– Aqui, cada oveja con su pareja.

– ?Y mi oveja, quien es?

– Yo, tu ovejita soy yo – dijo Mely a Fernando.

– ?…nita tu! Sientate aqui, mi reina.

– Si llegais a tardar un poco mas, asamos a Daniel – dijo Santos.

– Ese tiene que estar muy correoso.

– Y lo mismo te coges una garza de no te menees. El noventa por ciento de la carne del Dani debe ser puro alcol.

– Y el otro diez por ciento, mala leche – anadia Fernando. Alicia le replico:

– Tu no hables. Que gracias a el te has librado de subir tu a por la comida.

– Tiran con bala – dijo Carmen.

Daniel levanto la cara y miro a Fernando.

– A ti, Fernando, te gusta mucho incordiar esta manana por lo visto. Yo no te recomiendo que sigas por ahi. Conque ya sabes.

Fernando le contesto:

– ?Ah, vamos! Ahora te da por espabilarte, ya era hora. ?No habreis traido la tartera de Dani?

– Ahi esta. Esa que queda debe ser la suya.

– Anda, pues si dijimos que no se bajara. Miguel levanto la voz:

– ?Que dijimos ni que narices! Haberte subido tu, y entonces no la bajabas si no querias.

– Bueno, Miguel, bueno; no te pongas asi.

– Tiene razon Miguel – interrumpia Carmen-. ?No te han traido a ti la tuya? Pues da las gracias y a callar.

– A eso le llamo yo companerismo.

Terciaba Mely:

– Pues ya esta bien, digo yo. ?Se come o no se come? Sientate, Fernando.

– Aqui lo que hay es mucho mar de fondo.

– Otra que viene a malmeter. Me vais a hacer que cante – dijo Miguel -; a ver si asi os callais. Tu, Tito, ?que haces ahi de pie, que pareces el sacristan de la parroquia?

– ?Vamos alla!, que se enfria – apremiaba Santos. Dijo Mely:

– Canta, Miguel, anda. Anda, alegranos la comida. Tito se despojo de la camisa y se sento junto a Miguel.

– ?No te desnudas tu? Te sentiras mas fresco.

El otro denego con la cabeza. Estaba destapando una cacerola roja que habia venido atada con cordeles, curioseaba el contenido.

– Oye tu – dijo Tito, de pronto -; ?y la sangria?

– ?Calla, se me olvido! ?Pues rapido, que se va el hielo!

– ?El limon! ?Donde esta?

– ?Habeis visto alguno el limon?

– En la fresquera a refrescar.

– Chistale a ver si acude.

– Menos bromas, que os quedais sin sangria. El hielo esta para pocas.

– ?No se lo habra guardado Mely por dentro del banador?- dijo Fernando-. A ver, Mely…

– Anda, buscalo, chato – le contestaba Mely -; a ver si te quemas. Pero va a ser del guantazo que te arreo.

– ?Pues si esta aqui! ?O es que no teneis ojos en la cara? Se ha espachurrado un poquito, pero le queda sustancia todavia.

– Damelo aca.

Miguel puso las manos en rejilla sobre la boca de la jarra y escurrio todo el agua del hielo en el polvo. Tito partia el limon en rodajas.

– ?Como destapariamos las gaseosas?

– Pues Sebas tiene una navaja de esas que sirven para todo.

Sebastian limpio la hoja en la servilleta y le pasaba a Miguel la navaja. Carmen dijo:

– Dejar un par de botellines para el que no quiera sangria.

– Aqui quiere sangria todo el mundo. Paulina replico:

– A mi dejarme una gaseosa. Yo sangria no tomo.

– Echa el limon – dijo Miguel con la jarra en la mano.

Tito volco las rodajas en el hielo del fondo. Luego cogio

la jarra y Miguel destapo las gaseosas y las mezclo tambien.

– A ver el vino.

Tito estaba mirando hacia Daniel, mientras sostenia la jarra donde Miguel echaba el vino.

– Listos – dijo Miguel-. Una sangria como el Mapamundi.

Se llevaba la jarra. Tito se sento junto a Daniel.

– ?Que haces, Dani? ?No comes? Aqui tienes un sitio.

– No quiero molestaros.

_ Venga ya de bobadas. Toma tu tartera. Y ahora mismo te pones a comer.

Ahora Santos se habia vuelto a mirar la comida de Sebas:

– A ver que te han puesto a ti.

– Nada. Pochitos con porotos.

Cubria lo suyo con la tapadera de aluminio.

– Te la cambio sin verla.

– Vamos, pira.

– Salias ganando, fijate. Tito insistia con Daniel:

– Para mi que te quieres hacer de rogar. Venga ya, galapago; no seas…

Sebastian y Santos intervinieron:

– Como sigas en ese plan, nos repartiremos tu comida. Tu veras lo que haces.

Se levanto Daniel y recogia su tartera; se miraba con Mely un momento. Ella le dijo a Alicia, mirando hacia el suelo y ajuntandose un tirante del banador:

– Tampoco tiene por que estar asi… Daniel se habia sentado.

Sebastian lo veia un poco serio y lo cogio por el cogote, sacudiendo:

– ?Aupa Daniel!, ?que a ti lo que te priva es el etilico!

– Tambien es bueno comer de vez en cuando – le decia Santos a Daniel, con tono consejero -; tomar de estas cositas, ?no ves tu? Ya sabemos que el vino es la base de la existencia, pero esto tampoco no hace dano a nadie. Si no se abusa, claro esta. A ti no te de asco, prueba un poquito. Ya veras como te acostumbras poco a poco…

Se sonreia mientras hablaba, separando muy ordenadamente, en su tartera, con dos dedos, las patatas fritas de todo lo demas. Levanto la mirada hacia Daniel, y Daniel lo miro sonriendo; le dijo:

– ?No eres tu guason…!

Santos le hizo un guino brusco y le dio un manotazo en la rodilla:

– ?Ay, Daniel! – le gritaba -. ?Precioso tu! ?Si no fuera por tu tato, que te atiende y te da buenos consejos sobre la vida!

Sebas habia sacado chuletas de su tartera; la manteca se habia congelado. Se

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