despejar el camino a mi carruaje. La gente solia salir corriendo de las casas para ver la cabalgata, pensando que era la Reina quien pasaba.

Yo les sonreia amablemente, como si en verdad fuese la Reina, y ellos me miraban asombrados.

A veces, oia un sobrecogido susurro:

—?Es la condesa de Leicester!

Estas excursiones me producian gran satisfaccion. Solo lamentaba el que la Reina no pudiese verme. Pero me consolaba sabiendo que la noticia se abriria paso muy deprisa hasta mi rival.

En enero la Reina nombro caballero a Philip Sidney, lo cual mostraba que la familia volvia a gozar de su favor. Lo absurdo era que yo fuese el unico miembro de la familia que debia seguir reducida al ostracismo. Mi resentimiento aumentaba.

Robert me dijo que sir Francis Walsingham deseaba casar a su hija con Philip. A el le parecia una idea excelente, pues era hora de que Philip se casase. Aun seguia escribiendo poemas en honor de la belleza de Penelope y sobre su desesperada pasion por ella, pero como Robert me indico (y en esto estaba de acuerdo con el) Philip no era un hombre apasionado que necesitase una satisfaccion fisica. Era un poeta, un amante de las artes, y para el una aventura amorosa plasmada en verso seria mas satisfactoria y romantica que la que llegase a su fin natural. Penelope disfrutaba, como es natural, viendose adorada en verso, pero al mismo tiempo estaba viviendo con Lord Rich, y, aunque no podia decirse que fuese un matrimonio feliz, al menos le estaba dando hijos.

En consecuencia, las familias pensaron que un enlace entre Frances Walsingham y Philip era algo positivo. Frances era una muchacha hermosa y si Philip era temporalmente tibio e indiferente, cambiaria sin duda una vez casado.

Ante mi sorpresa, Philip permitio que se iniciasen conversaciones y que se estableciesen acuerdos.

Dorothy se sintio muy alterada cuando llego a sus oidos la propuesta de Robert de casarla con James de Escocia. Me dijo que nada del mundo la hubiera inducido a hacer tal cosa, aunque la Reina lo hubiese aceptado.

—Tengo entendido que es una persona de lo mas desagradable —dijo—. Sucio y arrogante. Vuestro esposo, senora, es demasiado ambicioso.

—No tienes por que preocuparte —conteste—. Ese matrimonio jamas se celebrara. ?Si llegasemos a una cosa asi, la Reina nos encerraria en la Torre a vos, a mi y a vuestro padrastro!

Se echo a reir.

—Ella os odia —dijo—. Y comprendo por que.

—Tambien yo —conteste.

Me miro con admiracion.

—Jamas envejeceis —me dijo.

Me emociono oir tales palabras de una hija joven y muy critica, pues constituian realmente una alabanza.

—Supongo que es porque vivis una vida emocionante.

—?Es emocionante mi vida? —pregunte.

—Por supuesto. Os casasteis con mi padre y luego, tomasteis a Robert, al que se suponia casado con Douglass Sheffield, y ahora la Reina os odia y vos no haceis el menor caso y vivis tan regiamente como ella.

—Nadie podria hacer eso.

—Bueno, de cualquier modo, vos sois mas bella.

—No todos estan de acuerdo con eso.

Todos estarian de acuerdo conmigo… aunque quiza no lo admitiesen. Yo pienso vivir como vos. Me burlare del destino, y si vuestro marido trae al Rey de Francia o el de Espana a casarse conmigo, le contestare fugandome con el hombre al que elija.

—Esos dos reyes ya estan casados, y si no lo estuviesen no se casarian con vos, desde luego, asi que por eso no teneis que preocuparos.

Me beso y dijo que la vida era emocionante y que que maravilloso debia ser. Penelope… casada con un ogro mientras el joven mas apuesto de la Corte le escribia odas de amor que todo el mundo leia y comentaba que eran obras de arte que la inmortalizarian.

—Creo que la forma de gozar de la vida es vivirla con alegria.

—Quiza tengais un poco de razon en eso —acepte.

