Volvi a dudar.

?Debia llamar a la policia o seguir?

No me gustaba la idea de repetir la experiencia. No queria ver aquel cuerpo destripado. Y sin embargo me resistia a rendirme. En cuanto la policia empezase a hacer preguntas, sabrian que yo las hice primero. Ya estaba metido en el lio, lo quisiera o no.

Y tenia una pequena ventaja.

Las tres unicas personas que sabiamos aquello eramos el asesino, Julia y yo.

Saque las llaves del piso de Laura y sali al rellano. Cerre mi puerta y abri la suya con la segunda de las que probe. Entre sin hacer ruido y volvi a dejarlas donde las habia encontrado, colgadas detras de la puerta. Ya empezaba a oler un poco. El calor no perdona. Laura se estaba descomponiendo con rapidez.

Eludi la mancha de sangre del recibidor y pase a la sala. Puede que cometiera un error al abrir la puerta del balcon. Las moscas eran ya un enjambre, y sus zumbidos un eco estremecedor. Siempre he odiado las moscas, por lo pesadas que son. Ahora las vi como unas carroneras hurgando entre los restos de ella. Daban vueltas y mas vueltas, como idiotas, deteniendose aqui y alla antes de volver a danzar zumbando. Era un sonido monotono, espantoso. Se introducian por entre los tajos carniceros, se paseaban por encima de las visceras arrancadas. Volvieron los deseos de vomitar. Contuve la arcada y me concentre en lo que iba a hacer.

Desde luego, Julia habia estado alli despues de que yo me fuera. Las fotografias estaban movidas. Muchas las acababa de ver en el estudio de Luis Martin. Lo que no habia tocado era el cadaver. Aparte mi asco y las ganas de empezar a matar moscas y me incline para ver el vibrador que le habian introducido en la boca. El asesino lo habia incrustado hasta la garganta, con violencia, llevandose por delante algunos dientes y las encias. Era un vibrador normal. No lo toque por si habia huellas. La botella de cava tambien habia penetrado en ella con sana. Dado que el corte en canal iba desde los pechos hasta el sexo, el extremo de la botella surgia por entre la masacre del vientre, con la vagina completamente abierta. Era una botella de cava sin estrenar. Tenia puesto el tapon y la proteccion, de ahi que el peso la hubiese hecho caer hacia abajo forzando que el extremo se viera por la herida.

Ya no pude mas. Me levante, me aparte y respire, porque me di cuenta de que mientras la examinaba se me habia detenido la respiracion.

Fui al dormitorio.

El retrato de Laura seguia en su sitio, y volvi a caer en su contemplacion. Me lo habria llevado a mi casa, para pasarme los dias y las noches haciendo de Dana Andrews, sonando con verla aparecer viva. Aparte tan masoquista idea y me concentre en el resto. La cama estaba revuelta. Encima de la mesita de noche vi un portarretratos caido y roto, boca abajo. Saque un panuelo para protegerme la mano y no dejar huellas y lo cogi. Alguien habia roto el cristal a lo bestia para arrancar la imagen.

Y habria jurado que, por la manana, aquel objeto estaba sano y salvo en su sitio.

Julia.

Tuve deseos de golpear algo. No la pared. La cama, por ejemplo. No lo hice. El hedor de la muerte todavia no llegaba hasta aquella parte y la habitacion olia muy bien. Olia a Laura. Me imagine registrando su ropa, sus braguitas, y me senti peor. Pero aun asi mire el armario, del que el asesino se habia llevado casi toda la ropa a lo bestia.

Vi mas fotografias.

No eran artisticas, sino familiares. Estaban en un cajon inferior del armario y tambien diseminadas por el suelo. Aquello tampoco estaba asi por la manana, casi podia jurarlo. Una mano nerviosa estuvo buscando algo concreto, una foto o un monton de ellas. Alli vi a Laura de nina, en El Figaro, y con sus padres, con la hermana muerta, con amigas, sola, en viajes, y hasta me encontre con un Robi jovencito y guaperas. Ninguna que comprometiera a Andres Valcarcel. Ninguna presente.

