– ?Para eso me sacas fuera? Jo, que morro!
– ?La tienes? -grito Eloy.
– ?No! -por primera vez Raul dejo de reir, aunque los ojos siguieron desorbitados y se le quedo un tic en el labio inferior-. ?Que pasa contigo, eh?
– Luciana esta en un hospital, en coma.
– ?Que?
Lo habia oido, pero en su estado las cosas dificilmente le entraban a la primera.
– ?Luciana esta en coma en un hospital, por la mierda que os tomasteis anoche!
– Jo… joder, tio -parpadeo.
No, ya no reia.
– Raul, esto es serio -dijo Eloy-, Necesito una de esas pastillas. Tal vez ayude a Luciana.
– ?Ayudarla? ?Como?
– ?No lo se! -se sintio desfallecido-. ?Los medicos no saben de que estaba hecha! A lo mejor…
Comprendio que estaba dando palos de ciego, empenado en una busqueda extrana, probablemente inutil, aunque en parte habia seguido haciendo aquello por la misma razon del comienzo: no quedarse quieto, moverse, hacer algo, escapar.
?Lo mismo que Raul?
No, era distinto.
– ?Dios mio, Luciana…! -gimio Raul resbalando hacia el suelo de espaldas a la pared.
Eloy aparto sus ojos de el. Habia deseado pegarle, descargar su ira, toda su frustracion.
Ahora ya no sentia ganas de hacerlo.
No sentia nada.
La misma voz del caido se le antojo muy lejana cuando dijo:
– Oye, se… donde para ese tio, el camello. El si tiene pastillas de esas. Todas las que quieras.
Eloy volvio a mirarle.
56
No era una pelea, era mas bien la liberacion de todas las tensiones, de todas las frustraciones, de toda la impotencia. Maximo ya no hablaba, tenia miedo de que a Cinta le diera un ataque de histeria imparable. Santi era el que intentaba calmarla, sin mucho exito.
– ?Por favor, Cinta, vas a hacer que todos los vecinos se enteren y te caera una buena!
– ?Yo no quiero que se pase el resto de la vida asi, en una cama! ?No lo resistire!
– ?Cinta!
– ?Hoy teniamos que ir a ver la ultima de Brad Pitt! ?Y esta alli! ?Y a lo peor ya se ha muerto! ?Y yo no quiero que se muera! ?No quiero!
– Dale algo, tu -pidio Maximo.
– ?Si, hombre! -protesto Santi-. ?Que te crees, que yo vivo aqui y se donde esta todo?
– ?Si me tocais, grito! -anuncio Cinta.
Maximo se aparto aun mas.
– Si lo se no vengo -rezongo.
– ?Cobarde! -le insulto Cinta-. ?Vas a pasarte el resto de la vida ignorando esto, fingiendo que no ha pasado nada? ?Pues ha pasado!
– ?Yo no digo que no haya pasado, solo digo que asi no resolvemos nada!
– ?Callate! -ordeno ella.
– Deberiamos llamar al hospital -propuso Santi, asustado por el estado de su novia-. Seguro que ya esta bien y nosotros aqui…
– ?Mierda! -llego al limite Cinta-. ?Por que lo hicimos? ?Por que? ?Por que? ?Por que…?
Iba a volver a llorar, dejandose arrastrar por los nervios, abandonandose por completo, y en ese momento sono el telefono.
El zumbido los alarmo a los tres.
Les paralizo el corazon, y la mente.
Se miraron entre si, asustados, y tras la primera senal, llego la segunda, y la tercera.
– Seran tus padres… -el primero en hablar fue Santi, indicando asi que no podia cogerlo el.
– Dejalo -dijo Maximo-. Como si no hubiera nadie. Tal vez sea un vecino, como ha dicho antes Santi.
– Es del hospital -balbuceo Cinta.
Sus palabras los atenazaron aun mas.
El timbre sono por cuarta vez.
Y por quinta.
Cinta se movio hacia el aparato. Vacilo durante el sexto zumbido.
– No -susurro Maximo.
– Son tus padres, seguro -insistio Santi.
Ella atrapo el auricular con la septima senal.
– ?Si? -musito debilmente.
– ?Cinta? ?Maldita sea, crei que no estabais!
– ?Eloy?
Los otros se le acercaron.
– Oye, ?estan contigo Santi y Maximo?
– Si.
– ?Bien! -los tres le oyeron gritar por el pequeno auricular telefonico-. Escucha, os necesito y rapido. ?Se donde encontrar al tio que os vendio anoche las pastillas! ?Necesitamos una!, ?vale? Hay que intentarlo, por Luciana. Por pequena que sea la esperanza de que eso la pueda ayudar… Pero yo no puedo ir solo, tenemos que ir todos.
Cinta miro a los otros dos. La histeria desaparecia. Ahora todos tenian algo que hacer.
Por fin.
– ?Donde estas? -quiso saber.
57
Al entrar en la habitacion de Luciana, Loreto apenas si pudo dar unos pasos. El choque, al ver la imagen de su amiga postrada en la cama, fue brutal. Norma, a su lado, hizo un ademan como de ir a sostenerla, extendiendo una mano y pensando que en su estado de debilidad el impacto tal vez fuese excesivo. Pero Loreto logro sobreponerse.
– ?Oh, hija! -exclamo Esther Salas al verla.
Se levanto y fue hacia ella. Luis Salas tambien se puso en pie. Loreto, sin embargo, no tenia ojos mas que para Luciana. El mazazo aun expandia ondas paralizantes a todo su cuerpo, a pesar de que Norma ya la habia advertido de lo que iba a encontrarse.
La madre de su amiga la abrazo, pero no sintio nada. El padre le dio un beso en la mejilla, pero tampoco sintio nada. A traves de los ojos le llegaba la crudeza de una realidad superior a sus fuerzas. Era el unico puente con un exterior que de pronto la bloqueo.
El efecto apenas duro unos segundos, mientras hablaba, casi sin darse cuenta, con los padres de ella.