desde hacia cuarenta y cinco anos, ya ves. Eso fue en 1969, por si te interesa. Ya se habia retirado y vivia extravagantemente, como corresponde a una estrella, en su casa de Hollywood, rodeado de sus recuerdos.
– ?Y una botella de cava metida por la vagina de una mujer? -continue.
– ?Te ha dado por lo morboso? -silbo Chema.
– Vamos, sigue. A mi eso me suena no se de que.
– La historia es mas antigua, pero igualmente fuerte: Fatty Roscoe Arbuckle. Era uno de los grandes comicos del cine mudo, un gordito que hacia reir y a quien le iba la marcha mas que la miel a las abejas. Se monto una orgia en San Francisco a fines de verano de 1921, en un hotel llamado Saint Francis. Cuando todos estaban ya de lo mas colgado, el se metio en una habitacion con una chica llamada Virginia Rappe, una debutante en busca de su oportunidad. El bestia le metio una botella de champan vacia por el sexo. Ese vacio hizo de camara de aire, asi que cuando quiso retirarsela se le llevo todo lo de dentro. La pobrecilla murio desangrada. Se monto un pollo que no veas. Hubo un escandalo, un juicio… Lo triste es que le declararon inocente, pero aquello acabo con su carrera. ?Quieres saber lo mas original? Quisieron hacer ver que la chica habia muerto por la potencia del miembro viril de Arbuckle, ?no te jode! ?Encima querian aprovecharse!
Iba por el buen camino. Todo cuadraba. Cada indicio.
Cine.
Peliculas.
Estrellas.
– ?Un muerto rodeado por fotografias suyas, a modo de orla o sudario?
– ?Cuantos quieres? -parecio burlarse Chema-. Tenemos a Lou Tellegen, un actor de segunda fila a quien ya nadie recordaba en 1935 y que se clavo unas tijeras. No fue el unico: una actriz aun menos conocida para el gran publico, Gwili Andre, tambien se cubrio con sus mejores fotos para el viaje final. Se prendio fuego, la muy bestia. Y ardio como una tea. -El tono de mi companero cambio, un poco harto de mi bombardeo-. Oye, Ros…
– Solo uno mas, Chema, por favor -le interrumpi-. Es para confirmar que todo encaja.
– Esto parece un consultorio necrologico y necrofilo, chico.
– ?Una tapa de inodoro alrededor del cuello?
– Tal vez Judy Garland, por asociacion.
– ?No murio de una sobredosis?
– Si, pero con la cabeza metida en el inodoro, aunque hay una version que dice que estaba sentada en el. Para el caso es lo mismo: una muerte de mierda.
Todo encajaba.
Pistas de cine.
Pistas de cine para una muerte de cine.
?No dicen que la vida imita al arte, y que todo es como una gran pelicula?
– Oye, ?por que no te compras
– Ya no hace falta. Todo esta claro.
– Pues me alegro mucho. -Su tono era de sorna.
– Una ultima pregunta.
– Me lo temia.
Era muy buen tipo. Aunque fingiese no serlo.
– ?Sabes algo de un critico de cine llamado Laureano Malla?
A traves del hilo telefonico escuche un silbido prolongado.
– Esto es prehistoria pura, chico. ?Menudo elemento! Claro que he oido hablar de el, y le conoci, aunque hace mucho que le he perdido la pista. Bueno, no es que sea viejo, pero estaba pirado. Completamente pirado.
– ?Que le paso?
– Nunca fue de los mejores, pero se hizo notar, ?vaya si se hizo notar! -rezongo Chema-. Para empezar, odiaba a los gays y las lesbianas, y se cargaba todo aquello que no cumpliese con un estricto codigo del honor, artistas o peliculas. Ya podian ser buenos, o estupenda la obra, el… ?sacaba el hacha, implacable! Una especie de Justiciero Vengador. Le habia dados palos a la Dietrich por llevar pantalones e imponer la moda del marimacho, a la Monroe por puta, a James Dean, Monty Clift o Sal Mineo por maricones. Era un facha redomado, nato, de los convencidos. Dios, Patria y Honor. Trato de prolongar el estatus despues de morir el viejo y se aguanto creo que hasta principios de los noventa, no se. Solo le falto lo de su mujer.
– Cuenta -le anime al ver que se detenia, aunque apenas si me quedaba ya dinero para seguir hablando.
– No hay mucho que contar: ella le planto y se largo con otro. Esto, para alguien como el, fue demasiado. ?Te imaginas? Una esposa adultera, a quien en tiempos del Cisco habria podido repudiar y hacer lapidar en plan taliban, y una hija a la que trato de retener removiendo cielo y tierra para conseguir su custodia. Ahi tuvo suerte. La mujer gano, pese a todo, pero se murio poco despues. De esta forma el Malla se quedo con su nina. Sea como fuere, una joya. Oye, ?por que cono te interesa un pajaro como ese?
Por la ventanilla verde del telefono vi que apenas si quedaban unos centimos de euro.
– ?Te debo una, Chema! ?Luego te lo cuento! ?Gracias!
– ?Eh, eh! Pero ?que…?
La comunicacion se corto.
XXXIV
Volvi a llamar a varios timbres repitiendo el truco del dia anterior. Pregunte por el piso del senor Malla haciendome el despistado y lo consegui a la tercera. Un vecino me dijo que no lo sabia, una vecina me informo de que era el cuarto segunda, y otra, ademas, me abrio la puerta de la calle. Subi en el ascensor tan despacio que tuve tiempo de preguntarme dos cosas: que estaba haciendo yo alli, y por que no avisaba de una maldita vez a la policia.
Me respondi yo mismo. A la primera pregunta: queria cerrar el circulo. A la segunda: no me daba la gana de contarlo todo sin mas al primer tipo uniformado que apareciera, aunque eso deberia hacerlo igualmente despues.
Pero tengo mi orgullo.
Las ultimas veinticuatro horas no habian sido precisamente agradables.
Mientras subia, tambien revivi la pelicula de la historia.
Y pense en Julia.
Baje en el cuarto piso y me detuve frente a la puerta del piso de Laureano Malla. Loco o no, iluminado o no, era un asesino. Y un sadico. No tenia ni idea de como reaccionaria el pobre diablo cuando se viese acorralado. La noche pasada, alli mismo, habia logrado disimular muy bien, contenerse.
Ahora…
Llame a la puerta y espere. Estaba en casa. Me miro desde todas sus distancias y fruncio el ceno. Tenia el mismo aspecto del dia anterior, rostro cetrino, pinta de espectro, el escaso cabello formando guedejas deshilachadas y despeinadas, los ojos hundidos y de mirada amarga, la boca con su media luna apuntando hacia abajo, las arrugas…
Tanto el como yo habiamos hecho muchas cosas desde nuestro primer encuentro.
– ?Que quiere ahora? -me pregunto al reconocerme.
La luz amarillenta del rellano, unida a la que proporcionaba la bombilla de su recibidor, conferian a la escena un toque final de pelicula mal iluminada. Todo eran sombras y formas oscuras mas alla de nosotros.
– Quiero hablar, senor Malla.
– ?De que?
– De usted.
– Yo no tengo nada que decirle. ?Vayase!
Estaba preparado para evitar que cerrara la puerta.
– Han matado a alguien mas -dije.
Eso desperto su interes.
– ?A quien?