– No paso nada. No tienes por que ponerte asi.

– ?Dime lo que ocurrio! -grite.

– Pues a veces, cuando tu volvias a casa por la noche, Jack y yo charlabamos. Despues de todo, viviamos bajo el mismo techo. Lo veia mas que a ti.

– ?Que paso? -insisti.

– Yo le gustaba -repuso sencillamente-. Sabia que no eras mi hermano, se habia dado cuenta, y asi me lo dijo, y me pregunto que habia ocurrido entre nosotros, si eramos amantes.

Al oir esa palabra me dio un vuelco el corazon y espere a que continuara sin apartar la vista de ella.

– Le dije que no -prosiguio-. ?Que ganaba con explicarle la verdad? Ademas, no era asunto suyo. Le dije que tu sentias algo por mi, pero que yo pensaba que la farsa de que eramos hermanos se acercaba bastante a la realidad.

Trague saliva y note que las lagrimas resbalaban por mis mejillas. No me atrevia a preguntarle si lo creia de verdad o sencillamente se lo habia dicho para contentarlo. Y en el fondo, una parte de mi, la mas infantil e inmadura, queria que Dominique reconociera que eramos amantes. El hecho de que lo hubiera negado ante Jack me dolia, y no sabia por que.

– Bueno, ?y que hizo entonces?

– Intento besarme. Pero lo rechace. Podia traerme problemas, y ademas es un crio.

Rei para disimular la rabia que me provocaba su arrogancia. Jack era mayor que yo -y que Dominique-, por lo que el hecho de que hubiese sido rechazado de ese modo me sacaba de quicio. Estaba hecho un lio. ?Decia Dominique la verdad sobre Jack o mentia? ?Y que tenia que decir de Nat? Era mayor que nosotros, mucho mas feo, pero rico. Muchisimo mas rico. Sacudi la cabeza para expulsar esos pensamientos y le dirigi una mirada de encono.

– No pienso decirte donde esta el dinero -masculle-. Pero lo cogeremos. Esta noche lo cogeremos.

Sonrio.

– Es lo mejor que podemos hacer, Matthieu -dijo en voz baja.

– Callate de una vez, Dominique -replique con brusquedad, cerrando los ojos mientras libraba una batalla interna contra el amor desconfiado y la codicia-. Esta noche, hacia las doce, volvere. Entonces cogeremos el dinero y nos largaremos, ?de acuerdo?

– ?Y Tomas?

– Despues de coger el dinero iremos a casa de los Amberton a buscarlo. Esta misma tarde hablare con el.

Di media vuelta y eche a andar. Dominique me grito algo que no oi. Seguia sin saber que pensar. No, no es verdad, claro que lo sabia. Nada de lo que habia dicho Dominique era cierto. Lo habia sabido desde el primer momento. Era imposible que hubiese ocurrido algo indecoroso entre los dos por la sencilla razon de que Jack jamas lo habria permitido. Era demasiado buen amigo para eso. Nunca me habria traicionado. No dude ni por un instante de que Dominique mentia, pero aun asi preferi simular que la creia, pues de ese modo obtenia una disculpa para obrar como me proponia.

Si fingia creer que Jack Holby me habia traicionado, entonces tenia carta blanca para traicionarlo a mi vez. Antes de emprender el camino a casa, ya habia tomado una decision: cogeria el dinero y me fugaria con Dominique y Tomas.

***

Mi hermano me pidio una y otra vez que no me marchase y, todavia peor, se nego en redondo a abandonar Cageley.

– Pero piensa en la nueva vida que llevaremos en Londres -dije, esforzandome por transmitir un entusiasmo que estaba lejos de sentir-. Recuerda que es lo que teniamos planeado antes de venir aqui.

– Si, me acuerdo de que planeabais ir alli -me corrigio-, pero no recuerdo que me preguntarais mi opinion. Los que queriais vivir en Londres erais Dominique y tu, no yo. Ahora soy feliz aqui.

