enfurecia, a tal punto que tenia ganas de levantarme y lanzar la vajilla al suelo para que comprendieran como me sentia-. El engano… Si no hubieramos mentido nada de esto habria sucedido. Dominique y yo habriamos arreglado nuestra relacion y la gente se habria enterado de lo nuestro. Y Nat Pepys no nos habria preocupado. Tal como se han desarrollado los acontecimientos, Jack ha acabado con sus huesos en la carcel por mi culpa. ?Es mi amigo! - insisti.

Seguia asombrado del sacrificio que habia hecho Jack por nuestra amistad. A decir verdad, en los dos siglos y medio que me ha tocado vivir jamas he presenciado un acto mas desinteresado; su recuerdo me ha hecho valorar la amistad como pocas cosas en este mundo. Desde entonces siempre he creido en la importancia de la lealtad. Existen pocas experiencias mas maravillosas que la amistad, de ahi que traicionarla constituya una de las peores vilezas. Un amigo de verdad es una rareza, y quiza por ello muchas veces llamamos amigo a alguien por el mero hecho de pasar mucho tiempo en su compania.

– Siempre pense que entre Dominique y tu habia algo raro -intervino Amberton-. Me fije en como la mirabas; no del modo en que un chico miraria a su hermana -musito, pero apenas lo oi, pues su mujer lo interrumpio, y lo que dijo me perturbo tanto que me levante de un brinco.

– Bueno, la verdad es que nunca me ha gustado esa chica -afirmo y, al observar la reaccion que sus palabras provocaban en mi, anadio-: No me mires asi, Matthieu. Lo digo como lo siento. No me fio de ella, que quieres que te diga. Mira como nos paga todo lo que hemos hecho por ella; la hemos traido a vivir aqui, hemos dado un techo a sus hermanos (ah, bueno, no sois sus hermanos, pero ya me entiendes), y ella como si nada. Ultimamente ni siquiera nos visita. Y cuando me encuentra en la calle solo me dirige la palabra por cortesia, deseosa de seguir su camino cuanto antes.

– ?Por el amor de Dios, senora Amberton! -exclame.

– No, dejame acabar -me interrumpio levantando una mano-. Si quieres saber mi opinion, te dire que no ha hecho otra cosa que esperar sentada a que sucediera lo que tenia que suceder. Por lo que me has contado, parecia alentar las insinuaciones del senor Pepys.

– A ella Nat le importa un bledo.

– Es a el a quien le importa un pepino, enterate de una vez, pues hara una buena boda, aunque no con ella. Pero la chica es lista, claro que si. Por el momento ha conseguido tener a todo el pueblo peleandose por ella…

– ?No es todo el pueblo!

– Y debe de estar pasandolo en grande. Nat Pepys medio tullido, Jack Holby arruinado para el resto de su vida y en la carcel, y tu… No quiero imaginar lo que estaras planeando.

– Me marcho -repuse en voz baja, y espere a que asimilaran mi decision antes de anadir-: Me voy a Londres, adonde pensaba ir al principio.

La senora Amberton resoplo y puso los ojos en blanco, como si se las tuviera con un idiota.

– Y Dominique viene conmigo -anadi.

– ?Mira que eres ingenuo! -exclamo.

Estaba tan furioso, y tenia tantas ganas de herir a esa inofensiva y bondadosa mujer que siempre se habia mostrado caritativa conmigo, que agregue:

– ?Y me llevo a Tomas!

Los dos levantaron la vista como movidos por un resorte. La senora Amberton se llevo la mano a la garganta y emitio un sollozo ahogado; su marido la miro cenudo.

– No seras capaz.

– Ya lo creo que si.

– Pero ?por que?

– ?Pues porque es mi hermano! ?Que esperaba usted? ?Realmente pensaba que iba a abandonarlo aqui? Eso no lo haria jamas.

De pronto la senora Amberton se echo a llorar y dijo con voz entrecortada:

– Pero no es mas que un nino. Debe ir a clase, necesita a sus amigos. Ahora que le iba tan bien en la escuela… No puedes privarlo de todo esto, no nos lo quites -gimio.

Me encogi de hombros y la mire. No me daba ninguna pena, a tal punto se habia endurecido mi corazon con los acontecimientos de los ultimos dias.