Volvi a la mesita de noche y esta vez me sente en la cama. A un lado, en la pared, quedaba un gran espejo de un metro de alto por casi dos de largo. Laura tal vez estuviese enamorada de si misma, o le gustase verse en la cama con… Agarre la almohada y la oli. Pero no era eso lo que queria hacer. Me olvide de ella y del espejo. Mi objetivo era el contestador automatico de la base del telefono. Pulse el digito de recuperacion de llamadas y al momento escuche una voz femenina:

– Laura, soy yo, Inma. Llamame.

La segunda era de otra mujer.

– Laura, soy Carol. ?Te va bien un servicio para el sabado por la noche? Por favor, dime algo cuanto antes para concretar. Es un tio importante.

Vi algo detras de la puerta. El bolso de Laura, no sabia si olvidado o caido alli por azar. Me levante, lo cogi y regrese a la cama, porque lo que estaba escuchando era como una inmensa puerta hacia una nueva evidencia en la vida de mi vecina.

La tercera llamada procedia de un hombre:

– ?Senorita Torras? Mire, por favor, la llamo de la floristeria de Villarroel, ?se acuerda? El talon con el que pago la corona presenta una anomalia. ?Seria tan amable de ponerse en contacto con nosotros? Gracias.

Ya tenia el bolso abierto. Su interior estaba densamente poblado. Una flora y fauna caracteristicas en cualquier bolso femenino. Misterios inexplicables para un hombre. Me limite a verterlo sobre la cama para echar un vistazo.

El cuarto mensaje me hizo levantar la cabeza:

– ?Alex? Oiga…, estoy dispuesta a negociar. Me lo he pensado… mejor, ?de acuerdo? Por favor, llameme cuanto antes. Por favor… yo… No, nada mas. Adios.

?Alex?

Pense en una equivocacion, pero dadas las circunstancias llegue a la conclusion de que eso resultaba mas que improbable. Cuando hay muertos de por medio, nada es un azar. Todo tiene sentido en el puzle previo. La voz de aquella mujer tenia demasiadas huellas dramaticas esparcidas por su tono nervioso y compulso.

Quedaba un penultimo mensaje en el contestador:

– ?Laura? Soy Carol, ?que pasa, por que no me llamas? Es muy urgente y tambien tienes el movil desconectado.

El movil estaba en el bolso, pero sin carga, o apagado.

Todavia escuche un mensaje mas: el mio. Alguien habia colgado al escuchar la voz y ese era yo.

Estudie el contenido del bolso. Unas gafas de sol caras, un tubo de Valium, un estuche de maquillaje pequeno, dos peines de distintos tamanos, horquillas, una agenda de telefonos electronica de bolsillo, un paquete de Winston, un encendedor de oro, otro de plastico barato y una caja de preservativos.

Laura era precavida.

Segui. Un boligrafo de marca, un calendario de bolsillo, un manojo de llaves de coche, un talonario de cheques, varias tarjetas, todas de hombres…

Guarde la agenda electronica. Ojee el talonario. Las tres ultimas anotaciones correspondian a los dos dias anteriores. La mas reciente era de 360 euros. Junto al importe anoto: «Flores». La penultima, de 183 euros, constaba como «hospital». La antepenultima era la mas alta: 1.350 euros. Como justificante, una palabra aun mas evidente: «Entierro». Mas alla de eso, poca cosa: «Peluqueria», «Compra», «Reparacion coche»…

O Laura no usaba tarjeta de credito o…

Aun quedaban mas cosas encima de la cama. Un llavero sin llaves, unas monedas sueltas, dos postales sin escribir, media docena de mondadientes envueltos individualmente, un spray de defensa para violadores…

Pense en marcharme de alli de una vez cuando sono el telefono.

Un zumbido.

Me asuste. Lo mire con recelo.

Segundo zumbido.

Tal vez el que llamase dejase el mensaje y pudiera oirlo. Tal vez no, y si colgaba me lo perderia.

Tercer zumbido.

Mi maldita curiosidad.

Cuarto zumbido.

Al quinto saltaria el automatico, como antes.

Quinto zumbido.

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