con una mujer. Las tres nos encontramos en la cocina y durante medio minuto nos escudrinamos, nos medimos y nos evaluamos, al principio con natural desconfianza y luego con la mejor voluntad, por un lado dos opulentas senoras rubias de mejillas frutales, con las faldas de fieltro bordado, las blusas almidonadas y los delantales de encaje que usaban para impresionar a los turistas; por el otro yo, bastante menos primorosa. Las primas eran tal cual yo las imaginaba por la descripcion de Rolf, aunque diez anos mayores, y celebre que a los ojos de el permanecieron detenidas en una adolescencia eterna. Creo que ellas comprendieron al primer vistazo que se encontraban ante una rival y debe haberles extranado que yo fuera tan diferente a ellas -tal vez se habrian sentido halagadas si Rolf hubiera escogido una replica de ellas mismas- pero como ambas son benevolentes depusieron los celos y me acogieron como a una hermana. Fueron en busqueda de los ninos que componen su familia y me presentaron a sus maridos, grandes, bonachones, olorosos a velas de fantasia. Luego ayudaron a su madre en la preparacion de la comida. Poco despues, sentada a la mesa y rodeada por esa saludable tribu, con un cachorro de perro policial a los pies y un trozo de pernil con pure de patatas dulces en la boca, me senti tan lejos del Penal de Santa Maria, de Huberto Naranjo y de las granadas de Materia Universal, que cuando encendieron el televisor para ver las noticias y aparecio un militar contando los pormenores de la fuga de los nueve guerrilleros, tuve que hacer un esfuerzo para comprender sus palabras.
Sudoroso y acorralado, el director del Penal manifesto que un grupo terrorista habia realizado el asalto con helicopteros, armados con bazookas y metralletas, mientras en el interior del recinto los delincuentes redujeron a los visitantes con bombas. Con un puntero senalo un plano del edificio y detallo los movimientos de los implicados, desde el instante en que abandonaron sus celdas hasta que se perdieron en la selva. No pudo explicar como consiguieron las armas burlando las maquinas detectoras de metales, parecia cosa de magia, las granadas simplemente brotaron en sus manos. El sabado a las cinco de la tarde, cuando los sacaban a las letrinas, blandieron los explosivos ante los guardias y amenazaron con volar todos juntos si no se rendian. Segun dijo el director, palido de insomnio y con una barba de dos dias, los vigilantes de turno en ese sector presentaron valerosa resistencia, pero no tuvieron alternativa y entregaron sus armas. Estos servidores de la patria, actualmente internados en el Hospital Militar con prohibicion de recibir visitas y mucho menos periodistas, fueron heridos a mansalva y luego encerrados en un calabozo, de modo que no pudieron dar la voz de alarma. Simultaneamente sus complices provocaron una asonada entre los presos del patio y los escuadrones de subversivos en el exterior cortaron los cables de electricidad, volaron la cancha de aterrizaje del aeropuerto a cinco kilometros de distancia, inutilizaron el camino de acceso a los vehiculos motorizados y se robaron las lanchas patrulleras. Luego tiraron cables y ganchos de alta montana por encima de las murallas, colgaron escaleras de cuerda y por alli escaparon los detenidos, finalizo diciendo el uniformado con el puntero tembleque en la mano. Un locutor de voz engolada lo remplazo para asegurar que resultaba evidente la accion del comunismo internacional, la paz del continente estaba en juego, las autoridades no descansarian hasta atrapar a los culpables y descubrir a los complices. La noticia terminaba con una comunicacion breve: el General Tolomeo Rodriguez habia sido nombrado Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas.
Entre dos tragos de cerveza, el tio Rupert comento que deberian enviar a todos esos guerrilleros a Siberia, a ver si les iba a gustar, nunca se supo de alguien que saltara el muro de Berlin para el lado de los comunistas, siempre lo hacen para escapar de los rojos, ?y como estan las cosas en Cuba? ni papel para el excusado tienen alla y no me vengan con la salud, la educacion, el deporte y esas macanas, que a fin de cuentas no sirven de nada a la hora de limpiarse el culo, refunfuno. Un guino de Rolf Carle me indico que era preferible abstenerse de comentarios. Burgel cambio el canal para ver el capitulo de la novela, en suspenso desde la noche anterior, cuando la malvada Alejandra quedo espiando por la puerta entreabierta a Belinda y a Luis Alfredo que se besaban con pasion, asi me gusta, ahora muestran los besos de cerca, antes era una estafa, los enamorados se miraban, se tomaban de las manos y justo cuando iba a comenzar lo mejor nos mostraban la luna, hay que ver cuantas lunas hemos tenido que soportar, y una se quedaba con las ganas de ver lo que seguia, fijense, Belinda mueve los ojos, a mi me parece que en realidad no es ciega. Estuve a punto de contarle las intimidades del libreto, tantas veces ensayado con Mimi, pero por suerte no lo hice, eso habria destrozado sus ilusiones. Las dos primas y sus maridos continuaron pendientes de la television, mientras los ninos dormian sobre los sillones y afuera caia la tarde, apacible y fresca. Rolf me tomo por un brazo y me llevo a dar una vuelta.