– Por favor, Matthieu -suplico, cogiendome la mano con sus dedos fuertes y nudosos-. Por favor, no lo hagas. Vete a Londres con Dominique si eso es lo que quieres, establecete, conviertete en un hombre importante y entonces mandalo llamar. Pero deja que se quede aqui mientras tanto…

La mire y suspire.

– No puedo. Lo lamento pero no puedo irme sin mi hermano.

– ?Pues entonces quedate! -rogo-. Quedaos los dos en Cageley House. Teneis un buen empleo, ganais un buen…

– ?Despues de lo que ha pasado? No soy capaz. Lo siento por los dos, lo siento muchisimo. Les estoy muy agradecido por todo lo que han hecho por nosotros pero ya he tomado una decision. Y Dominique esta de acuerdo conmigo. Nos marchamos a Londres, los tres. Y volveremos a ser una familia. Me siento… me siento en deuda con ustedes, claro esta, pero a veces… -No se me ocurria como terminar; apenas fui capaz de pronunciar las ultimas palabras.

Guardamos silencio y tras unos minutos el ambiente se hizo tan irrespirable que me dispuse a marcharme. Fui a mi habitacion para recoger el abrigo, pues tenia que hacer un recado, y cuando sali de la casa oi unos sollozos procedentes de la cocina. Por mucho que lo intente no consegui descubrir si quien lloraba era la senora Amberton o su marido.

***

La prision de Cageley no era mas que un pequeno edificio construido a las afueras del pueblo para ese cometido. Nunca habia estado alli y tenia miedo de que me arrastraran dentro y me encerraran por mi implicacion en los hechos. Delante de la entrada habia unos ninos jugando con una pelota, que se arrojaban unos a otros y echaban a correr cuando golpeaba a alguno. De pronto la pelota cayo demasiado cerca de la carcel y ellos parecieron angustiados por decidir quien iria a recogerla. Se la devolvi de un puntapie y subi los escalones que me separaban de la entrada. Temerosos, los ninos se dispersaron.

Nunca habia estado dentro de una prision. Cuando habian arrestado a mi padrastro, me habia quedado en casa con Tomas; al dia siguiente volvio un policia y dijo que faltaban mas de dos semanas para el juicio. Entonces me plantee ir a visitarlo a la carcel, no para ofrecerle consuelo o apoyo, claro esta, sino para satisfacer una repentina y extrana necesidad de ver por ultima vez al hombre que habia asesinado a mi madre. A pesar de que habiamos compartido la misma casa durante anos y en apariencia nos conociamos muy bien, en aquel momento me resultaba un completo desconocido. Pense que si lo veia en su celda, sobre todo despues de que lo juzgaran y condenaran a muerte, comprenderia mas el tipo de hombre que era en realidad; que podria ver su lado malvado, que hasta entonces habia permanecido oculto para mi. Sin embargo, al final no fui, y preferi unirme a la muchedumbre el dia de su ajusticiamiento.

La carcel tenia forma de T. El pasillo principal, donde estaba la mesa del celador, conducia a un par de celdas en un extremo, una enfrente de la otra. Desde la entrada no se veian las celdas, solo el largo pasillo, asi como la bifurcacion a derecha e izquierda al final. Me presente al carcelero, que alzo la mirada sorprendido.

– ?Que haces aqui, chico? Vienes a ver a tu amigo, ?eh?

Era alto y enjuto, tenia una abundante cabellera oscura y una gran cicatriz en el menton; no se por que, pense que se enorgullecia tanto de una como de la otra.

– Me gustaria hablar con el. -Habria preferido mostrarme mas agresivo, pero no queria arriesgarme a que, solo por demostrar que no me daba miedo, no me dejara entrar-. Si es posible -anadi respetuosamente.

Tamborileo en el escritorio con un lapiz y balanceo la silla hacia atras, tanto que temi que perderia el equilibrio y caeria de espaldas al suelo, pero al parecer tenia anos de practica, pues conservo el equilibrio.

– Puedes entrar a verlo -gruno al fin-. Pero no mucho rato. Te doy quince minutos, ?de acuerdo?

Asenti y mire hacia el final del pasillo, preguntandome en cual de las dos celdas estaria Jack. No habia avanzado un metro cuando el hombre me corto el paso y me apreto el brazo con sus nervudos y sucios dedos.

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