Encontre un Alex, solo uno, sin apellido, con un numero de telefono. Las senas correspondian a una calle llamada Pomaret. Tambien vi una Carol, con telefono pero sin direccion. Nada de Agata Garrigos, ni por supuesto la floristeria del talon mal extendido, muy cerca de nuestra casa. El resto formaba un enjambre de nombres y direcciones desconocidos para mi, sobre todo de hombres. Solo reconoci a uno, porque era politico y tenia negocios hoteleros. Andres Valcarcel y Luis Martin tambien estaban alli.

Baje del coche. Me quedaban monedas del cambio de mi ultima agua mineral en la Meridiana. El primer numero que marque fue el de Alex. Lo hice dos veces y las dos me dio la senal de estar comunicando. Lo deje para despues. Busque el de Carol y pulse las nueve cifras. Una calida voz femenina me lleno de algo mas que cadencias.

– Agencia Universal, para su placer.

Lo del placer era bastante directo.

Primero me quede algo cortado. Fue un efecto fugaz. Cerre los ojos para concentrarme mejor.

– ?Esta Carol?

– Si, soy yo.

La voz se hizo aun mas agradable.

– Llamaba por Laura -dije de la forma mas ambigua posible.

Todavia creia en las hadas, por lo visto. No se por que, esperaba escuchar una pregunta del tipo «?Que?», o un interrogante incierto del tipo «?Si?», o incluso un ambiguo lo-que-fuese. Pero en lugar de todo eso lo que escuche fue un mas que directo:

– ?Para que dia necesita el servicio?

Yo ya estaba helado.

Pese al calor.

Pense rapido. El mensaje de la propia Carol en el contestador de Laura hablaba de algo para el sabado.

– A ser posible lo querria para el sabado.

– Me temo que el sabado no pueda ser, senor. ?Es fijo de Laura? No reconozco su voz.

– No, no soy fijo suyo. Es la primera vez que llamo. Me la han recomendado.

– Entonces estoy segura de que cualquiera de nuestras senoritas podra complacerle igualmente. -Carol seguia hablandome con suavidad, como si fuera la responsable de un telefono erotico-. Sabra que nuestro personal esta minuciosamente seleccionado en base a nuestra calidad y gustos muy exquisitos.

Calidad. Gustos exquisitos. Modelos de lujo para hombres de lujo. Asi de facil. La Agencia Universal no tenia chicas para pases o campanas publicitarias. Durante todo aquel tiempo habia tenido frente a mi puerta a un oscuro objeto del deseo, sin saber que todo era cuestion de precio.

– ?Cuales son sus tarifas? -logre preguntar.

– Mil quinientos euros una noche, cena y otros gastos aparte. Dos mil quinientos euros un dia entero. Cinco mil euros un fin de semana, de viernes tarde a domingo noche. Para una semana entera, viajes fuera de la ciudad o al extranjero…

Siguio hablandome de precios imposibles. Claro que tambien ellas eran mujeres imposibles. Mujeres de bandera. De cinco estrellas.

Como Laura.

XII

Me sentia mal, hecho una mierda, pero marque el numero de Alex otra vez.

Seguia comunicando.

Colgue y regrese al Mini. Una vez sentado me senti peor. La Laura de la pelicula era un angel. La mia posiblemente tambien, pero sobre todo para quien pudiera pagar sus servicios. La vida real era asi: un asco. Pagar un piso en Juan Sebastian Bach y vivir a todo tren no era facil. Luis Martin me lo habia dicho: ?trabajar en el extranjero? No. Laura no.

Asi que la razon era evidente. Laura ya no era modelo, ni candidata a actriz. Segui escuchando la voz del fotografo:

– No todas lo consiguen. Muchas se quedan por el camino.

Y Andres Valcarcel me habia hablado de su amor por el dinero y de su prisa por llegar.

?Adonde?

No estaba de humor. El dia empezo mal y ahora se ponia horrible. En unas horas Laura habia pasado de ser un angel a convertirse en un demonio. O una superviviente. Demasiado. Sonar con ella fue barato cuando creia que tenerla era imposible.

?Y si llamaba a la policia y me olvidaba de todo?

