—Siempre he procurado asegurar mi posicion.
—Veis, sin embargo, lo facilmente que un enfado de la Reina puede desequilibrarla.
—Asi es. Por eso tengo que cerciorarme de que mi posicion es segura. Pensad en el joven Essex. Es hora de que deje su refugio de Gales y venga a la Corte. Puedo encontrarle un puesto adecuado a su rango.
—A mi hijo parece gustarle el campo, segun las cartas que me escribe y las que escribe a Lord Burleigh.
—Tonterias. Tengo un excelente hijastro. Quiero relacionarme de nuevo con el y favorecerle.
—Le escribire y se lo dire.
—Y en cuanto a nuestro pequeno Robert… tengo planes para el.
—Pero si es un bebe.
—Nunca es demasiado pronto para planear su futuro, os lo aseguro.
Frunci el ceno. Me inquietaba nuestro hijo. Era delicado, lo que parecia ironico, considerando a su padre y considerandome a mi. Los hijos que habia tenido con Walter Devereux eran fuertes y sanos. Parecia una extrana burla del destino que el hijo de Leicester fuese un alfenique. Le habia resultado dificil aprender a andar y yo habia descubierto que tenia una pierna algo mas corta que la otra y, cuando por fin rompio a andar, lo hizo con una leve cojera. Esta deformidad me hacia amarle mas. Deseaba cuidarle y protegerle. Y la idea de prepararle un gran matrimonio me inquietaba.
—?A quien proponeis para Robert? —pregunte.
—A Arabella Estuardo —contesto Robert.
Me quede atonita, al ver lo que planeaba. Arabella Estuardo tenia derechos a la sucesion del trono por ser hija de Carlos Estuardo, Conde de Lennox, hermano pequeno del conde de Darnley, que se habia casado con Maria, Reina de Escocia. El conde de Lennox era, por su madre, nieto de Margarita Tudor, hermana de Enrique VIII.
—?Creeis que tiene posibilidad de ocupar el trono? —dije rapidamente—. ?Como va a poder? James, el de Maria de Escocia, tiene preferencia.
—Ella nacio en suelo ingles —dijo Robert—. James es escoces. El pueblo preferira una Reina inglesa.
—Vuestra ambicion anula vuestro buen sentido —dije, asperamente, y anadi—: Sois como vuestro padre. Penso que podia hacer reyes y termino decapitado.
—No veo razon alguna por la que no deba acordarse el compromiso.
—?Y creeis que la Reina lo permitiria?
—Creo que si yo se lo propongo…
—Del modo adecuado —sugeri.
—?Que os pasa, Lettice? No debeis estar tan resentida por que Isabel no os recibe. Os aseguro que pronto conseguire que cambie de actitud.
—Al parecer volveis de los Paises Bajos como un heroe triunfante, barriendolo todo.
—Esperad —dijo—. Tengo otros planes. ?Que me decis de Dorothy?
—?Dorothy! ?Teneis un marido de sangre real para ella?
—Eso es exactamente lo que tengo.
—Estoy deseando conocer el nombre del pretendiente que le habeis buscado.
—El joven James de Escocia.
—Robert, no es posible que hableis en serio. Mi hija Dorothy casada con el hijo de la Reina de Escocia.
—?Y por que no?
—Me gustaria oir los comentarios de su madre sobre la propuesta.
—No tendrian gran peso, fuesen cuales fuesen. La Reina de Escocia no es mas que una prisionera.
—Y los de vuestra regia senora.
—Creo que podria convencer a Isabel. Si James jurase seguir protestante, estaria dispuesta a aceptarle como heredero.
—Y vos, mi senor, como padre suyo, regiriais el reino. Y si el no lograse el trono, siempre quedaria Arabella. Tened cuidado, Robert.
—Siempre lo tengo, en todo.
—Sois realmente como vuestro padre. Aun le recuerdo. Intentaba convertir en rey a vuestro hermano Guildford a traves de Lady Juana Grey. Permitidme que os recuerde una vez mas que le costo la cabeza. Es peligroso jugar con las coronas.
