Ademas, no queria verla desnuda mientras otros le hacian de todo, o se lo hacia ella misma. Me sentia bastante mal, idiota, cabreado y estupido. Cualquiera de los chantajeados por Laura y su novio tenia motivos para matarla. Cualquiera de aquellos pobres diablos de clase alta, acorralados, con dinero para pagar el placer de poder estar con una mujer como ella.
?Era eso lo que me irritaba?
A pesar de todo inspeccione algunos de los archivos, para estar seguro.
Me lleve una sorpresa.
Papeles, documentos y recibos.
Mire mas. Nada. Y las cintas de video eran virgenes.
Acabe inspeccionandolo todo mas a fondo. Carretes nuevos de fotografia de alta sensibilidad en una caja, objetivos para acortar distancias o captar detalles, y mas papeles insulsos. Alli no habia ningun archivo, ninguna prueba.
Lo comprendi al momento.
El material sensible debia de estar en cierta torre de la calle Pomarel.
Cerre la puerta, con llave. Solo para acabar el registro examine las otras dos habitaciones y el segundo bano. En una habia una cama individual. En la otra, infinidad de trastos, una mesa de trabajo, un armario con mas ropa, prendas de otras temporadas, invierno sobre todo, abrigos, trajes de chaqueta, pantalones y muchos zapatos. El vestuario de una reina. Lo ultimo que vi fue una carpeta, mas bien una cartera, de piel, de las que llevan las modelos, enorme, con su
No se muy bien por que lo hice.
Me lleve la cartera de piel.
Ya no encontre nada mas. Ni en el cuarto de la criada, destinado a la plancha, la secadora y mas trastos, ni en la galeria que daba al patio interior del edificio, ni en la cocina. Abri algunos botes por si la heroina estaba alli, pero no encontre nada. En la nevera, comida, poca, pero vi una docena de botellas de cava como la que tenia incrustada en la vagina. La puerta de servicio estaba cerrada por dentro. Punto final.
Sali del piso de Laura por tercera y ultima vez. No me encontre con nadie. Meti como pude la enorme cartera de piel en la parte de atras del Mini y arroje a la guantera el panuelo que me habia servido de filtro, y que todavia estaba humedo.
De vuelta a la carrera, bajo la debutante noche.
XIX
Era muy tarde para volver al piso de Elena Malla, pero no queria dejar pasar por alto la posibilidad de echarle un vistazo. Conduje lo mas rapido que pude hasta Sants y aparque con mas suerte de la esperada en un hueco en la misma calle. La senora del «Oiga, ?verdad?» hablaba animadamente con una vecina a pie de porteria, tal vez explicandole que al dia siguiente seria famosa porque un fotografo iba a inmortalizarla. Cuando entraba yo las vi despedirse, asi que eso me ahorro molestias. Nada mas verme, la mujer movio su estructura cilindrica, atrapo unas llaves de un armarito de su cubiculo y me lanzo una sonrisa.
– Enseguida subimos, oiga.
Guardo las llaves en un bolsillo de su delantal y cerro la garita, no sin antes colocar un cartelito en el que pude leer: «Estoy recogiendo las basuras». Esto es eficiencia.
– ?Alguna novedad? -le pregunte cuando se reunio conmigo frente al ascensor.
– ?Novedad?
– ?Ha venido alguien preguntando algo mas, o a por las cosas de la senorita Malla?
– No, no -me aseguro con firmeza-. Nadie, oiga.
Le abri la puerta del ascensor. Insistio en que pasara yo primero. Me dijo que era un caballero. Y yo, por serlo, insisti en lo contrario. Se puso tozuda y tuve que empujarla. Subimos a las alturas.
– Espero no me este metiendo en un compromiso, ?verdad?
– No tenga miedo -la tranquilice-. Y dejeme decirle que, en beneficio de todos, actua correctamente.
– ?Quiere decir?
Le mostre mi mejor cara de sinceridad. Salimos al rellano y puso un dedo en sus labios para que no hiciese ruido. Cuando estuvo segura de que no habia nadie cerca, abrio muy despacio la puerta del piso de Elena Malla. Nos colamos dentro y volvio a cerrarla aun con mas cuidado.
– ?Por donde quiere empezar? -me pregunto mas tranquila.
Me daba igual. Ni siquiera sabia si buscaba algo o esperaba encontrar cualquier detalle util. Quiza lo supiese cuando lo viese. Le pedi que me llevase al lugar donde estuvo desvanecida.
– Por aqui. No toque nada, ?eh?
Llegamos a una sala decorada por el viejo sistema de amontonar cosas sin sentido. Tuve una sensacion de
– Entro y salio tanta gente el otro dia, pobrecita -dijo la mujer-. Espero que nadie aprovechara para llevarse algo, ?verdad?
– Era una emergencia -dije por decir algo.
Se tranquilizo.
Era un buen perro guardian. Me seguia a todas partes, observaba donde ponia las manos, lo que tocaba, y hasta si volvia a dejarlo en el mismo sitio. Por dos veces rectifico la posicion de sendos objetos que yo habia tocado: una fotografia que mostraba a Elena en sus mejores dias y una piedrecita de color rojo de procedencia indefinida. Pedi a los cielos que enviaran un rayo paralizador, pero no sucedio nada.
En una mesita ratona, entre dos butacas viejas, habia algunas fotografias anejas con marcos baratos. Una, la mas antigua, correspondia a un hombre y una mujer, jovenes. La mujer sostenia un bebe en los brazos. Elena y sus padres, deduje. En otra, mas reciente, vi a un hombre atractivo, de cabello largo, rostro bronceado y sonrisa a lo James Bond de playa. En la tercera, el mismo Apolo abrazaba a Elena Malla. Los dos en traje de bano. Ella tenia un tipazo. El no le iba a la zaga, musculoso y cachas.
Alex.
Le odie nada mas verle.
Ya tenia un cuadro mental suyo. Parasito, arribista, chulo, con su casa maravillosa y su deportivo rojo, capaz de tener colgadas por el a un monton de mujeres de bandera como Elena Malla o Laura Torras. Y utilizarlas para hacerse rico.
Las echaba a perder y despues…
Segun Julia, Laura y Alex eran novios e iban a casarse. Elena, sin embargo, no parecia haberle olvidado. Alli estaba la prueba. No tenia sentido, salvo que fuese masoquista o…
Y Laura le habia pagado todos los gastos.
No me encajaba nada.
– ?Donde esta el dormitorio?
– Por aqui, venga.
La segui. El piso no era muy grande. Vi una habitacion pequena, con dos camas individuales, y un cuarto de bano en desorden manifiesto, con medias, bragas y bodis colgando por todas partes. Todos eran minusculos y muy sexis.
– Este es -me indico la mujer.
Me dejo entrar primero. La cama era de matrimonio, tamano super. Un armario entreabierto me permitio ver un monton mas de ropa en desorden. Lo que mas me intereso, sin embargo, fue el bolso de Elena Malla depositado en la comoda. Me acerque a el y lo cogi. La senora del «Oiga, ?verdad?» se puso de inmediato a mi