republicanos fuera un largo habito y no el milagro mas o menos reciente, que en verdad era. El triunfo fue del candidato de la oposicion, tal como habia vaticinado Aravena cuyo olfato politico lejos de disminuir con la edad, se habia afinado. Poco despues Alejandra murio en un accidente de automovil y Belinda recupero la vista y se caso, envuelta en metros y metros de tul blanco y coronada de diamantes falsos y azahares de cera con el galan Martinez de la Roca. El pais lanzo un hondo suspiro de alivio, porque habia sido una tremenda prueba de paciencia, soportar las desventuras de esas gentes todos los dias durante casi un ano. Pero la Televisora Nacional no les dio respiro a los pacientes espectadores y de inmediato lanzo al aire mi novela, que en un arrebato sentimental llame Bolero, como homenaje a esas canciones que alimentaron las horas de mi ninez y me sirvieron de fundamento para tantos cuentos. El publico fue tomado por sorpresa en el primer episodio y no logro reponerse del aturdimiento en los siguientes. Creo que nadie entendio adonde apuntaba aquella estrafalaria historia, estaban acostumbrados a los celos, el despecho, la ambicion o, por lo menos, la virginidad, pero nada de eso aparecia en sus pantallas y se dormian cada noche con el alma perturbada por una pelotera de indios envenenados, embalsamadores en sillas de ruedas, maestros ahorcados por sus alumnos, ministros defecando en sillones de felpa obispal y otras truculencias que no resistian ningun analisis logico y escapaban a las leyes conocidas del folletin comercial. A pesar del desconcierto producido, Bolero cogio vuelo y al poco tiempo logro que algunos maridos llegaran temprano a sus hogares para ver el capitulo del dia. El Gobierno advirtio al senor Aravena, confirmado en su cargo por su prestigio y su habilidad de zorro viejo, que cuidara la moral, las buenas costumbres y el patriotismo, en vista de lo cual tuve que suprimir algunas actividades licenciosas de la Senora y disimular el origen de la Revuelta de las Putas, pero el resto fue preservado casi intacto. Mimi tuvo un papel importante, representandose a si misma con tanto acierto, que se transformo en la actriz mas popular de la farandula. A su fama contribuyo la confusion sobre su naturaleza, pues al verla resultaba poco probable el rumor de que alguna vez hubiera sido varon o, peor aun, de que todavia lo fuera en algunos detalles de su anatomia. No falto quien atribuyera el triunfo a sus amores con el director del Canal, pero como ninguno de los dos se dio el trabajo de desmentirlo, el chisme se extinguio de muerte natural.

Yo escribia cada dia un nuevo episodio, inmersa por completo en el mundo que creaba con el poder omnimodo de las palabras, transformada en un ser disperso, reproducida hasta el infinito, viendo mi propio reflejo en multiples espejos, viviendo innumerables vidas, hablando con muchas voces. Los personajes llegaron a ser tan reales, que aparecieron en la casa todos al mismo tiempo, sin respeto por el orden cronologico de la historia, los vivos junto a los muertos y cada uno con todas sus edades a cuestas, de modo que mientras Consuelo-nina le abria el buche a las gallinas, habia una Consuelo-mujer desnuda que se soltaba el cabello para consolar a un moribundo, Huberto Naranjo andaba en la sala en pantalones cortos enganando incautos con peces sin cola y surgia de subito en el segundo piso con el lodo de la guerra en sus botas de comandante, la Madrina avanzaba con un bamboleo soberbio de las caderas como en sus mejores anos y se encontraba consigo misma, sin dientes y con un zurcido en el cuello, rezando en la terraza ante un pelo del Papa. Todos se paseaban por las habitaciones creando confusion en las rutinas de Elvira, quien perdia energia discutiendo con ellos y acomodando el desorden de huracan que sembraban a su paso. Ay, pajarito, sacame a estos lunaticos de la cocina, ya estoy cansada de espantarlos a escobazos, se quejaba, pero al verlos por la noche cumpliendo sus papeles en la pantalla, suspiraba orgullosa. Acabo considerandolos de su propia familia.

