Para eso se es joven, para probar cosas, para experimentar.

Para eso y para desafiarlo todo.

?O no?

Anduvo inquieto por la esquina. Parecia idiota. Un idiota de diecinueve anos. ?Por que todas las reflexiones surgian despues de que las cosas hubieran pasado? ?Por que los ataques de madurez, y los sentimientos, y las prevenciones, y el sentirse carca, y…?

La confusion lo invadia como una marea negra.

Impregnandolo todo.

De acuerdo, darian con ese cabron, compraria una pastilla, apretaria los punos y las mandibulas, se tragaria su odio, sus deseos de venganza, y luego irian al hospital y llamarian a la policia. Por ese orden. Existia la ley.

Aunque nada, ni siquiera esa ley, podria ayudar a Luciana a volver a la vida.

Siguio caminando arriba y abajo, inquieto, mientras los coches pasaban por su lado llenandole de humos y ruidos. Ningun taxi se detuvo en la calzada. Volvia a moverse para no pensar, para seguir activo.

Lo peor llegaria mas tarde, cuando tuviera que parar.

Entonces estaria probablemente tan muerto en vida como Luciana.

64

(Blancas: Alfil e5)

– Eso debe quedar por aqui, ?no? -dijo Santi mirando por la ventanilla.

– Supongo, no se -hizo lo mismo Maximo.

– Ahi delante -les indico el taxista-. Pasado el proximo semaforo.

– Bueno -suspiro Cinta.

Los dos chicos la miraron a ella, como si fuera la jefa o tuviera algo mas que decir.

– ?Que hacemos? -quiso saber Santi al ver que su novia no seguia hablando.

– ?Que quieres que hagamos?

– No se. Una vez que nos reunamos con Eloy…

– Todos estamos fastidiados -reconocio la muchacha-, pero esto es de Eloy, asi que lo unico… tratar de que no haga nada… En fin, ya me entendeis.

– Va a ser muy complicado.

– ?Tu estas bien? -Santi le cogio una mano.

No se habian tocado desde que estuvieron en la cama juntos.

– Si.

– ?De verdad?

– Si, de verdad.

No lo estaba, pero ahora al menos no se sentia como en su casa, con aquella presion y aquel miedo, pensando en Luciana.

Incluso agradecio el contacto lleno de calor de Santi.

El taxi recorrio el ultimo tramo de calle.

– ?Ahi esta Eloy! -Maximo fue el primero en verlo.

65

(Negras: Torre x f3)

Eloy ya habia visto el taxi, primero porque su velocidad decrecia, despues por el intermitente indicando que se detenia, y, finalmente, porque sentados detras conto tres cuerpos. Cuando el vehiculo se detuvo, abrio la puerta. Maximo fue el primero en bajar, seguido de Cinta que iba en medio. Santi estaba pagando la carrera.

– ?Jo, tio! -expreso su liberacion de tension Maximo-. ?Como te lo has montado?

– Por Raul.

– ?Has localizado a Raul? -abrio los ojos Cinta.

– Primero he estado en casa de Paco y Ana, y despues lo he pillado a el. Le hubiera traido conmigo de no haber estado completamente ido.

– Lo suyo es demasiado -reconocio Maximo.

Santi ya estaba fuera. El taxista les dirigio una ultima mirada, sobre todo a ella, y luego arranco alejandose de alli.

Se quedaron solos.

– ?Donde esta? -quiso saber Maximo.

– En una discoteca llamada Popes, aqui cerca.

– No la conozco -plego los labios Santi.

– Es de barrio, quinceaneros y gente asi -le informo Eloy.

– ?Seguro?

– Raul me ha dicho que si, que a esta hora y en sabado suele estar siempre ahi.

– ?Y de veras crees que saber lo que hay en una pastilla de esas puede ayudar a Luciana? -repitio Cinta la misma duda que aquella manana.

– El medico lo dijo, ?no? ?Se os ocurre algo mejor para ayudarla?

Ninguno tenia una respuesta valida. Eso zanjo el tema.

Quedaba, tan solo, dar el primer paso.

– ?Que hacemos?

Se miraron los cuatro. Las diferencias de la manana habian desaparecido. Eran cuatro amigos unidos por las circunstancias, pero tambien por algo surgido mas alla de ellas. Algo que solo conocian ellos mismos, igual que lo conocian todos los que compartian un mismo sentimiento comun en la adolescencia.

Por lo general, ese sentimiento se desvanecia despues.

Aunque eso aun no lo sabian, lo intuian por la vida de sus padres.

– Vamos ya, ?no?

– Espera -le detuvo Cinta.

Eloy sintio la presion de la mano de su amiga en el brazo. Se detuvo y la miro a los ojos. Los tenia enrojecidos, y no era necesario preguntar por que.

– Tranquila -musito comprendiendo el tono de su inquietud-. Lo primero es Luciana.

Entonces Cinta lo abrazo.

Un abrazo calido, de corazon, prenado de emociones sin medida. Y el le correspondio con la misma intensidad.

Fue lo ultimo antes de que los cuatro echaran a andar calle arriba.

66

(Blancas: Torre h8)

– Inspector.

Vicente Espinos centro la mirada en Lorenzo Roca saliendo de su larga abstraccion, una mas en los ultimos minutos. El policia llevaba unas anotaciones hechas a mano.

Вы читаете Campos de fresas
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату