Teniamos el sofa alli mismo.

Pero por alguna extrana razon, minutos despues, o mas o menos, no lo se, porque no me di exacta cuenta de que nos estuvieramos moviendo, me vi en su habitacion, en su cama con el colchon de agua, meciendonos por aquel suave oleaje.

– ?Iba incluida en el alquiler del piso? -le susurre.

– No. -Me paso la lengua por los ojos, para que los cerrara, y despues lo hizo por la boca-. Ya pago bastante al mes por todo lo demas. La cama es mia.

Volvi a abrir los ojos. Queria verla.

– Entonces eres una caprichosa.

– Si.

– Me gusta.

– Callate, ?quieres?

Todo en su cuerpo era increible.

Y la escena.

Asi que no recuerdo que dijeramos nada mas.

XXVIII

A pesar del extasis sexual, no tuve lo que se dice buenos suenos. Tampoco se cuando me dormi, ni falta que hace. Desde luego no fue antes de las tres horas, cuando dejamos atras todo un universo de sensaciones que me llevaron a un mundo desconocido para mi. Me pudo el cansancio, porque yo habria deseado seguir despierto, y continuar, continuar, continuar…

Tuve media docena de pesadillas, con Laura siempre metida en ellas. Y tambien Alex. Un Alex sin rostro convertido en el Correcaminos, porque no paraba de entrar y salir a toda velocidad sin que yo lograse retenerle. A Laura la veia viva, muerta, moviendose con el cuerpo destrozado igual que en la pelicula La noche de los muertos vivientes, o como la zombi de tantas otras de serie B. En algun momento estabamos en una gran fiesta en la que no faltaba nadie, Angeles y Jordi, Paco y Pepa, Mariano, el periodico en pleno, y tambien Constantino Poncela, Placido, Agata Garrigos, los padres de Laura, Robi, Luis Martin, Andres Valcarcel, Elena Malla…

La unica que no aparecia era Julia.

No, Julia no estaba en ninguno de los suenos, y yo la buscaba, la buscaba, la llamaba.

– ?Julia!

Estaba en una cama enorme, como un campo de futbol. Yo extendia la mano y palpaba las sabanas. Entonces el campo se convertia en una piscina, una gran piscina llena de olas que me hacian subir y bajar. Pero Julia no aparecia por ningun lado.

– ?Julia?

Abri los ojos.

Lo que se movia era el colchon acuatico de aquella cama extravagante.

Y, desde luego, Julia no se encontraba en ella.

Me incorpore de un salto. Estoy habituado a dormir a oscuras, completamente a oscuras, asi que un poco de claridad me despierta. Pero ya era de dia, tarde, la persiana estaba subida y aquello parecia un solarium. Debia de estar muy agotado para no abrir los ojos con la primera claridad.

Y seguia agotado, dolorido, aunque ya no solo por la paliza de Placido.

– Mierda… -gemi.

La alarma se me disparo en la mente. Me levante de un salto. No tenia nada que ponerme, asi que sali desnudo de la habitacion. Sesenta mil razones me gritaron que era idiota. Sali al pasillo y en tres zancadas me plante en la sala. Alli me detuve, muy cortado.

Las sesenta mil razones seguian en el maletin, depositado en el mismo lugar que la noche anterior, mientras Julia, sentada en el sofa y con el telefono sobre las rodillas, me miraba con expresion divertida. Llevaba la misma camisa de la noche anterior, solo que sin abrochar, y unas braguitas blancas, minusculas, en forma de V. Tenia el cabello igual de alborotado, a lo Farrah Fawcett, a lo Julia Roberts, a lo…

– Buenos dias -me saludo.

– Hola -dije con la boca pastosa.

Reparo en mi entrepierna y se echo a reir.

– Yo tambien me alegro de verte.

– Eso lo dijo Mae West en una pelicula. -Me senti aun mas cortado.

– Si, supongo que ya no queda nada original -convino recuperando un deje de tristeza.

– ?Alex sigue comunicando? -pregunte.

– Si. -Dejo el telefono a un lado y se levanto.

Fue una sacudida.

– Julia…

– Ahora no, por favor. -Puso una mano por delante, a modo de pantalla, y no oculto su malestar-. Sera mejor que te vayas. No quiero que llames a la policia desde aqui.

Podia entenderlo.

– ?Que vas a hacer tu?

– ?Que quieres que haga? Esperar.

– ?Esperar que?

– ?No lo se, joder, no lo se! -Se puso a gritarme como en sus mejores momentos-. ?Vas a empezar de nuevo con las preguntas?

Cuando se enfadaba era diabolica. Pero tambien lo era cuando hacia el amor. Formaba parte de su naturaleza. Vehemencia y pasion. Algo que me habia devuelto por la via mas directa. No quiso seguir viendome y echo a andar camino de su habitacion. No la retuve. Alboroto el aire a su paso y yo me resigne. Fui al cuarto de bano, me lave un poco y me puse la misma ropa del dia anterior. De regreso a la sala capture mi camisa y la chaqueta. Julia reaparecio en el mismo momento. Seguia descalza, mostrando sus hermosos pies, pero se habia puesto unos pantalones, con la misma camisa sin abrochar y anudada sobre el ombligo. No parecia que acabase de levantarse de la cama despues de haber dormido poco. No tenia ojeras ni restos de cansancio. Cualquier fotografo habria podido hacerle una sesion sin problemas. Al menos es lo que se me ocurrio.

En cambio ella me endilgo un seco:

– Tienes un aspecto horrible.

– Mi valet no me ha traido la ropa -me justifique-. Olvide decirle donde estaba. No suelo dormir fuera de casa.

– Te creo -volvio a pincharme.

– ?Que te sucede? ?A que viene este cambio?

Estaba molesta, o enfadada, o todo a la vez. Volvia a pelearse con el mundo entero.

– Oye, pasa de mi, ?vale? -dijo, muy seca.

Tal vez se estuviese arrepintiendo de lo de la noche anterior.

– Te has levantado con el pie izquierdo, ya veo. -No quise discutir.

– No es eso. Lo que pasa es que es de dia y los problemas siguen estando ahi. Esto es un marron…

Ya no habia magia. No quedaba nada salvo, como mucho, una retirada honrosa. Me acerque a ella pero ella se aparto de mi, rehuyendo mi mirada, con los ojos fijos en el suelo.

Caso perdido.

– De acuerdo -me rendi-. Sea lo que sea que haya hecho, lo siento.

Camine en direccion al maletin negro. Senti sus ojos en mi espalda. Lo tome por el asa y mi cabeza empezo a dar vueltas.

– ?Por que no te vienes conmigo? -probe por ultima vez.

– ?Con el dinero?

– No. Conmigo, a casa de Alex, y luego a la de los Poncela.

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