enteraria de ello. No era, desde luego, un hombre violento; le agradaba la compania de hombres como el poeta Spencer, hacia quien sentia gran respeto. Le gustaba el teatro y le complacia especialmente la relacion con actores, a los que se conocia como los Actores de Leicester, que, en el periodo anterior a la caida de Robert, solian actuar para entretener a la Reina.
El hecho fue que, perdida Penelope para Lord Rich, Philip concibio una gran pasion por ella y empezo a escribirle poemas en los que se llamaba a si mismo Astrofel y a Penelope, Stella. Pero todo el mundo sabia a quien se referia.
Era una situacion que podria resultar peligrosa, pero comprendi lo que significaba para Penelope. Penelope florecio de nuevo, y empezo a hacersele tolerable la vida. Se parecia a mi y creo que nos sucediese lo que nos sucediese, si podiamos vernos en el centro de los dramaticos acontecimientos, la emocion nos arrastraria.
Asi, pues, mientras compartia el lecho con su marido (y me explicaba que era un marido exigente en la cama) se entregaba a aquella relacion romantica con Philip Sidney y cada dia estaba mas guapa. No podia menos que sentirme orgullo— sa de mi hija, a la que se consideraba una de las mujeres mas bellas de la Corte.
La Reina la consideraba Lady Rich en vez de Penelope Devereux, la hija de la Loba; causaba sensacion en todas partes. Me contaba lo que pasaba en la Corte y como su padrastro hacia todo lo posible para favorecerla.
He de confesar que a medida que transcurria el tiempo yo iba sintiendome cada vez mas irritada. Era muy triste para mi verme fuera del circulo magico. Pero me decian que cuando se mencionaba mi nombre la Reina aun se ponia furiosa, asi que me parecia muy poco probable la posibilidad de volver, de momento. Incluso Robert tenia que actuar con gran cautela, y aquellos ojos oscuros le lanzaban de cuando en cuando miradas de advertencia. Era una epoca en que habia que tener cuidado.
El duque de Anjou volvio a Inglaterra a renovar su galanteo. Robert estaba preocupado porque mientras paseaba por la galeria de Greenwich con el duque, Isabel dijo ante el embajador frances, que debian casarse.
—Fue muy desagradable —me dijo Robert—, y si se tratara de cualquier otra persona en vez de Isabel, yo diria que en verdad le aceptaba. Ha estado acariciandole y haciendole carantonas en publico, desde luego. Es como si le hubiesen hecho un conjuro y no pudiese ver lo que ven otros. Ese hombrecillo esta mas feo que nunca, lo cual es natural, pues no seria razonable que el tiempo le embelleciera. Se parece mas que nunca a una rana, es algo repugnante, y sin embargo ella pretende ver en el una gran belleza. Da grima verles juntos. Ella es mucho mas alta que el.
—Quiere que la gente les compare y vea que ella es muchisimo mas guapa pese a la edad.
—Resultan una pareja ridicula… es como una farsa comica.
—Entonces no hay duda que debe estar comprometida.
—No la conoces. Tuve una reunion con ella y le pedi que me dijera si era amante suya ya. Ella contesto que era la amante de todos nosotros. Le pregunte bruscamente si aun seguia siendo virgen. Se echo a reir y me dio un empujon, un empujon amistoso, y dijo: «Aun soy virgen, Robert, pese a las muchas veces que los hombres han intentado inducirme a cambiar este feliz estado». Y luego me apreto el brazo de un modo extrano y dijo: «Mis Ojos no deberian tener miedo alguno». Y supuse que queria decir que no se casaria con el al final. Creo que empezara ahora a salir de este dilema en el que ella misma se ha colocado.
Por supuesto, eso fue lo que hizo; y mientras confiaba a sus ministros que habia sido necesario ganar tiempo y mantener en la incertidumbre a franceses y espanoles, ella, con su ayuda, eludiria el problema. Pero entretanto, por las apariencias, podrian empezar a redactar los contratos matrimoniales. Yo lamentaba muchisimo no poder observarla de cerca. Me habria encantado contemplar sus jugueteos con su Rana, declarando que el momento mas feliz de su vida seria el de su boda, mientras su astuta y brillante inteligencia buscaba la salida mas conveniente. Deseaba que el pueblo creyese que el duque de Anjou estaba locamente enamorado de ella… no por lo que ella pudiese darle sino por su encanto. Era extrano que mientras se preocupaba tanto por el aspecto politico del asunto, pudiese tener tales pensamientos; pero los que creian que eso era imposible no conocian a Isabel. Robert estaba encantado. Deploraba sinceramente el enlace con el frances, pero al mismo tiempo no podria haber soportado el que ella se hubiese casado con otro despues de rechazarle a el. Me divertia comprobar como estaba presente siempre el elemento personal en ellos dos, que eran, supongo, las personas mas importantes de mi vida. Me observaba a mi misma con la misma tranquilidad y con la misma frialdad, o eso pensaba al menos, y solia encontrar mas de un motivo detras de mis propias acciones.