Salimos a pasear por las calles torcidas de ese insolito pueblo de otro siglo, incrustado en un cerro del tropico, con sus casas impolutas, sus jardines floridos, sus vitrinas con relojes cucu, su minusculo cementerio de tumbas alineadas en perfecta simetria, todo reluciente y absurdo. Nos detuvimos en una curva de la ultima calle para observar la boveda del cielo y las luces de la Colonia extendida a nuestros pies por las laderas del cerro, como un ancho tapiz. Cuando ya no se oian nuestras pisadas en la acera, tuve la sensacion de encontrarme en un mundo recien nacido, donde aun no se habia creado el sonido. Por primera vez escuchaba el silencio. Hasta entonces hubo ruidos en mi vida, a veces casi imperceptibles como el susurro de los fantasmas de Zulema y Kamal o el murmullo de la selva al amanecer, otras veces atronadores, como la radio en las cocinas de mi infancia. Senti la misma exaltacion de hacer el amor o inventar cuentos y quise aprisionar ese espacio mudo para conservarlo como un tesoro. Aspire el olor de los pinos, abandonada a ese nuevo deleite. Por fin Rolf Carle comenzo a hablar y el encantamiento se esfumo, dejandome la misma frustracion que tuve de nina cuando un punado de nieve se me hizo agua en las manos. Me conto su version de lo ocurrido en el Penal de Santa Maria, una parte de lo cual alcanzo a filmar y el resto lo supo por el Negro.
El sabado en la tarde el director y la mitad de los guardias, se encontraban en el burdel de Agua Santa. tal como habia dicho Mimi que lo estarian, tan borrachos que al oir la explosion del aeropuerto creyeron que era Ano Nuevo y no se pusieron los Pantalones. Entretanto Rolf Carle se acercaba al islote en una piragua con sus equipos disimulados bajo una pila de hojas de palma, y el Comandante Rogelio y sus hombres en uniforme se presentaban por la puerta principal sonando la sirena, con un escandalo de circo, despues de cruzar el rio en una lancha arrebatada a los guardias en el muelle.
Las autoridades no estaban alli para dar las ordenes y nadie los detuvo, porque esos visitantes parecian oficiales de alta graduacion. A esa misma hora los guerrilleros recibian en sus celdas la unica comida del dia, a traves de un hueco en las puertas metalicas. Uno de ellos comenzo a quejarse de espantosos dolores de vientre, me muero, socorro, me han envenenado y de inmediato sus companeros, desde sus calabozos, se unieron al clamor, asesinos, asesinos, nos estan matando. Dos guardias entraron a callar al enfermo y lo encontraron con una granada en cada mano y tal determinacion en los ojos, que no se atrevieron a respirar. El Comandante saco a sus companeros y a los complices de la cocina sin disparar un solo tiro, sin violencia y sin apuro, y los transporto en la misma embarcacion hasta la otra ribera, donde se internaron en la selva guiados por los indios. Rolf filmo con una lente de largo alcance y luego se deslizo rio abajo hasta el sitio donde debia juntarse con el Negro. Cuando ellos iban en el jeep a toda velocidad hacia la capital, los militares aun no se habian puesto de acuerdo para bloquear la carretera y comenzar la caceria.
– Me alegro por ellos, pero no se de que te sirven las peliculas si todo eso esta censurado.
– Lo mostraremos, dijo.
– Tu sabes que clase de democracia es esta, Rolf, con el pretexto del anticomunismo no hay mas libertad que en tiempos del General…
– Si nos prohiben dar la noticia, tal como hicieron con la matanza en el Centro de Operaciones, vamos a contar la verdad en la proxima telenovela.
– ?Que dices?
– Tu folletin saldra al aire tan pronto termine esa estupidez de la ciega y el millonario. Tienes que arreglartelas para introducir la guerrilla y el asalto al Penal en el libreto. Yo tengo una maleta de peliculas sobre la lucha armada. Mucho de eso te puede servir.
– Jamas lo van a permitir…
– Dentro de veinte dias habra elecciones. El proximo presidente tratara de dar una impresion de liberalidad y sera prudente con la censura. En todo caso, siempre se puede alegar que es solo ficcion y como la telenovela es mucho mas popular que el noticiario, todo el mundo sabra lo que paso en Santa Maria.
– ?Y yo? La policia me va a preguntar como supe todo eso.
– No te tocaran porque equivale a reconocer que dices la verdad, replico Rolf Carle. Y a proposito de historias, me he quedado pensando en el significado del cuento de esa mujer que le vende un pasado a un guerrero…
– ?Todavia estas dandole vueltas a eso? Veo que eres hombre de reacciones lentas…
Las elecciones presidenciales transcurrieron en orden y buen animo, como si el ejercicio de los derechos