—*La vida es un juego peligroso, Lettice, asi que, ?por que no jugar fuerte?
—Pobre Robert. Habeis trabajado mucho. Estuvisteis a punto de conseguir la corona a traves de Isabel. Fue un golpe cruel y vergonzoso el que os tuviese tantos anos pendiente de ella. Siempre diciendo «Robert, Mis Ojos, mi dulce Robin». Y luego, cuando pensabais que la teniais cogida, se os escapo. Por fin sabeis como se juega el juego. Pero no renunciais, ?verdad? Lograreis vuestra ambicion de modo indirecto, al parecer. Colocareis en el poder a vuestras marionetas y manejareis las cuerdas. Robert, sois el hombre mas ofensivamente ambicioso que he conocido.
—?Me tendriais de otro modo?
—Sabeis perfectamente que no os tendria si fueseis distinto a como sois, pero, al mismo tiempo, yo diria: Cuidado. Isabel ha vuelto a concederos su favor, pero es impredecible. Podeis ser su Dulce Robin hoy y Ese Traidor de Leicester manana.
—Pero ya veis que ella me perdona siempre. Nuestro matrimonio ha sido sin duda un golpe terrible para ella. Y sin embargo, si hubieseis visto que ternura mostraba conmigo cuando parti hacia los Paises Bajos, y luego, a mi regreso…
—Afortunadamente, no tuve que verlo.
—No debeis estar celosa, Lettice. Mi relacion con ella no puede compararse con la que vos y yo tenemos.
—No, porque ella os rechazo. Habria sido muy distinto si os hubiese aceptado, ?verdad? Lo unico que os digo es: Cuidado. No creais que porque os ha dado una palmada en la mejilla y os ha dicho que comeis demasiado, podeis tomaros libertades con nuestra graciosa senora… pues, en tal caso, descubrireis que no es nada graciosa.
—Mi querida Lettice, creo conocerla como nadie.
—Asi habria de ser. Os conoceis desde hace mucho. Pero quiza la adulacion de que habeis sido objeto alla en los Paises Bajos os haya hecho consideraros algo mas glorioso de lo que en verdad sois. Robert, estais pisando terreno peligroso, y os repito que lo unico que os pido, como vuestra humilde esposa, es que tengais cuidado.
Esto no le gusto mucho. El habria deseado que yo aplaudiese sus planes y mostrase una fe ciega en su capacidad para conseguir lo que deseaba. No se daba cuenta de que yo estaba cambiando respecto a el y de lo mucho que me afectaba mi expulsion de la Corte mientras a el se le recibia alli con honores y parecia satisfecho de que asi fuese.
Pero ni siquiera su nuevo favor ante la Corte le salvo de la colera de la Reina cuando se entero de sus proyectos. Le mando llamar y le reprendio con firmeza. El me lo explico… y tambien otros. Le dijo claramente que consideraba ambos proyectos matrimoniales inadmisibles… simplemente por el hecho de que se trataba de hijos mios.
—No creais —habia gritado, para que muchos pudiesen oirla— que voy a permitir que la Loba alcance gloria por mediacion de sus crias.
Era, pues, evidente que no iba a perdonarme. No iba a regresar proximamente a la Corte, desde luego.
Retenia a Robert a su lado el maximo de tiempo posible. Estaba decidida a mostrarme, no me cabia duda, que aunque yo me habia apuntado una victoria temporal al casarme con el, la victoria final seria suya.
Aunque no me recibiesen en la Corte, yo estaba decidida a hacer visible mi presencia por todo el pais. Empece introduciendo tal magnificencia en nuestras mansiones que la gente empezo a decir que la Corte era pobre, en comparacion. Puse a trabajar a costureras con los materiales mas bellos disponibles, y mis vestidos pasaron a ser tan majestuosos como los del amplio guardarropa de la Reina. Vesti a mis lacayos de terciopelo negro con bordados de plata, y recorri Londres en un coche tirado por cuatro caballos blancos. Cuando viajaba, mi sequito era de cincuenta personas o mas. Y siempre cabalgaba delante de mi un grupo de caballeros para