Doce dias antes de comenzar a grabar los capitulos de la guerrilla, recibi una notificacion del Ministerio de Defensa. No entendi por que me convocaban a esa oficina, en vez de enviarme un par de agentes de la Policia Politica en sus inconfundibles coches negros, pero no dije ni palabra a Mimi o a la abuela para no asustarlas y tampoco pude advertir a Rolf, que se encontraba en Paris filmando las primeras negociaciones de paz del Vietnam. Habia esperado esa mala noticia desde que fabrique las granadas de Materia Universal meses atras y en el fondo preferia enfrentarla de una vez, para salir de esa difusa inquietud que llevaba en la piel como un escozor. Cubri mi maquina de escribir, ordene mis papeles, me vesti con la angustia de quien se prueba una mortaja, me enrolle el cabello en la nuca y sali de la casa, despidiendome con un gesto de los espiritus que quedaban a mi espalda. Llegue al edificio del Ministerio, subi por una doble escalera de marmol, atravese puertas de bronce custodiadas por guardias con penachos en los gorros y mostre mis documentos a un ujier. Un soldado me condujo por un pasillo alfombrado, cruzamos una puerta tallada con el escudo nacional y me encontre en una habitacion alhajada con cortinajes y lamparas de cristal. En los vitrales de la ventana estaba Cristobal Colon inmovilizado para la eternidad con un pie sobre la costa americana y el otro en su bote. Entonces vi al General Tolomeo Rodriguez detras de una mesa de caoba. Su figura maciza se recortaba a contraluz entre la flora exotica del Nuevo Mundo y la bota del conquistador. Lo reconoci de inmediato por la impresion de vertigo que me hizo vacilar, aunque tarde varios segundos en adaptar la vista y distinguir sus ojos de felino, sus manos largas y sus dientes perfectos. Se puso de pie, me saludo con su cortesia algo presuntuosa y me ofrecio asiento en uno de los sillones. Se instalo a mi lado y pidio cafe a una secretaria.

– ?Se acuerda de mi, Eva?

Como olvidarlo, si no hacia tanto tiempo de nuestro unico encuentro y si gracias a la conmocion que ese hombre me provoco abandone la fabrica y empece a ganarme la vida escribiendo historias. Los primeros minutos se fueron en banalidades, yo en el borde del asiento, sosteniendo la taza con mano vacilante y el relajado, observandome con una indescifrable expresion. Agotados los temas de urbanidad, ambos permanecimos en silencio durante una pausa que a mi me resulto intolerable.

– ?Para que me llamo, General? pregunte por ultimo, sin poder contenerme.

– Para ofrecerle un trato, y procedio a informarme, siempre en su tono doctoral, que tenia un registro completo de casi toda mi vida, desde los recortes de prensa de la muerte de Zulema, hasta las pruebas de mi reciente relacion con Rolf Carle, ese cineasta polemico a quien los Cuerpos de Seguridad tambien tenian en la mira. No, no me estaba amenazando, por el contrario, el era mi amigo, mejor dicho, mi rendido admirador. Habia revisado los libretos de Bolero, donde figuraban entre tantas otras cosas, detalles contundentes sobre la guerrilla y esa desafortunada fuga de los detenidos en el Penal de Santa Maria. Me debe una explicacion, Eva.

Estuve a punto de recoger las rodillas sobre el sillon de cuero y hundir la cara entre los brazos, pero me quede quieta, mirando el dibujo de la alfombra con una atencion desmesurada, sin encontrar en mi vasto archivo de fantasias algo adecuado para replicar. La mano del General Tolomeo Rodriguez me rozo apenas el hombro, no tenia nada que temer, ya me lo habia dicho, es mas, no iba a interferir en mi trabajo, podia continuar con mi folletin, incluso no objetaba a ese Coronel del capitulo ciento ocho, tan parecido a el mismo, se habia reido al leerlo y el personaje no estaba mal, resultaba bastante decente, eso si, mucho cuidado con el sagrado honor de las Fuerzas Armadas, con eso no se juega. Tenia solo una observacion, tal como le manifestara al Director de la Televisora Nacional en una entrevista reciente, habria que modificar esa payasada de las armas de masa y evitar cualquier mencion del prostibulo de Agua Santa, que no solo ponia en ridiculo a los guardias y funcionarios del presidio, sino que resultaba totalmente inverosimil. Me estaba haciendo un favor al ordenar ese cambio, sin duda el serial ganaria mucho al agregar unos cuantos muertos y heridos de ambos bandos, le gustaria al publico y se evitaba esa bufonada inadmisible en asuntos de tanta gravedad.

– Lo que usted propone seria mas dramatico, pero la verdad es que los guerrilleros escaparon sin violencia, General.

– Veo que usted esta mejor informada que yo. No vamos a discutir secretos militares, Eva. Espero que no me obligue a tomar medidas, siga mi sugerencia. Dejeme decirle, de paso, que admiro su trabajo. ?Como lo hace? ?Como escribe, quiero decir?

– Hago lo que puedo… La realidad es un revoltijo, no alcanzamos a medirla o descifrarla, porque todo ocurre al mismo tiempo. Mientras usted y yo hablamos aqui, a su espalda Cristobal Colon esta inventando America y esos mismos indios que lo reciben en el vidrio de la ventana, estan todavia desnudos en la selva, a pocas horas de esta oficina, y seguiran estandolo dentro de cien anos. Yo trato de abrirme camino en este laberinto, de poner un poco de orden en tanto caos, de hacer la existencia mas tolerable. Cuando escribo cuento la vida como a mi me gustaria que fuera.

– ?De donde saca las ideas?

– De las cosas que pasan y otras que pasaron antes que yo naciera, de los periodicos, de lo que dice la gente.

– Y de las peliculas de ese Rolf Carle, supongo.

– Usted no me cito para hablar de Bolero, General, digame que pretende de mi.

– Tiene razon, el folletin ya fue discutido con el senor Aravena. La he llamado porque la guerrilla esta

Вы читаете Eva Luna
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату