amiga, una hermana mayor, o tiempo para asimilarlo, como tu crees, lo que necesita es un psicologo.

– Yo tampoco te crei cuando me explicaste las cosas.

– Precisamente. A mi lo que me sorprende es la forma en que ella lo ha aceptado.

– Porque en el fondo ya lo sabia.

– ?Que su madre era alienigena? ?No!

– ?Como se puede vivir sin amor? -reflexiono Joa.

– Antes de conocerme estabas sola como ella. Tu me lo dijiste.

Antes de conocerle.

Parecia que de eso hacia mil anos.

Y era verdad, aunque tuviera otra clase de amor. Primero el de sus padres cuando estaban juntos. Despues el de su padre al desaparecer su madre. Extrana cosa el amor.

– ?Has visto como te mira Amina, por cierto?

– Si -se estremecio el.

– Se carinoso con ella, ?de acuerdo?

– ?Y si me muerde?

Joa le dio un golpe con la cadera. David trastabillo hacia un lado, pillado de improviso. Un gesto muy poco propio de una diosa. Unos ninos rieron abriendo la boca de par en par. Sus ojos, orlados de blanco, parecian lunas llenas con elipse en mitad de la intensa negrura de sus pieles.

– ?Cuando quieres ir a la cueva? -quiso saber el. -No se si podemos ir solos o han de acompanarnos.

– Eres Nommo reencarnado. Imagino que puedes ir adonde quieras.

– Antes quiero ver a Amina.

Regresaron al interior de la casa. La chica dormia en otra estancia. Les basto meter la cabeza por entre la cortina que hacia de puerta para darse cuenta de que estaba todavia profundamente dormida.

Su cuerpo formaba una mancha blanca bajo el contraste de aquella penumbra.

Y ahora si, con el cabello alborotado, su rostro era de una inocencia casi pura. Las manos caidas, una sobre el cuerpo y la otra a un lado, sobre la tierra. La imagen de una adolescente.

– Dios, es increible -musito Joa.

– Vamonos -David la tomo del brazo para apartarla de la puerta.

– Espera.

Fue a por su bolsa. Arranco una hoja de papel de su libreta de anotaciones y escribio en ella cinco palabras: «Estamos en la cueva. Joa». Luego la dejo junto a Amina, para que la encontrara al despertar y no se extranara de su ausencia. Por su parte David aprovecho para buscar algo para hacer fuego, encontro una caja de cerillas y, tras guardarsela en el bolsillo, salieron al exterior de nuevo.

No habia ni rastro de Bassekou Toure ni de Baba Kouyate, sus dos principales interlocutores. Cuando caminaron en direccion a la cueva nadie los detuvo. Vivian en su mundo y en su tiempo, sin miedo, libres. No sabian de globalizaciones, ni de cambios climaticos ni de economias de mercado. Quedaban pocos pueblos primitivos sobre la faz de la Tierra, y el Dogon era uno de ellos.

– ?Como la sacaremos de aqui? -reflexiono David.

– No te entiendo.

– No tiene pasaporte, entro ilegalmente en Mali. Y es jordana. Por si fuera poco, en su pais se la busca por haberse escapado de un manicomio. No le daran un pasaporte chasqueando los dedos o sobornando a un funcionario.

– Nos parecemos mucho… Quiza mi pasaporte le sirva si yo digo que he perdido el mio y necesito uno nuevo.

– Tu pasaporte es espanol y ella no habla espanol.

– ?Y quien va a notarlo aqui? Puedo ensenarle unas nociones, ?no?

– ?Asi de facil?

– Asi de facil -se encogio de hombros ella.

No habia nadie en el acceso a la cueva. Ninguna vigilancia. El cristal era su tesoro, pero no sentian miedo por el. Cuando llegaron a la entrada cogieron una de las antorchas dispuestas para darles luz y David la prendio con una cerilla. Tomo la iniciativa y fue el primero en avanzar, iluminando el paso de Joa. Al llegar a la inmensa gruta en cuyo centro se alzaba el tumulo con la vasija y el cristal, ella camino a su encuentro. Levanto la tapa y lo contemplo.

– Dime algo… -le susurro a la piedra.

Se rio de su estupidez y lo tapo otra vez.

La unica entrada de la cueva parecia ser la que acababan de utilizar. Joa se acerco a una de las paredes y la examino. Habia restos de pinturas, algunas poco visibles y otras tan claras como si acabasen de ser hechas unos anos antes. Todas tenian el mismo denominador comun del arte Dogon. Paseo despacio hacia la derecha observandolas minuciosamente.

– ?Que buscas?

– No se, todas las culturas suelen pintar su historia en las paredes… Mira.

Era uno de los dibujos de Nommo que le habia mostrado en el viaje, el ser con forma anfibia. Se detuvo delante de otra figura muy clara.

– Sirio.

Algunos dibujos estaban ubicados en las paredes mas altas, asi que Joa se subio a un par de piedras para estudiarlos, sin perder detalle, con David alargando el brazo para darle luz. Se estaba fresco alli, por lo que tambien era una bendicion escapar del horno exterior, demasiado fuerte para ellos a medida que fueran transcurriendo las horas del dia.

– Mira este -su companero ilumino algo un poco mas a su derecha-. ?No es Orion? Joa se acerco. Orion.

Tal y como se lo mostro Haruk Marawak la primera vez, en el Valle de los Reyes. El dibujo de la constelacion en el suelo de Egipto.

Entonces sintio un ramalazo de frio.

– ?Oh, Dios! -gimio.

– ?Que sucede? ?Que has visto?

– David se pego a ella.

– ?Mira!

El tamano de la representacion de Orion dibujado en la pared era grande, mas de un metro de extremo a extremo. En el aparecian todas las estrellas que formaban su perimetro, ademas de las exteriores y las interiores, las nebulosas M42 y M43 entre ellas. Una representacion minuciosa.

Pero lo que Joa senalaba con un dedo tembloroso era un punto situado al noroeste de la pintura. No muy lejos de lo que en Egipto habia sido Abu Roasch y dentro del perimetro de Orion.

Un punto marcado en la pared con una cruz.

– Joa… -exhalo la voz de David.

No tenia los cuatro dioses en cada extremo, pero sin duda era la misma cruz que ella habia visto en la tumba TT47 y en la columna de Karnak.

La cruz del Nilo.

Por fin tenian la marca, la X del mapa del tesoro, sobre un mapa real y concreto.

37

Joa todavia estaba impresionada. Examinaron el resto de la cueva, dos veces, deteniendose con mayor atencion en todo lo que fuera susceptible de tener cualquier interpretacion diferente a la que mostrasen las pinturas. No encontraron otro dibujo ni remotamente parecido a la cruz del Nilo. Tampoco de Orion. De Sirio, Po Tolo, Nommo y alguna que otra constelacion mas, si. Volvieron a la pintura de Orion.

– ?Como sabian los dogones el punto exacto del cual procedian?

Una pregunta imposible de ser respondida. No en el presente.

– ?Te das cuenta de que hemos encontrado la puerta, o lo que sea?

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