– Mire, inspectora, esta cosa debe ser el beato.

Me alargo unas fotografias en las que se distinguia a fray Asercio yaciendo en su hornacina. Era apenas una sombra vestida con un habito medio consumido por el tiempo. En las manos, casi huesos, portaba un rosario de madera. Garzon lo observaba absorto, con cara de asco.

– Mire, aqui hay un primer plano. ?Vaya pinta que se gastaba!

Carraspee fuertemente para hacerle notar su incorreccion. El intento rectificar con poca fortuna.

– Quiero decir que esta bastante apolillado.

Fray Magi, imperturbable como si no hubiera oido nada inconveniente, comento:

– El cuerpo estaba, en efecto, muy deteriorado. Esa era una de las razones por las que el hermano se encontraba alli. Ademas de esa labor tenia que reconstruir historicamente su figura, en cuya evolucion habia lagunas.

– Lo sabemos. Hermano, creo que sera bueno que mantengamos una reunion de trabajo con usted y con la hermana Domitila, de las corazonianas. Entre todos es posible que podamos aclarar un poco las conclusiones a las que el hermano Cristobal estaba llegando.

– Avisenme con un dia de anticipacion e ire a Barcelona encantado. Vengan, salgamos de aqui. Si tienen un momento quiero hacerles visitar nuestra iglesia.

Ante la magnifica fachada, la Puerta Dorada, y ya en el interior de la iglesia, cuando paramos frente al retablo de Damia Forment, pude oir la por fin adecuada exclamacion del subinspector:

– ?Dios mio, que preciosidad!

Luego salimos al majestuoso claustro. Cuando nos acercabamos a la fuente le pregunte a nuestro anfitrion:

– ?Que tipo de persona era el hermano Cristobal?

– El mas amable de los hombres, aparte de un grandisimo intelectual. Estaba siempre estudiando y muy absorbido por sus investigaciones.

– ?Era apreciado en la comunidad?

– Era… ?venerado en la comunidad! Siempre se encontraba dispuesto a hacer un favor, a colaborar. Se interesaba por la salud de los hermanos de mas edad, se mostraba alegre sin excepcion. Le puedo asegurar que era muy popular, y que la noticia ha sido tan terrible que ninguno de nosotros ha dejado de rezar especialmente por su alma desde que supimos que habia fallecido.

– Su familia… debo suponer que ya ha sido informada.

– Por supuesto.

– Tendra que darme sus senas.

– Era originario del delta del Ebro. Los Mossos d'Esquadra ya tienen su direccion; pero se la dare a ustedes tambien.

En el coche, Garzon se mostraba sobrecogido.

– ?Que belleza de monasterio, que grandiosidad, que elegancia de formas!

– Deje de hacer el turista y digame que le ha parecido la conversacion con el fraile.

– Poco interesante, inspectora. Aqui a nadie se le ocurre por que carajo han podido matar a un monje y mucho menos quien querria llevarse a casa un momio mas feo que la madre que lo pario.

– Llame a Yolanda. Digale que en un par de horas queremos hablar con la testigo si es que la ha encontrado, que prepare un interrogatorio en comisaria.

Miraba de reojo al subinspector. Desde que se habia casado era evidente que nunca estaba de mal talante. Antes, cuando un caso se presentaba especialmente complicado, renegaba como un carretero cada vez que debia hacer una gestion. Pero ahora era diferente, daba la impresion de que ponia menos celo en el trabajo, y eso hacia que lo tomara con mayor naturalidad. Supuse que todos tenemos una cantidad limitada de posibilidad de atencion abstracta, y cuando crece la demanda en un sector de nuestra vida, baja forzosamente por otro lado. Quiza debido a eso dicen que las relaciones estables mejoran el equilibrio de nuestra existencia total. Pero pensar en esa teoria se me antojaba frustrante, porque se trata del mismo principio que niega la buena estrategia a los generales demasiado enamorados, la genialidad a los artistas inflamados de amor, y la perspicacia a los policias que llevan una plena vida sentimental. Y no era asi, o por lo menos no debia serlo. Creo que fue ese el momento en el que acepte el reto de aquel extrano caso con toda intensidad, y me prometi a mi misma que resolveriamos aquel asesinato aunque tuviera que desatender durante un tiempo las otras facetas de la existencia.

