embargo, caminaba con determinacion. Serio como la muerte, apenas si nos dirigio un saludo.

– ?Donde esta?

– Lleva un par de horas en esa sala. Ha pedido hablar con usted. Nosotros estaremos presentes.

Asintio con un cabezazo vigoroso. Entramos los tres y pude ver al hermano de Lledo por primera vez. Fisicamente no tenia nada que ver con Juanito: delgado y de aspecto nervioso, llamaban la atencion en su rostro unos enormes ojos orlados por largas y hermosas pestanas. Dio un suspiro de alivio cuando vio a su padre y se dirigio a el con la intencion de abrazarlo. Pero, para sorpresa general, el viejo Lledo extendio un brazo sarmentoso y lo retuvo, impidiendole que se acercara a el.

– Hijo de puta -le espeto en catalan, lengua en la que hablaron durante todo el encuentro.

– Papa, te lo explicare, te contare todo lo que ha pasado. Yo no he tenido nada que ver en este asunto, de verdad. Solo he intentado proteger a Juanito.

– Me averguenzo de vosotros. No mereceis el pan que comeis.

– Papa, ya hablaremos de todo, pero ahora necesito que llames al abogado Sales, el que se ocupa de tus asuntos.

– No cuentes con el, no cuentes con nada que venga de mi. Buscate uno de oficio. ?Apanatelas!

– Pero papa, ?soy tu hijo!

– Ya no. Nunca hubiera debido dejarme convencer por tu madre para tener hijos y cuando ella murio hubiera debido echaros de casa como a perros.

Dio media vuelta y salio, dejando a un desconsolado Miguel con los ojos fuera de las orbitas. Garzon se quedo con el mientras yo corria tras el padre. Cuando lo alcance me miro con desprecio y dijo:

– Solo llameme si me necesita la policia por algo legal. Ni de ese ni del otro quiero saber nada, como si no fueran hijos mios. No me he pasado la vida trabajando y cuidando de ellos para esto.

Su cuerpo fragil se alejo por el pasillo sin poder disimular con el vigor de los pasos que un gran peso se abatia sobre el. Y bien, lo que acababa de suceder nos beneficiaba y nos perjudicaba al mismo tiempo. Por un lado, la reaccion airada del padre dejaba al chico en condiciones de debilidad psicologica que podiamos aprovechar en el interrogatorio. Sin embargo, si habiamos contado con el padre para que ejerciera alguna influencia con vistas a que el hijo declarara, ya podiamos olvidarnos.

Regrese a la sala. Miguel Lledo lloraba desesperadamente. Garzon, contraviniendo las leyes gubernamentales, habia encendido un cigarrillo y miraba impasible por la ventana.

– Tienes derecho a un abogado de oficio que asista a los interrogatorios.

– ?No quiero un abogado de oficio! Se que no sirven para nada. Ademas, no tengo secretos que ocultar.

– Mucho mejor. Empecemos entonces. ?Donde esta tu hermano?

– No lo se.

– Dejate de chorradas y dinos donde esta. Acabaremos antes.

– ?Les digo que no lo se! Hace unos dias me llamo por telefono y me dejo un mensaje. Escuchelo, aun lo llevo en mi movil.

Se llevo la mano al bolsillo y lo saco. Manipulo los mensajes y me paso el aparato. Escuche. En una extrana voz grave e impersonal pude oir, siempre en catalan: «Miguel: ha pasado algo malo y nos buscan. Desaparece por unos dias. Ya te volvere a llamar». Le di el telefono al subinspector. La llamada venia desde un numero oculto y la fecha coincidia con la huida de Juanito.

– Le estuve llamando mil veces pero el automatico me decia que lo tenia desconectado. Me asuste y me fui.

– ?Donde?

– Estuve con mi novia.

– Eso no es verdad. Nuestros hombres la interrogaron en su casa y no sabia nada de ti. La han seguido todos estos dias y no ha estado contigo ni te ha llamado por telefono. Senal de que la advertiste de que no lo hiciera.