Deberia haberme dado cuenta, supongo. Dorothy tenia dieciseis anos y era romantica, pero yo aun seguia considerandola una nina. Ademas, estaba tan inmersa en mis propios asuntos que jamas se me ocurrio considerar lo de mi hija.

Cuando Sir Henry Cock y su esposa la invitaron a pasar unas semanas con ellos en Broxbourne, me parecio buena idea dejarla ir, y alla se fue muy contenta.

Poco despues de haberse ido, vino Robert de Greenwich a Leicester House, y era evidente por su actitud que habia sucedido algo desagradable. La Reina estaba furiosa. Habia descubierto que Philip Sidney estaba prometido a Frances Walsingham sin que se hubiese solicitado su permiso. Estaba muy enojada con ambas partes, y como Philip era sobrino de Robert, y era publico que Robert se tomaba gran interes por los asuntos de familia, la Reina penso que le habia ocultado deliberadamente la cuestion.

Robert explico que no habia considerado que aquel asunto fuera lo bastante importante como para molestarla.

—?No es bastante importante! —habia gritado ella—. ?No he mostrado yo acaso mi favor a ese joven! Este ano, sin ir mas lejos, le hice caballero… ?y el considera adecuado comprometerse con la hija de Walsingham sin decirme nada!

Llego Walsingham bastante humildemente y cuando se aplaco la colera de la Reina le permitieron explicar que tampoco el creia lo bastante importante a su familia como para merecer el interes de la Reina.

—?Que no es bastante importante! —grito la Reina—. Deberiais saber que todos mis subditos son importantes para mi. Vos, mi Moro, tanto como cualquier otro.

El mismo mote utilizado era un reproche, pues con su pasion por los sobrenombres, la Reina le habia llamado Moro por lo oscuras que tenia las cejas.

—Sabeis perfectamente —»anadio— que vuestra familia me preocupa, y quisisteis enganarme. Ganas me dan de negar el permiso para que esos dos se casen. Mostro su disgusto unos cuantos dias, hasta que por fin cedio, llamo a la joven pareja, les dio su bendicion y prometio ser madrina de su primer hijo.

Por entonces, murio uno de los enemigos mas peligrosos de Robert: Thomas Radcliffe, conde de Sussex. Llevaba enfermo mucho tiempo, lo que, para satisfaccion de Robert, habia significado una larga ausencia de la Corte. Sussex habia servido fielmente a la Reina, segun el mismo proclamaba, y no permitia {aunque fuese contra el deseo de ella) que nada se interpusiese en el camino de su adoracion. Jamas se habia recuperado de las penalidades sufridas durante la rebelion del Norte, en que habia ayudado a aplastar a los enemigos de la Reina. Tenia clara conciencia de la ambicion de Robert y, segun mi criterio, le preocupaba realmente hasta donde esta ambicion podria conducirle y conducir a la Reina, El y Robert habian estado a punto de llegar a las manos en presencia de Isabel y se llamaron mutuamente traidores a Su Majestad. A ella le molestaba profundamente ver enfrentados a los que amaba; tenia miedo siempre de que sufriesen dano; por lo que habia ordenado que los guardias les sacasen fuera y que permaneciesen en sus aposentos hasta que se calmasen los animos.

Sin embargo, habia sido Sussex quien la habia advertido que no enviase a Robert a la Torre cuando se hizo publico nuestro matrimonio. En su colera, ella lo habria hecho, pero Sussex se habia dado cuenta de lo peligrosa que seria una accion tal y del dano que habria hecho a la Reina. Como habia dicho Robert, Sussex se habria sentido muy satisfecho viendole preso en la Torre, por lo que parecia bastante verosimil la afirmacion del duque de que su proposito era hacer lo que fuese mejor para la Reina.

Ahora estaba en su lecho de muerte, e Isabel fue a verle a su casa de Bermondsey, donde se sento al borde de su lecho y fue muy tierna con el. Lloro su muerte, pues sentia profundamente la perdida de los hombres a los que habia ligado a ella firmemente.

Estaba muy preocupado, le dijo antes de morir, porque aun habia muchas cosas que podia hacer por ella.

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