por el lado oscuro del mal… Quise que Laura fuera un testimonio, un recuerdo.

– Pinto lo de «CERDOS» por las paredes, preparo la gran escena, el cava en la vagina, el vibrador en la boca, las fotografias…

– Para que nadie olvide -musito.

La pistola temblo en su mano.

Quiza disparase de un momento a otro.

– El gran montaje -exhale.

– Solo una puesta en escena.

– Pero se olvido de comprobar que Alex estuviese muerto del todo.

– Alex…

Volvian las brumas. Empezo a parecer ido.

– Digame, Malla, ?le hablo Dios?

– ?Dios? -ladeo la cabeza mirandome desde su distancia irreal-. Si… Oi su voz. La oi.

– ?Que le dijo Dios?

– Dios me dijo: «Ahora ve y reza».

– ?Lo hizo?

– Lo hice -asintio-. Ya habia interpretado sus designios. Todo estaba en paz. Me fui.

– Pero Alex no estaba muerto. -Tenia que atontarle mas, y saltar. Era mi unica oportunidad. Tal vez me disparase, pero si conseguia quitarle la pistola, o… Que se yo. Segui hablando-: Puede que Alex se hiciera el muerto, o tal vez no, pero cuando recupero el conocimiento se encontro con que habian asesinado a Laura, atrapo lo primero que encontro, que fue un vestido de los que usted habia diseminado por el suelo, se tapono las heridas y salio del piso… olvidandose de cerrar la puerta del todo. Un olvido fatal que facilito mi entrada en la escena al dia siguiente. Asi de facil. Se fue medio muerto, pero gracias a ese vestido no dejo rastro de sangre en el rellano ni en el ascensor. Salio a la calle, subio a su coche y se fue a su casa, desangrandose mas y mas por el camino, hasta que llego a su casa, comprendio que no iba a contarlo, quiso llamar por telefono y ya fue tarde. De Hecho ni siquiera se como pudo conducir hasta Pomaret. Fue un milagro.

– No hable de milagros. Usted lo estropeo todo -musito sin apenas voz Laureano Malla.

– Yo, claro -asenti-. Vine a verle, le dije que Laura estaba muerta y Alex desaparecido, se puso nervioso y empezo a atar cabos. Si Alex no estaba alli, es que estaba vivo, y ?adonde podia haber ido? A su casa, es evidente. Fue a la calle Pomaret, se hizo una pequena escalera para alcanzar la ventana del garaje, la rompio y se colo dentro. No es complicado, ni para un hombre de su edad. No sabia con que se iba a encontrar. Por eso cuando vio a su enemigo muerto… le asesto varias punaladas mas, por lodo el cuerpo, furioso. Esas heridas ya no sangraron, porque Alex llevaba muerto varias horas. Escribio «CERDO» con un poco de sangre, que todavia estaba algo humeda, y le puso la tapa del inodoro por collar. Despues se marcho. Telon.

– Telon.

No quedaba nada mas que decir.

Ahora todo se limitaba a el, la pistola y yo.

– Entreguese, senor Malla -sugeri.

– ?Por que?

– Tiene atenuantes. Lo hizo bajo presion, acababa de enterrar a su hija y ese tipo era un completo hijo de puta. Despertara compasion. -No le dije que estaba loco-. Nadie va a juzgarle con demasiada severidad.

No me creyo. No esperaba que lo hiciese.

– No puedo entregarme.

– La policia no es estupida. Apuesto a que tardan menos que yo en interpretar debidamente los hechos. Usted les dejo esas pistas.

– Yo no deje pistas.

– Subconscientemente, si. Esta cansado.

Sus ojos se vaciaron en mi. No habia en ellos ninguna emocion, ningun sentimiento. El vacio mas absoluto en un viaje a traves de los cuencos oscuros. Pero por agotado que estuviese, apretar un gatillo era facil.

– Si me mata sera distinto.

– Dios…

– Escuche a Dios. Escuchelo.

Me dispuse a saltar. No queria terminar como Alex ni como Laura, acompanado por un ritual al estilo Hollywood. La distancia no era excesiva, apenas un metro y medio, aunque estaba sentado. Podia ser mucho habiendo una bala de por medio.

Dude.

Odio dudar.

– Dios vigila… -dijo el de forma apenas perceptible.

– Le esta observando.

– Dios sabe…

Se dejo llevar por su abstraccion. Ahora o nunca. Tenia que saltar.

Hubo una pausa muy breve, pero que se me antojo eterna.

– Yo lo hice… -comenzo a decir de nuevo el padre de Elena Malla.

Decidi sincronizarme a la de tres.

Uno.

– … por dignidad, ?entiende?…

Dos.

Laureano Malla dejo de apuntarme. Su mano derecha hizo un giro de 180 grados. La diferencia entre apuntarme a mi y apuntarse el.

– … Dignidad…

Tres.

No me movi.

No salte.

Segui pegado a mi asiento, inmovil.

– Dios… -suspiro el hombre por ultima vez.

Se introdujo el canon de la pistola en la boca y disparo.

No fue un gran estruendo. Solo un taponazo. Una sorda explosion incapaz de alertar a nadie. Pero suficiente para llevarse parte de su cerebro y su cabeza con la bala al salir por el otro lado, salpicando de sangre y masa encefalica la pared de detras suyo, el poster de Los diez mandamientos.

Volvi a respirar. No lo hacia desde lo de la duda.

XXXV

Escuche el lejano zumbido del timbre del telefono cuando sali del ascensor.

Mire la puerta del piso de Laura, pero abri la mia impulsado por la llamada, aunque estaba casi seguro de que seria del periodico y me armarian la bronca.

Deje atras la imagen de mi vecina…, las moscas…, todo.

Llegue junto al aparato y entonces lo odie. Me habria gustado tomarme un minuto mas para pensar, para tomarme un bano y asearme, para…

?Para que?

– ?Si? -pregunte temeroso.

De todas las personas del mundo que habrian podido llamarme, a quien menos esperaba era a ella.

– ?Daniel?

– Julia?

– Si.

Me tome parte de aquel minuto, unos pocos segundos, para respirar. Luego me deje caer en uno de mis sacos.

Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату