterias que nos ocurren?

Una senora Amberton jadeante escogio ese momento para materializarse a mi lado. Miraba embobada y boquiabierta a Nat Pepys, como si de una aparicion se tratase. No lo conocia pero sabia quien era, vaya si lo sabia. Si el se lo hubiera ordenado, se habria arrodillado gustosa a sus pies y le habria limpiado los zapatos con la lengua.

– Es la senora Amberton, mi casera -la presente tras un instante de duda-. Y el es Nat Pepys, el hijo menor del patron.

– Encantado -dijo Nat al tiempo que me lanzaba una mirada asesina por como lo habia definido-. Tengo que irme. Adios, Dominique, nos vemos en casa -agrego en voz baja, aunque no tanto-. Zulu, senora Amberton - concluyo, y se alejo renqueando.

– Que joven mas agradable -comento la senora Amberton observandolo con ojos brillantes-. ?Veras cuando le cuente al senor Amberton con quien he estado hablando!

Clave los ojos en Dominique, que no solo no evito mi mirada, sino que enarco una ceja con expresion arrogante, como si dijera: «?Y a ti que te pasa?»

***

Jack estaba sentado en el suelo y apoyado contra un arbol, muy concentrado en tallar con un cuchillo una pesada pieza de madera que sostenia en el regazo. Me acerque a el silenciosamente, para no asustarlo, y lo observe trabajar sin levantar la vista mientras la hoja hendia la madera aqui y alla, creando una figura que todavia me resultaba imposible identificar. Espere a que hiciera una pausa y, cuando levanto la pieza para observarla a la luz y soplar el polvo, eche a andar con las manos a la espalda haciendo aspavientos para que me oyera.

– ?Eh, hola! -exclamo entornando los ojos a causa del sol-. ?Que haces por aqui?

Mostre el par de botellas de cerveza que llevaba en las manos, las entrechoque en el aire, hice una mueca de borracho y sonrei. Jack solto una carcajada, deposito la pieza de madera y el cuchillo en el suelo y nego con la cabeza.

– Matthieu Zela -dijo-, conque robando en la despensa de sir Alfred, ?eh? Te he ensenado muy bien, ?verdad, granuja? -Agradecido, cogio una botella y, sujetandola con una mano y presionando con el pulgar, la abrio con un movimiento agil y despreocupado que produjo un chasquido.

– Veo que Nat vuelve a estar aqui -comente tras beber un trago de cerveza, mientras notaba la refrescante sensacion del liquido-. ?Crees una palabra de la historia esa que cuenta de su accidente con las lamparas?

Jack se encogio de hombros.

– Cuando la conto apenas le preste atencion. Tenia tantas ganas de explicarmela, y ahora que se que tambien a ti te la explico, que no me creo una palabra. A saber lo que le ocurrio en realidad. -Gimio y se observo la mano: mientras hablaba habia dejado la botella en el suelo y empezado a tallar la madera otra vez, y sin querer se habia hecho un corte en la punta del dedo. Empezo a sangrar, pero apreto el pulgar sobre la herida para detener la hemorragia-. ?Has visto el mar alguna vez, Matthieu?

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