– ?Y que? -acabo diciendo.

– ?Sabes lo que eso significa? -se movio inquieto en la silla el camello-. ?Van a remover cielo y tierra por su culpa!

– Oye, tu, tranquilo -Alejandro Castro le apunto con un dedo-. Cada dia mueren drogatas, y una docena de chicos y chicas sufren comas etilicos o golpes de calor o lo que sea. Y no pasa nada. Nunca pasa nada.

– ?Esto es diferente!

– No grites, Poli.

– Esto es diferente -repitio cambiando la voz aunque no el nerviosismo-. Se de que va. Era una cria, ya sabes, quince, dieciseis o diecisiete anos. Los periodicos van a meter bulla, y la policia montara una de las suyas. ?Ya me estan buscando!

– ?Como que te estan buscando?

– He ido a mi pension y la duena me ha dicho que uno que conozco, Vicente Espinos, andaba tras de mi.

– Sera una casualidad.

– ?Y una leche, casualidad!

– Te han detenido otras veces por camello, asi que…

– Mira, Castro, yo me abro. He venido a devolverte las pastillas y a liquidar.

Saco un monton de billetes de mil, dos mil y cinco mil de un bolsillo, y un paquetito del otro. Lo puso todo sobre la mesa. Alejandro Castro cogio el dinero. No toco el paquetito.

– Recogelo -ordeno.

– ?Que?

– Recogelo y sal a vender. No me jodas, Poli.

– ?No puedo!

– Acaba eso -senalo el paquetito-, y luego, si quieres, desapareces unos dias.

– Castro…

Al traficante se le acabaron de endurecer las facciones.

– Poli, me estoy hartando de ti. Anoche Pepe vendio el doble que tu. El doble, y sin chorradas. ?Cuanto me debes? ?Lo tienes? Yo tambien tengo mis problemas, y mis obligaciones. Y he de cumplir con otros, porque esto es una cadena, ?te enteras? No puedo parar el negocio ni cerrar solo porque una cria tenga un mal viaje.

Si tienes miedo, vendelo todo esta noche, que para eso es sabado, y manana desapareces unos dias. Pero precisamente porque es sabado, no vas a dejarlo hoy, ni a dejarme colgado a mi. ?Lo has entendido?

Lo habia entendido, pero seguia sin gustarle.

– Esto es un mal rollo -rezongo.

– Las dos piernas rotas o tu cadaver en una cuneta son un mal rollo -le aclaro Alejandro Castro.

Poli recogio el paquete y se lo guardo de nuevo en bolsillo. Apreto las mandibulas al hacerlo.

– Si me cogen… -suspiro.

– Si te cogen, sabes que te mandamos un abogado. Pero salvo que lo hagan con una pastilla igual a la que tomo esa cria encima, no van a poder tocarte un pelo. Por eso tienes que acabar hoy con lo que te queda y en paz. Yo tengo quince kilos aqui, cincuenta mil pastillas, ya te lo he dicho antes. Y no voy a tirarlas por el retrete. Asi que tranquilo, ?eh?

Poli se puso en pie.

Estaba de todo menos tranquilo.

60

(Blancas: Torre x h6)

Mariano Zapata entro en el despacho con una amplia sonrisa en su rostro, sin llamar. Gaspar Valls levanto la cabeza y le lanzo una mirada fugaz, con los ojos arqueados, antes de volver a examinar las pruebas que tenia delante.

– Muy contento vienes tu -le dijo.

El periodista no contesto. Puso sobre la mesa, frente a sus ojos, la fotografia de Luciana.

Incluso alguien tan experimentado y con tantos anos de profesion a sus espaldas como Gaspar fruncio el ceno.

– ?Cono! -exclamo.

Le fue imposible apartar los ojos de aquella imagen en los segundos que siguieron. Aun en su estado, ojos cerrados, boca abierta, llena de tubos y agujas, se advertian detalles importantes en ella, su juventud, su belleza, su extrana indefension.

– ?Es de portada o no? -le reto Mariano Zapata.

Gaspar Valls levanto la cabeza.

– ?Tienes el permiso de los padres?

– No.

– Entonces, ?nos la jugamos?

– Si.

– Asi, con dos pares de…

– Con lo que haga falta -el periodista apunto la fotografia con el dedo indice de su mano derecha-. Esto es dinamita. Nos la van a quitar de las manos. Saldra en toda Espana, y en el extranjero, ?que te apuestas?

– ?Y el texto?

– Me pongo a ello enseguida. Ya casi esta. Antes queria ver como salian las fotos.

– ?Ella sigue en coma?

– Si.

– ?Seguro?

– Bueno -no entendio su prevencion-, lo estaba cuando le hice las fotografias.

– Antes de llevarlo a maquinas, asegurate.

– ?Por que? ?Que tiene que ver que pueda salir del coma?

– Vamos, Mariano, ?y tu me lo preguntas? Es una cuestion de etica, nada mas. Aqui aun tenemos un poco de eso. Si esa chica manana esta bien y salimos con esa foto en portada diciendo que esta asi… nos cubrimos de gloria. Si se pusiera bien, lo publicamos igual, pero dentro. La noticia seria distinta.

– No veo la diferencia -arguyo el periodista.

– No seas bestia, hombre -le reprocho su companero, pero tambien su superior-. Sabes perfectamente lo que vende y lo que no, y lo que puede ir en portada y lo que no.

– ?Y si muere?

– Entonces es una gran exclusiva -reconocio Gaspar Valls-. Solo que no querras que esa infeliz la palme unicamente para tener esa exclusiva y una portada, ?verdad?

– No, hombre, claro. Era una pregunta, nada mas.

Lo observo de hito en hito, como si dudara de su afirmacion.

– Tu llama al hospital antes, en el ultimo minuto, y asi nos curamos en salud.

– De acuerdo.

Hizo ademan de irse. Gaspar lo detuvo.

– ?Eh!, llevate eso -le tendio la fotografia aun sabiendo que tenia varias copias-. Quiero dormir esta noche.

– Impacta, ?verdad?

– Ya lo creo que impacta -asintio Gaspar-. Y a ti te impactaria mas si tuvieras hijos.

– Tener hijos, ?para esto? -solto un bufido de sarcasmo-. Hasta luego.

Salio por la puerta a buen paso.

Casi un minuto despues Gaspar Valls seguia mirando esa puerta sin poder volver a concentrarse en el trabajo.

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