Bajaron las escaleras, despacio, fijandose ahora muy bien en donde ponian los pies. Si un escalon parecia sospechoso, lo evitaban. Al llegar a las primeras columnas vieron que tambien estaban profusamente trabajadas. Mostraban imagenes de la vida y el transito al mas alla de los egipcios. Barcas ceremoniales, representaciones de objetos o signos sagrados, como los habituales gatos, escarabajos y ojos-Rodeando las columnas solo habia paredes de roca. Excepto al otro lado.
– El patio -exhalo David.
Era una terraza octogonal. Acababan de desembocar en ella por una puerta, la que venia de la zona columnada. Habia siete mas. Siete corredores o galerias. Cada una podia conducir a un lugar distinto.
Y debian encontrar su camino en ellas.
– Joa…
– Dejame pensar y sentir…
Se acercaron a las siete galerias, para inspeccionar su acceso una por una. En la primera vieron unas escaleras ascendentes, en la segunda el camino era recto, en la tercera las escaleras descendian, en la cuarta otro camino recto, en la quinta las escaleras volvian a ascender, en la sexta el camino era recto de nuevo y en la septima entrada localizaron nuevas escaleras descendentes.
Sobre el dintel de cada galeria habia un signo.
Joa volvio a prender la linterna, porque alli la luz era mucho mas difusa.
– ?Conoces alguno de estos signos? -pregunto el.
Los contemplo, de izquierda a derecha, siguiendo el numero de las siete puertas.

Hizo memoria.
Todo aquello lo habia visto en los libros…
David no dijo nada. La dejo pensar.
– El uno es el horizonte -Joa miro la escalera ascendente que surgia de la puerta-. El dos es el simbolo de la casa, y tambien del templo -miro el recto camino que nacia en ella-. El tres, si no me equivoco, es el paraiso -la escalera que nacia en la puerta descendia-. El cuatro representa la Tierra, un planeta -de alli partia otro camino recto-. El cinco es el llamado anillo Shen, simboliza la eternidad y los egipcios lo utilizaban como amuleto porque protegia del mal -de nuevo unas escaleras ascendian hacia la oscuridad-. El seis equivale a la ciudad -la senda se prolongaba en linea recta-, y el siete es el simbolo de la vida unido al del Sol -era la puerta de su derecha, con la ultima escalera, nuevamente descendente.
– ?Por donde vamos?
Joa no dijo nada. Volvio a mirar las siete puertas que, junto con la puerta por la que acababan de acceder al lugar, conformaban aquel extrano octogono.
Solo una conducia al siguiente paso.
Horizonte, casa, paraiso, planeta, anillo, ciudad, vida.
– Yo voto por la vida o el paraiso -se inclino David.
– No.
– ?Por que?
– Porque todos simbolizan cosas, pero solo uno representa algo que los egipcios utilizaban y en lo que creian fisicamente.
– ?El anillo?
– Si.
– ?Estas segura?
– ?A estas alturas no te fias de mi?
David miro las escaleras de la puerta numero cinco.
– ?No crees que lo normal seria que fueramos por un camino horizontal o descendente?
– Encontrariamos las camaras de la reflexion y la piedad.
– ?Y eso que puede significar?
– Siento un enorme dolor que emana de esas puertas -suspiro ella-. Es algo… emocional, fisico incluso.
– ?Dolor? -se preocupo el.
– Cada uno de estos caminos esta hecho para expiar los pecados. Hay trampas, muerte, pero sobre todo esta el encuentro con uno mismo, con el lado oscuro, ese yo interior que nos acecha y nos aterra.
David seguia muy quieto.
– Vamos por la numero cinco -se rindio.
Joa no secundo su gesto de seguir avanzando.
– ?Que sucede? -su companero se detuvo bajo el dintel de la puerta senalizada con el anillo Shen.
Ella miraba fijamente la numero dos.
Dio un paso en su direccion.
– ?Joa?
De pronto echo a correr cruzando su marco.
– ?Joa! ?Que haces? La puerta dos es una trampa
– La siguio sin embargo. Le llevaba tres metros de ventaja. La linterna trazaba circulos irreales en la oscuridad.
Una pesada atmosfera comenzo a nublarles los sentidos, espesando sus sensaciones. David intento atraparla, temiendo que una fuerza desconocida la hubiese arrastrado inexorablemente hacia el abismo. El camino ya no era recto, serpenteaba a derecha e izquierda.
Debieron de correr unos veinte metros.
Hasta que Joa de detuvo y exhalo un grito:
– ?Amina!
La chica, iluminada espectralmente por la linterna, estaba medio sepultada por una pared que se le habia venido encima tras pisar probablemente una trampa del suelo.
51
Se inclino sobre ella y lo primero que hizo fue comprobar su pulso.
– ?Ayudame! -le pidio a David.
Retiraron los cascotes. No parecia haber heridas externas de consideracion, aunque un corte en el lado derecho de la cabeza, del que habia manado bastante sangre, era la causa mas probable de su inconsciencia. Eso y la inanicion, dependiendo del tiempo que llevara alli.
Joa toco sus brazos, sus piernas, para asegurarse de que no tuviera nada roto. Cuando quedo libre del todo, el la tomo en brazos.
– ?Salgamos de aqui cuanto antes! -grito Joa.
– ?Que te sucede?
– Por favor…, ?por favor!
Se doblo sobre si misma. David no tuvo mas remedio que cargar a Amina sobre uno de sus hombros, para poder sujetar a Joa y empujarla, mas bien arrastrarla de vuelta al patio de las ocho puertas.
– ?Joa, por Dios!
Cada paso fue titanico. Cada metro ganado, un esfuerzo agotador. Un largo camino por las sombras. Cuando vieron el leve resplandor del patio se sintieron a salvo. Y al llegar a el se dejaron caer al suelo igual que si en lugar de veinte metros hubieran caminado por un desierto abrasador durante dias, kilometro a kilometro.
– ?Estas bien? -David le acaricio el rostro.
– Si, si -jadeo ella-. Ya… paso.
– ?Que te sucedia ahi dentro? -se estremecio el.
Joa miro la puerta numero dos, y luego las restantes.
– Te lo dije. Es como penetrar en tu propio infierno. Y no me preguntes por que. ?No sentias esa