Se volvio enfurrunado y parecio plantearse soltar unas lagrimas. Deje escapar un gemido de impotencia. Nunca habia contado con que Tomas encontraria en Cageley su lugar en el mundo, y la situacion me sobrepasaba. Pues aunque yo habia sido bastante feliz en ese pueblo, siempre habia pensado que algun dia lo dejaria. Envidie a mi hermano por haber encontrado algo que yo apenas habia conocido en toda mi vida: un hogar.

– Senora Amberton -dije para que me ayudara a convencerlo, pero la buena mujer se aparto de mi con los ojos arrasados en lagrimas.

– Conmigo no cuentes. Sabes lo que opino de este asunto.

– No podemos separarnos -aduje con firmeza; cogi a Tomas de la mano, pero se zafo de mi-. Somos una familia, Tomas.

– Nosotros tambien somos una familia -dijo la senora Amberton, sollozando-. ?Acaso no os acogimos cuando no teniais adonde ir? Entonces si que os intereso quedaros.

– Ya lo hemos hablado, senora Amberton -repuse, agotado al ver como se estaba complicando todo. Su renuencia a ayudarme a convencer a Tomas me impresionaba cada vez mas; no pensaba que lo quisiera tanto-. He tomado una decision y no voy a desdecirme.

– ?Cuando se supone que nos iriamos? -pregunto Tomas sin dar su brazo a torcer, pero ansioso por conocer los detalles de lo que se avecinaba.

Me encogi de hombros.

– Dentro de un par de dias. Quiza antes.

Puso los ojos como platos y miro horrorizado a la senora Amberton y a su marido. Le temblaba el labio inferior y se esforzaba por contener las lagrimas. Parecio que queria protestar otra vez, pero no encontro las palabras y permanecio callado.

– Todo ira bien, ya lo veras -lo console-. Confia en mi.

– ?No ira bien! -grito sin poder reprimirse mas y entregandose al llanto-. ?No quiero ir!

Me levante hecho una furia y recorri la habitacion con la mirada. Amberton estaba sentado junto al hogar, y por una vez se habia olvidado de la botella de whisky, que se hallaba en la repisa de la chimenea, mientras su mujer y mi hermano se abrazaban y trataban de consolarse mutuamente. Me senti el hombre mas despiadado del mundo, cuando mi unico proposito era mantener unida a mi familia. Era mas de lo que podia soportar.

– Lo siento muchisimo -dije con enfado antes de salir de la habitacion-, pero esta decidido y no voy a cambiar de opinion. Tomas, vendras conmigo tanto si quieres como si no.

Era una noche de luna llena, que de vez en cuando ocultaban unas nubes finas y tenues. Me interne en el bosque y espere, oliendo el aroma de la vegetacion que me rodeaba y temblando presa de los nervios. Al filo de la medianoche aparecio Dominique procedente de la mansion y se detuvo en nuestro punto de encuentro habitual, junto a las cuadras. La observe por un instante. Habia sido uno de los dias mas largos de mi vida y ahi estaba, arrastrandome sin ninguna necesidad hacia el siguiente mientras me disponia a robar a un amigo que se habia sacrificado por mi. Contemple a mi antigua amante e intente imaginar la vida que compartiriamos en Londres cuando fueramos ricos. A pesar de las expectativas que me habia creado en torno a ese dia, de pronto ya no le veia el sentido. El dinero me habia cegado. Trescientas libras. Con esa suma podriamos establecernos comodamente, pero era un precio demasiado alto por perder el honor.

– Ah, estas ahi -dijo Dominique, sonriendo con alivio cuando sali de mi escondite y fui caminando hacia ella-. Empezaba a pensar que no vendrias.

– Sabias que no te fallaria -replique.

Dominique alargo la mano y me froto el brazo.

– Estas helado. Todo saldra bien. He dejado mi equipaje ahi mismo. -Movio la cabeza en direccion a la cuadra y vi una pequena maleta apoyada contra la pared-. Llevo muy pocas cosas. He pensado que una vez en Londres podremos comprar lo que necesitemos.

– Voy a buscar el dinero -murmure. No estaba de humor para charlas, especialmente si estaban relacionadas con el gasto de una suma conseguida con malas artes. Eche a andar hacia la entrada de la mansion, y Dominique me siguio.

– Voy contigo.

Вы читаете El ladron de tiempo
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×