Me guino un ojo y, con un movimiento ampuloso, ayudo a levantarse a Dorothy Jackson de un sillon y la arrastro hasta el centro de la sala, donde sonaban los primeros compases de un vals. Cuando me volvi, observe que acercaba su rostro al de la anfitriona y le susurraba algo al oido, y por la expresion de Dorothy me parecio que prestaba mucha atencion a sus palabras, como si las sopesase y memorizara para reflexionar sobre ellas mas tarde. Senti un escalofrio y me vino a la memoria el Terror de 1793. Asi habia empezado entonces.
Durante los dos anos siguientes las cosas fueron de mal en peor. El Comite de Actividades Antiamericanas puso en la picota a un sinfin de escritores y actores que se hallaban en la cuspide de su carrera. Cuando se les cuestiono su patriotismo, algunos lo negaron todo y no les paso nada; otros se declararon inocentes y acabaron en la carcel, y los hubo que se anticiparon al interrogatorio jactandose de su americanismo. Recuerdo que durante las elecciones presidenciales, al principio de la caza de brujas, abri el periodico una manana y me encontre con una foto de Thomas Dewey denunciando el comunismo desde su ultima tribuna. Estaba flanqueado por Jeanette MacDonald, Gary Cooper y Ginger Rogers, fanatica republicana y anticomunista como nadie, aunque procedia de la misma ciudad que Truman, Independence, en Misuri.
Stina hizo progresos en
Al final no nos dieron ningun premio, a pesar de las cuatro nominaciones. Una sensacion de tristeza se cernia sobre nuestra mesa, pues presentiamos que estabamos en la ultima temporada del programa y que pronto nos encontrariamos buscando trabajo de nuevo. Sentado a la mesa contigua, Marion Brando acariciaba su globo de oro, que habia recibido por
– Esta era nuestra ultima oportunidad, Mattie -dijo Rusty, y senti un leve estremecimiento; ultimamente me llamaba asi, a pesar de que le habia pedido que no lo hiciera, pues me traia recuerdos de un pasado muy lejano-. Ya veras como el ano que viene no venimos.
– Llamame Matthieu, por favor. Y no seas tan pesimista -murmure-. Tendras un nuevo programa, todavia mas exitoso. Arrasaras, estate tranquilo.
Mientras hablaba, me di cuenta de que no creia en mis palabras. En los ultimos doce meses Rusty habia ido incorporando nuevos programas a la emision y todos habian fracasado. Era vox populi que lo despedirian antes de que empezase la nueva temporada.
– Los dos sabemos que eso no es verdad -concluyo con amargura, leyendo mi pensamiento a la perfeccion-. Estoy acabado.
Suspire. No queria que la conversacion degenerase en un intercambio interminable entre su vision catastrofista y mi optimismo impenitente. Pedi un par de copas, y, apoyado en la barra, observe a los centenares de personas que abarrotaban la pista de baile, convertida en una verdadera arca de Noe de famosos, que se saludaban dando besos al aire y se elogiaban los vestidos y las joyas. Habia llovido mucho desde los tiempos del teatro de la opera.
– ?Te has enterado de que han llamado a Lee y a Dorothy?
Me volvi, aturdido.
– No. -Lo mire con los ojos muy abiertos. En esos tiempos no era necesario decir nada mas; la simple frase «Han llamado a Fulano» resumia todo lo que uno necesitaba saber sobre sus perspectivas de trabajo en el futuro.
– Hoy les ha llegado la citacion -prosiguio Rusty, antes de apurar el whisky con una mueca de dolor-. Dentro de dos dias deberan volar a Washington. Esos dos ya no levantaran cabeza. Sera mejor que nos hagamos a la idea de escribir el resto de los capitulos nosotros.
No daba credito a lo que estaba oyendo.
– No han comentado nada -dije, estirando el cuello para ver a la pareja de guionistas sentados a la mesa-. Se han comportado como si tal cosa.
– Imagino que no querrian preocuparnos, y menos aun esta noche.
– Aun asi… esto no pinta nada bien. Ninguno de los dos cedera un milimetro, ya lo veras.
– Ya conoces a Dorothy -dijo, y se encogio de hombros-. Intentaran vincularlos con los Rosenberg.
– Eso es ridiculo. -Me eche a reir-. ?Que conexion puede haber entre ellos?
– ?No los recuerdas? -pregunto extranado.
– ?A quienes?
– A los Rosenberg. Todos los conocemos. Tu mismo hablaste con ellos en una ocasion.
Rusty me recordo nuestra conversacion con aquel curioso hombrecillo y su mujer en la fiesta de los Jackson, un par de anos atras. Desde entonces se habian convertido en una especie de
No podia creer que la pareja aparentemente inofensiva que habia conocido en la fiesta fueran nada menos que Julius y Ethel Rosenberg, y me asombre de que no hubiera atado cabos antes, aunque en realidad no habia intercambiado mas de diez palabras con ninguno de los dos.
– ?Y cual es la conexion entre los Rosenberg y Dorothy y Lee? -pregunte.
Rusty miro alrededor con inquietud, temeroso de que alguien pudiera oirlo y lo involucrase en el asunto.
– Eran amigos, muy buenos amigos. Los Jackson no son comunistas, aunque si han coqueteado un poco con la politica a lo largo de su vida. Pero no son rojos, en absoluto. Creo que mas bien tiran al rosa palido. Les gusta explorar y descubrir cosas, pero son demasiado inconstantes para meterse en algo hasta el fondo. Los dos tienen un pasado movidito, y si Joe McCarthy empieza a hurgar, estan acabados. No le resultara dificil destapar ese pasado. Tiene espias por todas partes. Ya lo veras. Y tambien a nosotros acabaran llamandonos, es solo cuestion de tiempo.
Me pregunte si mi ciudadania francesa me protegeria de las pesquisas del Comite de Actividades Antiamericanas. La verdad es que el pasado movidito de los Jackson no era nada comparado con el mio. Aunque nunca me haya implicado mucho en politica -pues he visto lo pasajero que es cualquier movimiento en ese sentido-, no podia negar haber contemporizado con otras formas de Estado durante mi larga existencia. No tenia miedo de lo que se nos venia encima, pero me preocupaba que tantas personas perdieran su trabajo e incluso su vida por el fanatismo de un oportunista.