duque de Anjou que, como prueba de su gran estima, iba a enviar con el, para que le escoltase hasta Amberes, a un hombre cuya presencia en la Corte siempre habia sido mas importante para ella que la de cualquier otro.
—?Vos, Robert! —grite.
Asintio.
Percibi su emocion y creo que desde aquel momento empezaron a cambiar mis sentimientos hacia el. El habia vuelto a recuperar el favor regio; y me di cuenta entonces de que la pasion capital de su vida (entonces y siempre) era la ambicion. Ella, mi regia rival, podia darle lo que el ansiaba. Yo no era mujer que ocupase tranquilamente un segundo puesto.
Se alegraba de ir a los Paises Bajos, aunque significase dejarme, porque veia alli oportunidades, y el hecho de que la Reina le enviase como asesor directo del duque de Anjou, indicaba que confiaba en el.
De nuevo estaban juntos: mi marido y su regia amante. Yo podia ser la que anhelaban sus sentidos, pero era a ella a quien su inteligencia le decia que siguiese, y su ambicion era aun mayor que su necesidad fisica.
El no percibio que habia en mi actitud cierta frialdad. Siguio, muy emocionado:
—?Os dais cuenta de lo que ha estado haciendo? Ha conseguido contener a los franceses todo este tiempo y ahora ha conseguido que el duque de Anjou luche por ella.
Le brillaban los ojos. Ella era una gran mujer, una gran Reina. Ademas, toda la ternura que habia mostrado con su Ranita era pura tactica politica. Solo habia un hombre al que ella hubiese amado lo suficiente como para hacerla olvidar temporalmente las conveniencias, y ese hombre era Robert Dudley.
El estaba a sus ordenes. Ella le habia perdonado su matrimonio e iba a seguir aceptandole a su lado. El matrimonio no tenia importancia.
Senti crecer una colera fria dentro de mi. No, yo no era mujer a la que pudiese dejarse de lado tan facilmente.
Por supuesto, el se mostro apasionadamente amoroso y me aseguro que le dolia muchisimo dejarme, pero ya estaba en los Paises Bajos con el pensamiento, aprovechando todas las ventajas que se le presentasen alli.
En febrero dejo Inglaterra. La Reina acompano a la comitiva hasta Canterbury. Yo no pude ir porque mi presencia la habria ofendido. Me entere, sin embargo, de que habia dispensado una cordial despedida a mi Robert y habia hablado con el muy severamente porque temia que pudiese beber o comer mas de lo conveniente y no cuidarse lo bastante. El le preocupaba mucho, segun habia dicho, por su imprudencia y su intemperancia. Y anadio que no le perdonaria si llegaban a ella noticias de que estaba mal de salud por descuido.
Oh, si, aun seguia enamorada de el; y aunque proclamo que daria un millon de libras por tener a su Ranita nadando en el Tamesis, era en Robert en quien pensaba.
«La Regencia de Leicester»
Su carta «me llego de la Corte, de la que llevo ausente quince dias consolando a mi afligida esposa por la perdida de mi hijito, al que Dios se ha llevado».
Su Senoria (Leicester) cambia de esposas y de amantes matando a unas y repudiando a otras…
Los hijos de los adulteros seran devorados y la semilla del lecho impuro arrancada.
Cuando Robert volvio de los Paises Bajos, yo estaba en Leicester House con Dorothy y mi hijo pequeno Robert. Mi hijo mayor, Robert Devereux, conde de Essex, se habia doctorado por entonces en Cambridge y habia expresado deseos de llevar una vida tranquila, por lo que Lord Burleigh, su tutor, habia considerado una excelente idea el que se retirase a una de sus propiedades de Llanfydd, Pembrokeshire, donde podia vivir como un aristocrata rural y dedicarse a sus libros. Yo le veia muy poco por entonces, cosa que no me complacia, pues de todos mis hijos el era el favorito.
Leicester habia envejecido perceptiblemente. Tenia el pelo mucho mas canoso y la cara mucho mas colorada. La Reina tenia razon al renirle por sus excesos en la mesa. Habia superado por completo aquella leve depresion que le habia dominado despues de descubrirse nuestro matrimonio, cuando habia creido, por poco tiempo, perder para siempre el favor regio. Ahora rebosaba confianza.
Entro en la casa donde yo estaba esperando para recibirle y me abrazo declarando que estaba mas hermosa que nunca. Me hizo el amor con la necesidad urgente del hombre que se ha abstenido de tal practica durante largo tiempo, pero le percibi distraido, y supe que mi rival era la Ambicion.
Me irritaba un poco que antes de venir a verme hubiese estado con la Reina. Sabia que era necesario, pero los celos me ponian irracional.
No paraba de hablar del futuro, que iba a ser maravilloso.
—La Reina me recibio con gran afecto y me regano por haber estado fuera demasiado tiempo. Dijo que le parecia que habia tomado tal aficion a los Paises Bajos que me habia olvidado de mi patria y de mi buena Reina.
—Y quizas —anadi— de vuestra paciente esposa.
—No os menciono.
Esto me hizo reir.
—Fue muy amable al no llenaros los oidos de insultos contra mi.
—Oh, eso se le pasara. Os aseguro, Lettice, que en unos cuantos meses, os recibira otra vez en la Corte.
—Pues yo os aseguro lo contrario.
—Yo trabajare en ello.
—Trabajo inutil.
—No, la conozco mejor que vos.
—La unica manera de que pudieseis obtener su perdon para mi seria abandonandome o librandoos de mi de algun modo. Pero da igual. Al parecer, ha vuelto a aceptaros en su circulo intimo.
—De eso no hay duda. Y creo, Lettice, que se me abre un gran futuro en los Paises Bajos. No podeis imaginaros con que cortesia me recibieron. Creo que estarian dispuestos a nombrarme Gobernador de las Provincias. Estan desesperados y parecen considerarme un salvador.
—Asi que, si tuvieseis la oportunidad, abandonariais a vuestra regia senora… ?me pregunto que diria ella a eso!
—Tendria que convencerla.
—Teneis un gran concepto de vuestras dotes de persuasion, mi senor.
—?Os gustaria a vos ser la esposa del gobernador?
—Muchisimo… considerando que aqui no se me acepta como Lady Leicester.
—Eso es solo en la Corte.
—?Solo en la Corte! ?Que otro lugar hay donde hubiesen de reconocerme?
Me cogio las manos y me miro y sus ojos estaban iluminados con esa pasion que es capaz de encender la ambicion.
—Tengo que cuidar del bienestar de nuestra familia —dijo.
—?No lo habeis hecho ya? Ya habeis situado a vuestros parientes y partidarios en los puestos adecuados del reino.