Ultimatum a la Tierra, Cita a ciegas, Gilda, La noche de los muertos vivientes, El padrino, Boogie Nights…

Despues, en casa de Laureano Malla…

Cine.

– Dios… -exclame.

Yo mismo le habia dicho al asesino que Laura estaba muerta y que Alex habia desaparecido. A el y solo a el. A nadie mas.

Tan sencillo como…

El como, el donde. Las claves.

Me quede atenazado. Cerre el book de Laura y lo deje atras. Mire a mi alrededor con una sensacion de absoluta irrealidad. Lo tenia. Senti deseos de sacar la cabeza por la ventanilla y ponerme a gritar. La gente se movia alrededor de mi como si tal cosa, como si no pasara nada. Y no pasaba.

Aunque yo hubiera dado con la clave final.

Rituales. Cine. Estrellas. Quiza absurdo, pero encajaba a falta de una pequenas piezas. Crimen de primera pagina, escandaloso y espectacular, cebo de mitomanos.

Sharon Tate, Beverly Hills, Los Angeles, agosto de 1969. La mujer del director de cine Roman Polanski, embarazada de ocho meses, asesinada por el llamado Clan Manson, la Familia Manson. Uno de los crimenes mas espantosos de Hollywood. Conocia la historia de sobra. Habian escrito con sangre la palabra «CERDOS» en las paredes. Los Beatles habian sacado poco tiempo antes el llamado «doble blanco», el album titulado simplemente The Beatles, que incluia la cancion «Piggies», es decir, «Cerdos». Manson y los suyos habian desatado aquella masacre mientras escuchaban otro de los temas del grupo, «Helter Skelter», la mas salvaje de las canciones del doble disco.

Hice memoria. Habia escrito sobre ello. Pese a que Sharon Tate era la mas conocida de las victimas de la casa, una teoria que se divulgo anos despues sostenia que el verdadero objetivo de Manson y los suyos era otra de las victimas: Jay Sebring, un tipo de veintiseis anos, peluquero, amante de los placeres sexuales y el sadismo. Segun algunos miembros del Clan Manson, Jay flagelo y sometio a humillaciones sexuales a dos muchachas que mas tarde se unieron a Charles Manson y su club de locos. Decidieron vengar a sus nuevas acolitas y asi se fraguo el asalto a la mansion de Sharon Tate y Roman Polanski. El objetivo pudo haber sido Sebring, pero el resto murio masacrado por estar alli. A Sharon Tate la habian abierto en canal y le habian arrancado su feto de ocho meses.

Como a Laura sus tripas.

Ella habia pagado, pero el equivalente de Jay Sebring era Alex.

Estaba temblando. El embudo habia desaparecido, y ahora un chorro de ideas y sensaciones fluia sin problemas por mi mente sacudida de lado a lado por la luz de la revelacion. Solo me faltaban encajar los restantes aditamentos de la puesta en escena: el vibrador, el cava, las fotos y la tapa del inodoro.

Volvi a salir del Mini. Esta vez lo cerre con llave. Busque una cabina telefonica aunque de nuevo estaba desfallecido de hambre y no me hubiese venido mal tomar algo. La encontre mas arriba, en la plaza. Saque todas mis monedas y marque el numero del periodico.

– Ponme con Chema Sanz, rapido -le ordene a la telefonista.

No tuve que darle el nombre. Me conocia de sobra. Oi un clic y luego una voz. No era de quien yo acababa de pedir.

– ?Si?

– Quiero hablar con Chema, es urgente.

– ?Daniel? -me reconocio Federico-. Hoy vendra mas tarde. Esta manana tenia algo de un preestreno.

Maldije mi suerte, aunque tal vez todavia le pillara. Los preestrenos y pases de prensa matutinos siempre suelen ser a media manana.

– Dame su telefono, por favor.

– ?En que andas? -gruno Federico-. Ayer no trajiste ni tu columna, y por aqui sono tu nombre en plan dardo, no se si me explico.

– Callate y no te chives. Dame ese numero, va. Luego me paso para explicar de que va la ultima movida.

– Mas te vale. Apunta.

Ya tenia listo el boligrafo de mi memoria. Memorice lo que me facilito Federico y colgue sin apenas despedirme. Marque de inmediato mientras llenaba la cabina de monedas. Nadie esperaba turno, asi que cruce los dedos. Chema Sanz era el experto en cine del periodico, un aguila, y con una memoria fotografica para recordar fechas, detalles, datos, nombres y escenas. La mayoria, incluido yo, le martirizaba a todas horas haciendole preguntas. Solo el podia certificar los aspectos macabros de mi teoria.

El telefono sono media docena de veces. Empece a pensar que se habia ido al preestreno matutino. Por fin alguien lo descolgo al otro lado y cruce los dedos.

– ?Si? -pregunto una voz somnolienta.

– ?Chema?

– Si, yo mismo, ?quien es?

Casi di un grito de alegria.

– Soy Daniel Ros.

– Cono, tu, ?que quieres a estas horas?

– ?No tenias un preestreno?

– A las doce y media.

– Vale, perdona. Es importante.

– ?Cuando no lo es? ?Que quieres?

– Informacion.

– Ya, vale.

– Alguien ha muerto. -Trate de que se pusiera las pilas-. Necesito algunas cosas para cerrar el cuadro y tener al asesino.

– ?Hablas en serio? -Se puso las pilas.

– Te lo juro.

– ?Te funciona a ti la cabeza cuando estas dormido?

– Venga, hombre. Luego voy para alla y te lo cuento.

Pense que me diria que le llamase en cinco minutos, para darle tiempo a lavarse la cara o ducharse. No lo hizo. De periodista a periodista. Reconocia el sello de la urgencia.

– ?Que quieres saber?

– Sharon Tate. -Pronuncie el nombre a modo de disparo de salida-. ?Es cierto que la mataron por asociacion, ya que el objetivo era aquel tipo, Jay Sebring, o lo he sonado?

– Es una teoria que salio durante el juicio, si. A Sharon la masacraron la noche del 8 de agosto de 1969 junto a Abigail Folger, Wojciech Frykowski, Jay Sebring y…

– O sea, que fue una venganza -le corte.

– Tiempo antes, los Manson ya habian dado el pasaporte a un tipo, un homosexual, y tambien habian escrito aquello de «CERDO» por las paredes de su casa, con la misma sangre de la victima. Claro que eso salio despues del juicio. La forma en que las «arrepentidas» de los Manson describieron la muerte de la Tate fue escalofriante. La pobrecilla gritaba que la dejaran tener a su hijo y mientras… la iban apunalando, justo en el estomago, una y otra vez. Demencial. Luego…, bueno, ya lo recuerdas, ?no?, le abrieron el cuerpo y la vaciaron. Para Charles Manson y sus locos seguidores, todo aquel que estuviese con Jay Sebring merecia morir, por sucio. Y le toco a Sharon. Era un angel. ?La recuerdas en El baile de los vampiros?

– Vale, pasemos al resto.

– ?El resto de que? -se alarmo Chema.

– Ten paciencia. Veamos. -Respire a fondo y se lo solte-. Hablando siempre en terminos cinematograficos, ?se te ocurre alguna relacion entre un vibrador metido en la boca de un muerto y alguna pelicula?

– Ramon Novarro -me solto sin pensarselo dos veces-. Fue el primer Ben-Hur de la pantalla. Entraron a robar en su casa, debio de sorprenderles, le mataron y le metieron su consolador por la boca. El aparato en cuestion era un regalo de Rodolfo Valentino, una joya, de grafito, puro art deco. Novarro lo guardaba en una urna especial

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