Embebida en mis pensamientos casi no preste oidos al hecho de que Garzon habia repetido tres veces la frase «no jodas» mientras hablaba con Yolanda. Luego anadio: «Vale» y corto la comunicacion.

– No encuentra a la mendiga.

– No joda.

– Eso mismo he dicho yo. Pero le falta buscar en el albergue donde a veces duerme. Ahora va hacia alli.

– Vuelva a llamarla. Digale que Sonia la acompane, que peinen casa a casa la ciudad si es necesario, pero que la encuentren ya.

Me obedecio. Luego se volvio hacia mi.

– ?Tan importante le parece esa mujer?

– No tenemos mas testigos del traslado del cuerpo.

– Pero es un testimonio muy poco fiable.

– ?Y que mas da, es el unico! Ademas, seguramente fue interrogada en el contexto de una primera aproximacion al caso, y no con el detalle de una sesion regular.

Vi como se encogia de hombros, tenaz en su escepticismo, y no hablamos mas.

La entrada en comisaria fue triunfal. El policia Dominguez corrio hacia mi en cuanto traspasamos la puerta.

– Inspectora, el comisario Coronas ha dicho que pasaran a su despacho en cuanto llegaran.

– Esta bien, Dominguez. Usted ya me ha transmitido la orden, ahora es cosa mia si la cumplo o no.

El pobre Dominguez, que era manso y amable por naturaleza, siempre sufria mucho cuando recibia respuestas mias de ese calibre. Durante unos instantes se debatia entre la bifurcacion del deber que se le presentaba sin avisar. Se decanto por la mas directa.

– Como usted diga, inspectora.

Mire a Garzon y le dije en un susurro:

– Larguese y controle a Sonia y Yolanda; usted se puede librar de perder el tiempo en el despacho del jefe. En cuanto sepa algo de la testigo, llameme.

Como si la prisa fuera un concepto ajeno al ser humano entre en mi despacho y me puse a leer los doctos folios que habia redactado el fallecido hermano Cristobal. Eran notas de investigacion historica. Hablaban del beato Asercio, intentando datar las etapas por las que habia pasado el cuerpo presuntamente incorrupto. Busque en las conclusiones, inacabadas:

«En el ano 1423 se encuentran documentos en la catedral de Girona en los que se relatan hechos de la vida de fray Asercio de Montcada, de como este vivio santamente el monacato y de como la fama de sus buenas obras se extendio por toda la comarca y, mas tarde, por todo el reino. Posteriormente, en un pliego fechado en 1619 y que se halla en el archivo diocesano de Barcelona encontramos una memoria de altisima importancia. Se trata de un proceso contra tres eclesiasticos que en mayo de ese ano consiguieron desenterrar un cuerpo momificado en una iglesia (no especificada) valiendose de 'acciones nocturnas'. Segun las investigaciones llevadas a cabo en la epoca, podria tratarse de la momia de fray Asercio. En el legajo no figura la intencion que llevo a los eclesiasticos al robo del cuerpo; si bien del acta del tribunal se infiere que, sabiendo que el cuerpo era santo e incorrupto, quisiera exhibirse en alguna pequena capilla falta de atractivos espirituales para los fieles».

Tuve que releerlo varias veces para comprender bien lo que decia. Al final deduje que el tal Asercio no era la primera vez que se habia convertido en el botin de un robo. Y todo para devenir en lo que eufemisticamente se denominaba como «atractivo espiritual», lo que en nuestro lenguaje actual seria «atractivo turistico». Es posible que el mundo este en continua evolucion, pero las motivaciones de las sociedades parecen permanecer inalterables. No sabia como habia trascurrido la vida del beato, pero una vez muerto sus aventuras parecian mas notables que las del propio Indiana Jones. Sentia curiosidad por ver la cara que ponia el subinspector al enterarse de aquello.

En otros folios se tomaba nota de algunas ceremonias celebradas en honor del beato, siempre dentro de los claustros de varias ordenes religiosas. Figuraban como fuentes informativas los documentos archivados en la

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