Ahora resultaba que podia haberla matado cualquiera. Habia una larga lista de candidatos. Su agenda estaba repleta de nombres masculinos. Eso era trabajo de Paco y los suyos.

Fuera como fuese, no merecia una muerte tan cruel.

– ?En que parte del camino dejaste de creer? -dije en voz alta.

No suelo dejar aquello que empiezo. Lo se. Lo sabia. Era absurdo fingir. Tozudez, orgullo o sentido del deber periodistico. En aquel momento podia ser todo o nada al mismo tiempo. Laura, Laura, Laura. Solo ella. Ella y lo que le habian hecho. En cualquier caso, si le debia algo a alguien, era a mi mismo.

Regrese a la cabina telefonica, rendido.

Me esperaban unas largas horas de preguntas a la caza de una sola respuesta.

Alex continuaba comunicando. Marque el numero de informacion y mis amigas me dijeron que en la calle Villarroel habia dos floristerias. Anote las senas de ambas. Otra vez con Alex. Mas de lo mismo. Fuera quien fuese, debia de estar pegado al telefono. De vuelta al coche me fui de la parte alta y baje al centro por Muntaner, hasta la calle Villarroel. Tuve una de mis corazonadas. De las dos floristerias, escogi la que quedaba mas cerca del Hospital Clinico. Corona y flores, por asociacion, equivale a entierro. Con un hospital cerca, la eleccion tenia mucha mas logica. Por desgracia y dada la hora, las personas decentes estaban descansando. Ya era muy tarde, y no tenia hambre, pero quedaba media hora para que la tienda abriese. Asi que meti el coche en el aparcamiento de Casanova y entre en una «frankfurteria» situada enfrente de la floristeria a tomarme un bocadillo. Pase el rato escuchando una nada original conversacion de pareja sobre la comida basura, las relaciones y la necesidad de orden «llegado el momento», para no acabar descontrolados. El tipo me parecio acorralado. Ella, con las alas desplegadas, iniciaba el asalto final. Segun el, con una hora para la comida y teniendo un turno tan malo, bastante hacia con tomarse algo. Segun ella, cuando vivieran juntos le prepararia cualquier cosa aunque fuera para llevarselo en una fiambrera. Siempre tendria mas valor nutritivo. A el, lo de la fiambrera debia sonarle a albanil de los buenos tiempos.

Intente concentrarme en Laura y lo que sabia hasta el momento.

Ademas de la extrana llamada, la visita de la tal A. G. y otros detalles menores.

– ?Asi que solo te vere por las noches? -protestaba la mujer-. Pues vaya.

Al otro lado de la calle, y cinco minutos antes de la hora, vi que la floristeria abria la puerta. Me levante feliz de volver a la actividad, me acerque a la barra y pague la cuenta procurando que dispusiera de un nuevo aporte de monedas para llamadas telefonicas. Sali a la calle, cruce la calzada y entre en la tienda. Al momento me asalto un fuerte olor a mil esencias. Despues de haber estado oliendo a muerto, aquello fue balsamico.

Me animo un detalle: la dependienta leia una de mis novelas policiacas. Me animo otro detalle: lo hacia con pasion, cerca del final y del desenlace. Me desanimo un tercer detalle: era demasiado joven para mi. Me acode en el mostrador y espere a que levantara los ojos. Su sonrisa estaba llena de armonia y calor.

– Hola, ?que desea?

– Perdona, ?recuerdas si una senorita llamada Laura Torras compro ayer una corona de flores aqui?

– ?Laura…? ?Oh, si, si, Laura Torras! -Sus ojos se abrieron con intensidad. Salvo por sus manos, llenas de cicatrices debido al trabajo, con las unas romas, era muy agradable-. Yo misma la he llamado por telefono esta manana. ?Viene a por ello? -Abrio un cajon, bajo el mostrador, y extrajo de el un cheque que me enseno-. Mire, ?ve? Arriba escribio correctamente la cantidad, pero abajo, en letras, solo puso «tres sesenta». Se olvido el «cientos». Nos dimos cuenta demasiado tarde y los bancos son tan puneteros… Bueno, quien se dio cuenta fue el

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