Robert informo que la Reina habia enviado un mensaje al duque de Anjou indicando que tenia miedo a casarse porque creia que si lo hacia no viviria mucho mas, y estaba segura de que lo ultimo que el deseaba era que ella muriese.
—El hombrecillo se quedo muy confundido —dijo Robert—. Creo que por fin se da cuenta de que le pasara lo mismo que a los demas que la pretendieron. Cuando oyo esto, creo que estallo en furiosos lamentos y que se saco el anillo que ella le habia regalado y lo tiro. Luego, fue a verla, y dijo que veia ya que estaba decidida a enganarle y que nunca habia pensado casarse con el, ante lo cual ella mostro gran preocupacion, lanzo grandes suspiros y declaro que cuanto mas agradable seria la vida si aquellas cuestiones pudiesen dejarse exclusivamente al corazon. El contesto que preferiria que muriesen ambos si no podia tenerla, y ella entonces le acuso de amenazarla, lo que hizo que el, como hombrecito tonto que es, rompiese a llorar. Balbuciendo que no podia soportar que el mundo supiese que ella le habia rechazado.
—?Y que hizo ella entonces?
—Se limito a darle un panuelo para que se secase los ojos. Ay, no hay duda, Lettice, no piensa casarse con el jamas y nunca lo ha pensado. Pero nos ha metido en un buen lio, pues ahora tendremos que aplacar a los franceses, lo que no sera facil.
Que razon tenia. Los embajadores del Rey de Francia ya habian llegado a Inglaterra para felicitar a la pareja y establecer los acuerdos finales para el matrimonio. Cuando se vio el verdadero caracter de la situacion, el embajador frances sembro el panico entre el Consejo declarando que puesto que los ingleses habian ofendido al Duque de Anjou, los franceses se aliarian con Espana, perspectiva muy desagradable para los ingleses.
Robert me dijo que los ministros habian conferenciado y que la opinion general era que la cuestion habia ido demasiado lejos para que se pudiese ya retroceder. La Reina les recibio y exigio saber si lo que pretendian decirle era que no tenia mas alternativa que casarse con el Duque.
Ella habia jugado con fuego, y si ellos no tenian cuidado resultarian con graves quemaduras varios dedos. Dijo que tenia que haber una salida a la situacion, y que ella la encontraria. Se discutieron los terminos del matrimonio y los franceses se mostraron muy dispuestos a acceder a todas las demandas de la Reina, y esta, desesperada, hizo de pronto la declaracion de que habia una clausula que era vital para su acuerdo, y que esta era que se devolviese Calais a la corona inglesa.
Esto era ofensivo, y ella lo sabia. Calais (que habia perdido su hermana Maria) habia sido el ultimo reducto ingles en el continente, y bajo ninguna circunstancia permitirian los franceses que los ingleses se asentasen de nuevo en Francia. Debieron comprender al fin que estaba jugando con ellos. Y la situacion se puso entonces sumamente peligrosa.
Ella lo sabia mejor que nadie y encontro una salida. Los espanoles eran una amenaza. El pequeno duque estaba en una de sus fases protestantes por entonces y tendria que haber, sin duda, un enfrentamiento con los espanoles. La Reina creia firmemente que tal enfrentamiento era mejor que se produjese
Nada podria haber enfurecido mas a Enrique III de Francia y a Felipe de Espana, ni apartar mejor el pensamiento del pequeno principe de las cuestiones matrimoniales.
Languideciendo, segun decia, de amor por ella, el duque de Anjou se dejo convencer al fin y accedio a la expedicion a los Paises Bajos. Ella le mostro muy orgullosa su astillero de Chatham, y la vision de tantas naves excelentes impresiono muchisimo al frances, pero sin duda aumento al mismo tiempo su deseo de convertirse en su marido y el propietario de todo aquello. Y como ella seguia mostrando gran afecto hacia el, debio considerar que aun no era imposible que el matrimonio llegara a realizarse.
Robert vino a verme y me conto lo sucedido. Le preocupaba muchisimo, dijo, pues la Reina le habia dicho al