– Era una manera de expresarme. Lo que quiero decir es que ella hablo con una amiga que le dejo un apartamento vacio que tiene en la zona de Les Corts. La amiga no sabia nada de que me buscaban, se creia que lo necesitabamos para follar. Alli he estado todos estos dias, solo; hasta que me di cuenta de que si yo no habia hecho nada malo debia entregarme sin miedo. Si me ocultaba era peor. Yo no tengo nada que ver con los lios de mi hermano.

– Lo comprobaremos. Escribe en esta pagina la direccion del apartamento.

Mientras lo hacia, el subinspector y yo intercambiamos una mirada. Empezo el a preguntar.

– Vale, muy bien. Supongamos que es cierto lo que afirmas y que tu no tienes nada que ver con los lios de tu hermano. Perfecto, pasemos a los lios de tu hermano propiamente dichos.

– Esos lios son suyos, preguntenle a el cuando lo cojan.

Garzon dio tres zancadas de oso que lo colocaron a un centimetro de la cara del joven. Lo cogio de la ropa y le escupio en voz contenida pero amenazante:

– Oye, muchachito, me gustaria que te dieras cuenta de que esto no es un juego virtual. Aqui si se escapa una hostia la recibes tu, ?entendido?

Por la cabeza del muchachito no habia pasado la idea de ponerse chulo, de modo que la frase de Garzon surtio efecto inmediato.

– ?Yo solo quiero vivir tranquilo! No me he metido para nada en los asuntos de mi hermano.

– De acuerdo. Empecemos otra vez: ?cuales son esos asuntos?

– Les contare todo lo que se.

– Te escuchamos.

Por primera vez desde el comienzo del interrogatorio, todos estuvimos sentados.

– Hace ya tiempo mi hermano me dijo que necesitaba ayuda. Me extrano. Vaya por delante que, haya hecho lo que haya hecho, Juanito no es un tio de meterse en follones. Al contrario, se pasa la semana trabajando como un cabron y luego se larga a la parroquia a hacer caridades. Yo es que nunca lo he entendido, de verdad.

– Centremonos en lo que haya hecho.

– Queria que le dieramos un susto a una mendiga que le molestaba. Pretendia que lo acompanara y que la amenazaramos los dos. Me parecio raro, pero como el es raro tambien, pues pense que no me costaba demasiado darle gusto en lo que pedia. El tambien me hace favores de vez en cuando. Asi que la localizamos, la amenazamos y ya esta.

– ?Ya esta? -grito el subinspector como si lo hubieran aguijoneado. Tome yo la palabra.

– Miguel, no iras a pensar que vamos a tragarnos eso.

– ?Pero es que es verdad!

– Muy bien, es verdad, pero esa verdad no esta sola, a ella se unen otras verdades que hacen las cosas comprensibles.

– No se que quiere decir.

– Pues quiero decir que tu sabias quien era la mendiga.

– No lo sabia.

– ?No habias visto la television?

– No me entere hasta despues, se lo juro. Dias despues vi en la tele que se habian cargado a esa mujer y entonces empece a pensar que mi hermano se habia metido en algo muy chungo.

– ?No habias oido hablar del asesinato del hermano Cristobal, ni del robo de la momia? ?Extrano!, te aseguro que los medios de comunicacion se han ocupado del caso.

– Puede que si, pero yo no me entero. Nunca veo los informativos, ni leo periodicos. Yo voy a mi rollo y lo que haga el resto de la gente me da igual.

– Muy sabio por tu parte, muy budista. De acuerdo, ya comprendo. Tu vas a tu rollo y ademas nadie te habla en el trabajo o en el bar del caso de la momia. Perfecto, admitamoslo. Y dime, ?tampoco le preguntaste a tu hermano que tenia en contra de la mendiga? Y cuando empezaste a sospechar que se la habia cargado el, que por cierto de eso si te enteraste por la tele, preferiste no preguntarle nada para no molestar. ?Es asi?

– Inspectora, ?usted sabe de quien estamos hablando? Mi hermano no es normal, nunca lo ha sido desde que nacio. Es un poco autista o algo asi. Bueno, no se como llamarle a la manera que es, pero no es un chico como los otros. No habla mucho, no comenta nada de lo que le pasa por la cabeza. Esta en su mundo, y nadie sabe cual es. No tiene amigos ni novias. Si le preguntas algo contesta en dos palabras.

Вы читаете El silencio de los claustros
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату